Sesenta y siete años después -en el año 2019- Alex Rey viajó por la misma ruta del “Fúser” en La Ponderosa II, con su amigo Alberto Granados, también médico, desde las pampas argentinas hasta la Venezuela de Nicolás Maduro. Pasando por el Lautaro de Jorge Teillier, sincerando al “Che” y a bordo de La Jhendelyn con 650 cc.
Por Marcel Socías Montofré
De partida se nota el buen propósito de Alex Rey en su libro “Che. Notas de motocicleta”. Un relato verosímil, sin grandes aspavientos ni exceso de retórica. Más bien un libro estructurado en el formato de un diario de viaje, como en la película “Diarios de Motocicleta”, protagonizada por Gael García Bernal.
Aunque, en este caso, es el propio Alex Rey quien se calza el casco y la moto. La Jhendelyn. Una Suzuki LS650 por la Ruta del “Che”. Más de 25 mil kilómetros desde San José de Maipo en Chile, pasando por la Argentina de Macri con Cristina y hasta la Venezuela de Nicolás Maduro.
No es lo mismo sesenta y siete años después.
Aunque tiene algo de redención vital. No precisamente del “Che” Guevara, que en Argentina no despierta el mismo entusiasmo del merchandising que en Europa, aunque todavía tiene ese instinto del joven viajero a lo Rimbaud –hoy en día sería como viajar a Tailandia o trabajar en un crucero-, algo así como un River Phoenix en “Cuenta conmigo”.
O un Jack Kerouac “En el camino”.
Pero asumiendo desde la página 1 -de las 315 que contiene el libro- que “planeo realizar la ruta de Ernesto Guevara de la Serna -el “Che”- con el fin de vivir un sueño, que si no lo cumplo ahora pasando los cincuenta, nunca lo voy a hacer. Recorrer Sudamérica montado en una moto para impregnarme de aventuras, conocer gente, dar la vuelta por el vecindario”.
Por la ruta del teclado
Eso se agradece de Alex Rey. Es un relato sincero. Como transcribir las notas de viaje a un archivo en Word y luego enviarlos a la imprenta. Pero antes vivir y viajar la historia. Mucho antes de contarla por escrito. Experimentarla. Incluso a riesgo de tormentas, accidentes, decepciones, yesos y extensiones de un camino que recorre la ruta del “Che” aportando con datos inéditos.
Como descubrir un “Che” Guevara atrapado por su leyenda, apenas un objeto de culto y museo pasando por Córdoba, Rosario y Buenos Aires. Ni hablar de la Provincia de Neuquén. Están más preocupado del proyecto petrolífero “Vaca Muerta”.
Pero eso no detiene el camino ni el libro de Alex Rey. Más bien lo acrecienta. Porque se vuelve una crónica renovada. Mucho menos edulcorada que la película “Diarios de Motocicleta”. Más cercana a un sinceramiento.
Como en la página 44, pasando por el barrio de Caballito en Buenos Aires y el diálogo con el anticuario de la calle Rojas 129, cerca de Yerbal:
– “¿Vos sabés qué inspiró a Granado y Guevara a este viaje? Te lo diré. Esto me lo confidenció el propio Alberto Granado, que vivió conmigo tres meses. Fue Albert Schweitzer, el médico y organista, premio Nobel de la Paz, que construyó un hospital para curar negritos en África. Ellos viajaban con el mismo propósito. Buscar un lugar donde instalar un leprosario y hacer investigaciones médicas para curar la lepra en Sudamérica”.
Pasando por Chile
El viaje y homenaje de Alex Rey también pasa por Chile. Cruza desde Bariloche a Osorno, Valdivia y Temuco, donde se pierde la Ponderosa I y hasta se pierde el “Che” Guevara en una noche de juerga y varios campesinos del sur de Chile que no estaban disponibles para redimir la historia. Allá recién en el año 1952.
Mucho antes de Playa Girón el ‘59.
Aunque también pasa por Lautaro –el viaje del “Che” y también el de Alex Rey en su libro del 2019- y hasta viene a la memoria, aunque nunca precisado por buena fuente, la posibilidad de que en la ciudad de Lautaro el joven Ernesto Guevara de la Serna conociera al también joven poeta Jorge Teillier.
Si bien no se consigna en el libro, se sabe que Martín Huerta, viejo periodista de La Nación de Chile –cuando era de papel el diario- conoció a Teillier, estuvo en Woodstock y alguna vez consignó el encuentro del “Che” Guevara con el poeta de los lares.
“Hay registros en Google de aquella tarde en que el “Che Guevara” y Jorge Teillier se fueron de rally raid por Lautaro y Temuco”, recuerda siempre el caricaturista Azarías Muñoz Zúñiga.
Hay amores y sinsabores
Pero también hay transparencia. Como desmitificar la historia oficial. Bajarla del pedestal y subirla a una historia humana. Como la historia de “Chichina”. El apodo de María del Carmen Ferreira. La novia del “Che”, Ernesto Guevara, que en los tiempos de su paso por el rugby colegial fue nombrado como el “Fúser”.
O también el paso por Miramar, en Argentina. Como en la página 56:
“¿Qué hubiese sucedido si Ernesto no se hubiese ‘tirado’ a la empleada? Lo más probable es que ‘Chinchina’ hubiese aceptado la propuesta de matrimonio de Ernesto. Granado hubiese tenido que seguir solo en La Ponderosa y retornar derrotado a Córdoba y Guevara no hubiese sido el ‘Che’, habría sido el doctor Ernesto Guevara de la Serna, experto en leprología e infectología, con una oficina en Córdoba, heredero de la gran fortuna de los Ferreyra, un burgués millonario”.
Ruta transparente
Pero Alex Rey sigue viaje. Pasa por el desierto de Chile y Perú -igual que el “Che”, pero con más transparencia-, porque se cuenta de lo cierto más que de lo políticamente correcto. Es un viaje sincero. Como los poemas de Roque Dalton antes que fuera censurado por la crítica oficial allá en El Salvador.
Por eso se sigue leyendo. Como en la página 212, pasado por Cúcuta en la frontera de Colombia con Venezuela:
“Por la carretera veo centenares de venezolanos andantes. Mujeres empujando coches con guagua en su interior, y sus otros hijos caminados detrás. Van mal vestidos. Algunos nos quedan mirando con su cara torva, diría con algo de resentimiento. La gran mayoría son jóvenes guajiros que han salido de Venezuela asediados por la falta de comida, en busca de dinero para enviar remesas a los que han quedado”.
Tema que no fue tema para el “Che”. Una Sudamérica sesenta y siete años después. No es lo mismo. Pero mejora en el relato. Es más sincero.
Tal como le escribió un joven Ernesto “Che” Guevara a su madre luego del viaje. Ocho meses después: “Yo, no soy yo”.
Sudamérica tampoco es la misma.
Con el libro de Alex Rey ocurre lo mismo. En un mundo en movimiento la historia siempre es nómade.
Che. Notas de motocicleta
Alex Rey
Printed in Chile
2019