VER RESUMEN

Resumen automático generado con Inteligencia Artificial

La destacada ilustradora nacional Marcela Trujillo, conocida como "Maliki", sorprende con su última novela gráfica "El viaje de Nina" que fusiona biología, salud mental y memoria. Inspirada por su libro anterior "Diario oscuro", donde relata una depresión a los 49 años, Trujillo explora la conexión biológica a través del ADN mitocondrial y el porqué las mujeres guardan secretos, incluyendo abusos sexuales.

Desarrollado por BioBioChile

Salud mental, biología y memoria confluyen en “El viaje de Nina”, la última novela gráfica de la destacada dibujante nacional Marcela Trujillo, “Maliki”(1969), quien en 2024 no sólo publicó este libro sino también llegó al Museo Nacional de Bellas Artes con “Vanity Fauna”: otro viaje, pero esta vez donde un grupo de animales hembras se entrecruzaban con la estética de la época victoriana.

“El primer germen fue el final de mi libro anterior, el ‘Diario oscuro’, y ese libro es un diario que hice durante una depresión que sufrí a los 49 años, por ahí, ahora tengo 55″, cuenta Maliki a BioBioChile.

“Ese libro termina con una escena donde estoy dentro de una mitocondria con mi mamá. Y esa escena apareció porque en algún momento supe, me enteré, que en las mitocondrias tenemos un ADN que es distinto al ADN del núcleo, que es algo que se supone que todos deben saber, pero que yo no sabía. Lo encontré alucinante: tener un link biológico real con nuestra madre, con nuestra abuela y todo el linaje a partir de ese ADN. Eso me llamó la atención”, agrega.

‘Diario oscuro’ termina con una reconciliación en una mitocondria, pero la idea de esta como un enlace con las mujeres de su familia, de su linaje, siguió dando vueltas en la mente de Trujillo y en otros proyectos.

“Ese libro también cierra con un secreto que le cuento a mi psicóloga: una violación a los 19 años. Ahí dibujo la escena, dibujo lo que pasó en tonos oscuros. Luego, me quedé pensando en qué habría pasado adentro de mi cuerpo al momento de contar este secreto”, explica.

Su respuesta, desde la fantasía, intentaba descifrar “por qué las mujeres son tan buenas para guardar estos secretos, sobre todo si se trata de abuso sexual”. Con esa premisa a cuestas, Maliki dibujó un cómic para la revista Brígida, el cual se lee ahora como el origen de ‘El viaje de Nina’.

“Ese cómic me gustó. Pensé que esto podría ser una historia más complicada, más larga y compleja, que estos personajes podrían vivir realmente dentro del cuerpo. Empecé a contar la historia a varias personas, un poco guiada por esa curiosidad que tenía, eso de que las cosas que uno guarda se quedan en el cuerpo y que hay que echarlo afuera”, cuenta.

Tiempo después, la ilustradora trabajó en “Maliki, un autorretrato íntimo”, que pretendía contar esa historia a través de su biografía romántica. “Todas las escenas sucedían en distintas partes del cuerpo, pero se me enredó todo porque la ciencia tiene algo súper concreto: hay cosas que son y otras que no son”, recuerda.

(P): ¿Entiendes ‘El viaje de Nina’, también, como un ejemplo alternativo de divulgación científica? A pesar que no su temática, algo de eso hay.

(R): Sí, por supuesto, sí. A mí siempre me ha gustado la biología, pero más que nada por un tema de imagen. O sea, siempre me han gustado las imágenes que parecen en las revistas de ciencia… Es alucinante cómo lo explican. A veces es difícil de entender, pero a mí me parece alucinante, porque es una especie de ciencia ficción también: que uno tenga eso dentro, y que tú no estés consciente de que eso está ocurriendo y que ocurra sin ninguna intervención tuya, eso es alucinante. Porque si eso no funciona, nos morimos.

(P): En ‘El viaje de Nina’ el cuerpo es una gran viñeta. ¿Cuáles fueron las referencias pop en este sentido?

(R): Los referentes, así como de la de la cultura pop, pueden ser más bien series de televisión y películas puntuales. Hay un episodio de ‘Rick and Morty’, por ejemplo, donde viajan adentro del cuerpo y es como un parque de diversiones. Hay una película (“Osmosis Jones”) que es de un glóbulo blanco que es un policía, donde actúa Bill Murray, que interpreta a un tipo que es un guardaparque súper sucio, entonces se come algo del suelo y le entra un bicho. ‘Érase una vez el cuerpo’, también: un programa de animación en 2D que viajaba también por el cuerpo, pero era un programa para enseñar, netamente de divulgación.

(P): ¿Cuáles comentarios te han llamado la atención sobre este libro?

(R): Me han comentado que es como un viaje alucinógeno, que les parece desbordado. Como no tiene viñetas, tiene esta cosa de que tienes que decidir a dónde leer, porque yo apuesto a que la persona lea como yo quiero que lea, pero no pongo viñetas, entonces todos los dibujos están sueltos y moviéndose, porque quería que fuera como el cuerpo, que está todo fluido, que es todo húmedo. Entonces, si le ponía viñetas, no iba a dar con esa idea de que el cuerpo es algo sin límites.

(P): Tus proyectos han puesto a las mujeres en primera línea, como protagonistas indiscutidas. Y hoy, en la ilustración chilena, por ejemplo, pareciera que hay una predominancia de ellas. ¿Es tan así?

(R): Yo estoy siempre moviéndome en un mundo donde hay muchas ilustradoras. O sea, sé que hay ilustradores porque siempre han habido, y quizás son más conocidos, son más famosos, no sé, Alberto Montt, Mala Imagen, o Liniers, por ejemplo, pero yo conozco muchas ilustradoras. El mundo de la ilustración está muy conectado con el mundo de la educación infantil, y ese mundo es muy comercial: es un mercado que funciona mucho en Chile. Hay muchas ilustradoras, distintas. Algunas se agrupan, otras muchas se han ido a estudiar afuera, y vuelven. Entonces sí, conozco a muchas ilustradoras, a pesar de que yo ya no me estoy dedicando tanto a eso.

Maliki y "El viaje de Nina": "Pensé en qué pasa adentro del cuerpo al momento de contar un secreto"
PRH