El martes 21 de febrero, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, en su cuenta a la nación, informó la suspensión del último de los acuerdos de control sobre el armamento nuclear START que seguía vigente con Estados Unidos, y que autorizaba la inspección recíproca de los arsenales atómicos. Los otros dos acuerdos ya habían sido suspendidos por Washington durante los gobiernos de George W. Bush en 2002; y de Donald Trump en 2019.
Ahora, Rusia podrá, legítimamente, reiniciar las pruebas de un armamento realmente apocalíptico, como la llamada Bomba Zar-2, de hidrógeno y cobalto, de cien megatones, cuya explosión formaría una bola infernal de más de cien kilómetros de diámetro y 70 kilómetros de altura. Y que puede ser lanzada mediante su misil Sarmat, hacia cualquier blanco hasta una distancia de 180 mil kilómetros, a una velocidad hipersónica Mach-8. O, sea, casi 10 mil kilómetros por hora. En menos de una hora llega desde Moscú a Nueva York.