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La presentación de Shawn Mendes aún no terminaba cuando Tool, por primera vez en más de 30 años, irrumpió en un escenario chileno para saldar una de las deudas más lamentadas de la cartelera local. La espera había sido larga. Y los miles de fans que llegaron al Parque Cerrillos ansiosos del debut, con horas de anticipación, lo sintieron en carne propia.
En poco más de una hora y media, Danny Carey, Adam Jones, Justin Chancellor y el icónico Maynard James Keenan hicieron gala de su sabido estatus de músicos de primera línea, con un show tan metalero como sofisticado, intenso, progresivo y vanguardista. En resumidas cuentas, un hit instantáneo del festival que este año celebró su decimotercera versión en el país.
“Jambi” y una versión extendida de “Stinkfist” (con Mendes ya en camarines) dieron la bienvenida a un setlist escogido con pinzas, que entre los seguidores del grupo ya se describe como santo grial. Le siguieron “Fear Inoculum”, “Rosetta Stoned”, “Pneuma”, “The Grudge”, “Parabol” y “”Parabola” (que no venían tocando), “Schism”, “Ænema” y “Vicarious”; todas interpretadas ante un público que, a su vez, tuvo dos opciones de peso, aunque opuestas, a las 22:30: Zedd y Teddy Swins.
Con sonido duro y altisonante, y con canciones que a veces cruzaron los 10 minutos, el grupo ofreció uno de los shows finales más sobresalientes y atípicos de la historia chilena del festival.
La tercera jornada de Lollapalooza 2025, con vocación evidentemente rockera, comenzó, sin embargo, mucho antes del despliegue de los estadounidenses, y en escenarios y shows impensados y aparentemente ajenos.
Lollapalooza 2025: algo más que Tool
Los chilenos Chances recibieron con post hardcore a los asistentes que desde temprano deambularon por los cinco escenarios del festival. Antes, Candelabro y Killua97 hicieron lo propio con los múltiples entusiastas que, a diferencia de los dos días anteriores, disfrutaron de las bondades de un cielo algo nublado durante gran parte de la jornada.
La despedida de Lucybell de Lollapalooza antes de su receso indefinido, topó en horario con el debut solista de Cancamusa en festivales internacionales. La baterista de Los Bunkers, en el escenario techado del parque, resolvió la coyuntura refugiándose en sus incipientes hits y en un invitado sorpresa: el chileno Pedropiedra.
Otro tipo de efervescencia rockera tomó forma en el show del argentino Dillom, que fue capaz de congregar al público de Tool y Sepultura al ritmo de un pogo gigante al atardecer, muestra gráfica del diálogo abierto entre el trap y el punk.
The Marías, que en 2022 recibió un impulso internacional cortesía de Bad Bunny (y la canción “Otro Atardecer”), apaciguó la espera por los números principales en una iluminada explanada, mientras Ovy on the Drums, en clave música urbana, hizo lo suyo al otro extremo del parque.
“La Revuelta” de Los Tres, ahora en formato festival con todo lo que eso implica (la guitarra de Ángel Parra se escuchó baja por momentos), hizo silbar en modo cueca al público cuando la impaciencia por ver a Shawn Mendes ya llegaba a su fin.
Antecedido de una polémica en Lollapalooza Argentina (atribuyó autoría de “Gracias a la Vida” a Mercedes Sosa), el canadiense no sólo repitió su homenaje a la artista chilena (como tantos y tantos y tantos otros), sino también puso al día a sus propios fans tras seis años de ausencia.
Todo eso ocurría cuando Tool puso fin a otra espera musical y emocional, pero esta vez de más de tres décadas. Como es costumbre, y pese al halo excepcional del día 3, la jornada final concluyó con sus ya característicos fuegos artificiales, ahora al ritmo de metal progresivo y con sus vías de salida en funcionamiento.
En total, se estima que más de 240 mil personas asistieron a los tres días de Lollapalooza 2025 en Cerrillos, todo esto en un año donde la residencia de la próxima versión es una incertidumbre tras la aspiración municipal de traer de vuelta, a Santiago, el evento capitalino.
