Una cajera de supermercado que gane un sueldo mínimo mensual, le costará a sus patrones 5 millones 800 mil pesos al año. Un sistema de caja automática digital costará unos 4 millones. O sea, el supermercado ahorra 1.800.000 pesos en un año y más de 7 millones en dos años. Y, además, la caja con sistema digital no se equivocará nunca, no tendrá vacaciones, no se unirá al sindicato, jamás pedirá una licencia médica… nunca estará triste, no se enojará… en fin… a ojos de la gerencia, cambiar a la cajerita por una computadora es un muy buen negocio.
Esa clase de cálculos se ha generalizado en el mundo entero. De hecho, hay una cesantía ya gigantesca de trabajadores que realizaban trabajos maquinales, de baja capacitación, que han sido reemplazados por máquinas. Y según avanza la llamada “inteligencia artificial”, la producción de bienes y servicios requerirá cada vez menos participación humana. O sea, habrá menos oferta de trabajo.
A mismo tiempo, cada vez más la “inteligencia artificial”, “AI”, sigue insertándose en nuestras vidas. En las casas proliferan los artefactos que se proclaman dotados de “AI”, televisores, grabadoras y reproductores de sonido, timbres y sistemas de alarma, refrigeradores, lavadoras, lavaplatos, hornos y esas aspiradoras robot que recorren obsesivamente los pisos y bajo los muebles para mantener las casas supuestamente impecables.