Más de una vez se ha percibido esta obra como una estampa folclórica en cuya historia sus personajes se enfrentan en un contexto de conciliación de clases como gran paradigma.
Aunque son opiniones válidas, no es menos cierto que La pérgola de las flores, estrenada en 1960, con su semblante simpático y tono de comedia musical, refleja formas profundas de la estructura social, política y cultural de nuestro país.
Por eso no es raro que –junto a sus valores artísticos- se le considere un clásico del teatro chileno que dibuja comportamientos sociales que se repiten dramáticamente en el Chile de hoy.
Un hecho real
La versión que dirige Héctor Noguera tiene los mismos soportes que han permitido afirmar que esta obra “se para sola”.
Es un relato de estructura perfecta, solía decir la gran dramaturga Isidora Aguirre sobre el texto que escribió y la letra y música de las canciones de Francisco Flores del Campo.
La referencia es un hecho real, de 1920: el aviso municipal de desalojar la pérgola de la histórica Iglesia de San Francisco, para ensanchar la Alameda y dar espacio al parque vehicular, en beneficio del sector adinerado.
El abuso enciende el ánimo de las floristas que sienten como injusticia una decisión en la que no fueron tomadas en cuenta.
La propuesta también alude al tráfico de influencia que ejerce la aristócrata Laura Larraín (María Paz Grandjean, actriz que el viernes pasado recibió un balín en medio de las protestas en Plaza Italia), en función de conseguir el trabajo de ensanche para su hijo.
Y en el ámbito del poder, el montaje exhibe la actitud corrupta de un alcalde que manipula el conflicto para favorecer sus intereses.
Despliegue dinámico
El director Héctor Noguera, Premio Nacional de Artes de la Representación 2015, entrega una versión vibrante y hace lucir las canciones.
Los 30 miembros del elenco despliegan coreografías que conservan el dinamismo de la comedia y atrapan el interés del espectador, con el fuerte apoyo de la escenografía de Ramón López, diseñada para cambios veloces y armónicos.
A su vez, las floristas son dibujadas de manera arquetípica para subrayar el empuje de las mujeres frente a la amenaza de pérdida del trabajo, mientras se caricaturiza a las pitucas.
También resalta la demanda de respeto, el arribismo e, incluso, el uso de una menor (Carmela) para seducir al hijo del alcalde (Carlucho) en pos del objetivo de las floristas.
Junto con usar proyecciones para mostrar la época, la obra agrega lo actual en la siempre hermosa escena en la pileta con la Mujer de Rojo.
La tradicional Tonada de Medianoche la interpreta Álvaro Córdova en un rol travesti, presencia que alude a respeto por la diversidad.
En síntesis, si se utilizan términos actuales, la obra pone en escena el desprecio de clase hacia los trabajadores, la codicia y avaricia de los ricos y la solidaridad entre sectores sociales… sin perder el tono festivo.
Y, por supuesto, la orden de represión exigida por el poderoso como recurso en apoyo a sus intereses… que solamente en “La pérgola…” no funciona, porque el policía apoya a las floristas.
Gam. Alameda 227. Viernes y sábado, 20.00 horas; domingo 19.30 horas. Entrada general $ 10.000; adulto mayor $ 6.000; Estudiantes $ 4.000. Hasta el 15 de diciembre.