Si "El Problema de los Tres Cuerpos" te dejó lleno de preguntas sin respuestas, no eres el único. Así que aquí te aclararemos algunas, respecto a los elementos más fascinantes de esta nueva serie de Netflix.
Comenzando por los “sophones” que vuelven locos a los científicos terrícolas, pasando por el extraño supermaterial con el que los protagonistas masacran un barco lleno de ‘fanáticos religiosos’, y pasando por la “escalera nuclear al cielo”, la recién estrenada serie “3 Body Problem” contiene mucha ciencia ficción basada sólidamente en ciencia real.
De hecho, el mismo nombre está basado en un misterio matemático -y astrofísico- real aplicado a un escenario ficticio. En “El Problema de los Tres Cuerpos”, una civilización extraterrestre habita “Trisolaris”, un mundo hostil que orbita un sistema caótico de tres soles.
Por ello es que los “trisolarianos” escapan de dicho sistema en búsqueda de un mundo habitable en un sistema más estable… como el nuestro.
Pero ese es sólo uno de los tantos elementos interesantes de esta “3 Body Problem”. Si, tras verla, te quedaste algo confundido con tanta locura, aquí te las explicamos.
Los espías cuánticos voladores del espacio
Uno de los puntos más fascinantes -y difíciles de abordar- son, precisamente, los sophones. Éstos son, básicamente, protones convertidos por por Trisolaris en supercomputadores con inteligencia artificial y enviados a la tierra a una velocidad cercana a la de la luz para estancar nuestros avances científicos especialmente en los aceleradores de partículas.
Además, mediante el entrelazamiento cuántico, se comunican entre sí y con sus amos trisolarianos en forma instantánea, es decir, a velocidades más rápidas que la luz.
Según explica el físico teórico de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño de la Universidad San Sebastián, Fernando Izaurieta, “aquí hay una mezcla muy entretenida de realidad y fantasía. El entrelazamiento sí es una propiedad cuántica real, y se usa para procesar información muy rápidamente en computadores cuánticos. Sin embargo, con o sin entrelazamiento es imposible enviar bits de información más rápido que la luz, así que en la realidad no existe ninguna forma de enviar mensajes instantáneamente entre Alfa Centauro y la Tierra”.
“Lo que sí es cierto es que los aceleradores de partículas han sido cruciales para desarrollar nuestra comprensión del universo. Si supuestos sophones hubieran saboteado nuestros experimentos, eso habría afectado seriamente nuestro desarrollo científico. Aunque conociendo a mis colegas, sé que hubieran diseñado experimentos ingeniosos para estudiar el comportamiento de los sophones hasta descifrarlo”, especula.
Tanto en la novela como en la serie, los trisolarianos usan una estación espacial para extender un protón, una partícula subatómica, como una enorme estructura multidimensional que proyectan a tres dimensiones, creando algo tan enorme que envuelve a su mundo. Tras ello, usan la interacción nuclear fuerte para “tallar patrones” en el protón desdoblado hasta programar en él una inteligencia artificial. Luego lo vuelven a plegar, y consiguen el sophón.
“Aunque crear sophones parece imposible en el mundo real, aquí tenemos un montón de referencias científicas apasionantes”, comenta Izaurieta. “Lo primero es que los protones sí son gobernados por la interacción nuclear fuerte; y lo de extenderlo como una estructura multidimensional es un guiño obvio a la hipótesis de supercuerdas. De acuerdo a esta hipótesis, cada partícula fundamental corresponde a distintos modos de vibración de cuerdas en un espacio de 10 dimensiones”.
“Sin embargo, aquí hay muchas cosas que no calzan. Primero que nada, un protón no es una partícula puntual como se afirma en el relato, si no que está constituido por tres quarks unidos por gluones, más muchas partículas ebullendo desde el vacío en torno de ellos y despareciendo en él en forma constante. Esto hace que incluso en el contexto de la hipótesis de cuerdas, lo de extender un protón como una estructura macroscópica multidimensional no tenga mucho sentido”, explica.
Pero pese a ello, matiza el físico, “la existencia de posibles estructuras complejas y minúsculas en base a la interacción fuerte no es del todo descabellada. Se ha llegado a conjeturar que a partir del plasma de quarks en el corazón de las estrellas de neutrones podrían evolucionar incluso formas de vida inteligente diminutas en escalas de tiempo ultra-breves. Pero por supuesto, por ahora esta idea es sólo una conjetura educada, no tenemos ninguna evidencia al respecto”.
El rebana-barcos
El capítulo 5, “Día del Juicio”, fue quizás el más comentado, y con motivos. En él, un barco pasa por el Canal de Panamá y es rebanado junto con todos sus ocupantes por hilos invisibles en una escena bastante explícita.
Dichos hilos tienen apenas la milésima parte del grosor de un cabello, y son tensados por los “buenos” creando una especie de “arpa” capaz de cortar carne, músculo y metal.
“La idea básica se parece muchísimo a los nanotubos de carbono y el grafeno, fibras y superficies ultra fuertes creadas por una especie de ‘malla de gallinero’ bidimensional de un átomo de carbono de espesor. Estos materiales tendrán muchas aplicaciones increíbles, desde fibras ultra-resistentes y circuitos ultra-rápidos, hasta superconductividad y el material más negro del mundo, el Vantablack. Sin embargo, pese a todo parece imposible crear filamentos tan delgados como en la serie y con la resistencia necesaria para rebanar buques de acero”, aclara el físico y divulgador científico.
“Incluso”, acota, “cambiando el grafeno por algún material aún desconocido veo un problema fundamental: la energía para rebanar el barco y su tripulación proviene de la energía cinética del barco, y ella tiene que ser disipada por la nanofibra de alguna forma. El problema es que para algo tan delgado disipar esa energía como calor es extremadamente difícil: rápidamente se calentaría como el filamento de una ampolleta incandescente antigua, volatilizándose finalmente en una nube plasma”.
“Una alternativa es que la fibra de alguna forma transforme esa energía en una corriente eléctrica; pero a no ser que sea una fibra superconductora a temperatura ambiente (algo que aún no hemos conseguido crear), de todas formas se transformaría en plasma debido a la enorme resistencia eléctrica de una fibra tan delgada”, concluye Izaurieta.
La “escalera nuclear al cielo”
“Lo que parece alucinante es el proyecto ‘Escalera’: enviar hacia la flota de invasión trisolariana un cerebro humano congelado dentro de un velero espacial propulsado ¡con explosiones nucleares! Sin embargo, aunque parezca sorprendente, sí han habido proyectos razonables para construir naves espaciales similares (aunque sin helado de cerebro, que yo sepa)”, explica Izaurieta sobre uno de los desesperados planes de la humanidad ejecutados hacia el final de la primera temporada de la “3 Body Problem”.
El plan parecía intrincado -y costoso, implicando el uso de cientos de bombas nucleares provistas por los gobiernos del mundo-.
Al respecto, detalla el científico, “lo primero es que los veleros espaciales funcionan. Japón envió el velero de luz IKAROS hacia Venus el año 2010, y los Estados Unidos también han hecho ensayos exitosos de esta idea”.
Y yendo más allá, lo que ocurre en “3 Body Problem” también se ha considerado en la realidad.
“La idea propuesta en El problema de los tres cuerpos se parece mucho al Proyecto ORION de la NASA a mediados del s. XX. En él, se proponía crear un tipo de velero espacial enorme, llevando trescientos mil bombas termonucleares de un megatón cada una, con el propósito de ¡visitar Alfa Centauri!”, mismo sistema del cual provienen los trisolarianos en la obra. “La idea era irlas detonando en el espacio una tras otra, en forma tal que el súbito pulso de radiación emitido por la explosión, junto con el plasma creado, empujara al velero espacial”.
“Una ventaja extra del proyecto fue señalada por Carl Sagan: ‘No imagino mejor destino para todas las armas nucleares del mundo que usarlas para propulsar una nave pacífica de exploración espacial"”.
Otro aspecto del plan implicaba criogenizar un cerebro o un cuerpo humano completo para enviarlo a la flota trisolariana, una idea que “puede parece ser extremadamente difícil. Sin embargo, no parece ser del todo imposible debido a que algunas especies de ranitas de latitudes muy altas se congelan completamente en invierno para descongelarse en primavera”.
“Sin embargo, los tejidos de mamíferos se rasgan y fracturan irreparablemente a nivel microscópico debido a los cristales de hielo; aún no hemos sido capaces de resolver esa dificultad sin dañar las células químicamente. Pero quién sabe, quizás en el futuro descubramos cómo usar la criónica para enviar a exploradores humanos a otros mundos”.
En conclusión, y también en palabras de Izaurieta, “la trilogía de Cixin Liu, y la serie de Netflix son apasionantes porque el autor es una persona culta, que respeta la ciencia y comprende su importancia crucial para el futuro de la humanidad. Por supuesto, a veces por necesidades de la trama no todo es científicamente exacto, pero uno entiende que tanto la novela como la serie son obras maestras de la literatura y la televisión inspiradas en la ciencia y no enciclopedias precisas”.
“Yo como científico veo estos ‘errores’ inmediatamente, pero los acepto como licencias poéticas y El problema de los tres cuerpos me sigue encantando igual con su trama inteligente e impredecible”.