Los científicos reafirmaron que el color de estas aguas tiene que ver con los minerales que alberga e hicieron un alcance sobre la tecnología que se utiliza para estos análisis y por qué debería probarse en el espacio.
Las cataratas de “sangre” de la Antártica hicieron noticia durante los últimos días luego de que se conociera un estudio con el que los científicos dicen haber descubierto el por qué tras el color rojo intenso de sus aguas, por el que fueron nombradas.
También llamadas “Blood Falls”, estas cataratas fueron descubiertas en 1911 por el geólogo británico Thomas Griffith Taylor, durante la expedición Terra Nova en el glaciar Taylor, cuando el científico vio por primera vez una cascada que parecía ser de sangre.
Desde entonces, los expertos han puesto sus esfuerzos en descubrir qué produce estos efectos. Con el tiempo notaron que el agua emerge con su color normal, pero rápidamente se transforma a un rojo carmesí.
El geólogo en primera instancia sugirió que podría tratarse de la presencia de algas rojas en esa zona, pero décadas después, otros científicos apuntaron a que el color tendría que ver con sales de hierro.
Sin embargo, el nuevo estudio hecho por expertos del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la Escuela Whitihng de la Universidad Johns Hopkins, encontró hierro, pero también cantidades considerables de otros minerales.
¿Qué son realmente las cataratas de “sangre” de la Antártica?
El estudio, publicado en 2022, pero que resurgió en junio luego de que los científicos tras su autoría hablaran con los medios, afirma la presencia de nanoesferas de hierro en estas aguas, y también otros minerales como silicio, calcio, sodio y aluminio.
Las nanoesferas además, serían 100 veces más pequeñas que un glóbulo rojo humano. Si bien, los elementos antes mencionados entran en el grupo de minerales, el estudio recoge que deben existir ciertas condiciones para que lo que hay en estas aguas sea un mineral realmente.
“Los átomos deben estar dispuestos en una estructura cristalina muy específica. Estas nano esferas no son cristalinas, por lo que los métodos utilizados anteriormente para examinar los sólidos no las detectaron“, explicó en un comunicado Kevin Livi, uno de los autores del estudio.
En la misma línea, la investigación detalla que las nanoesferas podrían llevar milenios en esta zona y que al salir a la superficie por primera vez, se alteran. De hecho, la explicación al color del agua es que el hierro, al exponerse al aire, se oxida rápidamente generando el rojo.
Asimismo, el experto enfatizó en la importancia de estas aguas y de conocer más sobre la microbiología de la Antártica. “Hay microorganismos que han existido durante potencialmente millones de años debajo de las aguas salinas del glaciar antártico. Estas son aguas antiguas“, señaló.
¿Por qué son importantes para la exploración espacial?
Tras estos hallazgos, los expertos también hicieron un análisis sobre la tecnología que se está usando en este tipo de estudios, que son similares a algunos aspectos de la exploración espacial, como los estudios del suelo de Marte, por ejemplo.
De hecho, los científicos descubrieron que a los vehículos “rover” que circulan en Marte, les faltaría la tecnología que usaron para analizar las cataratas de sangre de la Antártica, que fueron microscopios electrónicos de transmisión con alta potencia.
Incluso, hicieron la prueba de analizar las muestras con metodologías de los rover. “Con el advenimiento de las misiones Mars Rover, hubo interés en tratar de analizar los sólidos que salían de las aguas de Blood Falls como si fuera un lugar de aterrizaje marciano”, explicó Livi.
“Nuestro trabajo ha revelado que el análisis realizado por los vehículos rover es incompleto para determinar la verdadera naturaleza de los materiales ambientales en las superficies de los planetas. Esto es especialmente cierto para los planetas más fríos como Marte, donde los materiales formados pueden ser nanométricos y no cristalinos”, concluye.
A partir de sus pruebas también determinó que la falta de microscopios como estos en la exploración de otros planetas era un problema a resolver, aunque poco factible por ahora.
“Nuestros métodos para identificar estos materiales son inadecuados. Para comprender verdaderamente la naturaleza de las superficies de los planetas rocosos, sería necesario un microscopio electrónico de transmisión, pero actualmente no es factible colocar uno en Marte”, cerró.