“Era un relajo no entender alemán al día siguiente de la firma, caminar por las calles, sentarme en el asiento verde del tren y, en vez de palabras, oír sonidos. Desaprender a hablar y escuchar de nuevo el ruido blanco del mundo”, fragmento del libro.
Por Francisco Marín Naritelli
¡Qué difícil es indagar en la historia familiar! ¿Cuántos secretos corren el riesgo de ser revelados? Enrique Winter (Santiago, 1983) emprendió la titánica tarea entre testimonios, documentos y fotografías, incluyendo un viaje a las raíces, inverso al de sus ancestros: de Chile a Polonia, para esclarecer la genealogía y deshacer los olvidos.
La novela parte en 2008, cuando ya una anciana Krystyna Modzelewska acumula pilas y pilas de basura en su casa de La Reina, hasta que los vecinos hacen una denuncia en Carabineros, por abandono familiar y malos olores, obligando la aparición de su hijo y nieto; y una amenaza de desvalijamiento. De eso y más se trata Sobre nosotros callaremos (Provincianos Editores, 2021).
La propuesta de Winter nos envuelve. Una abuela, un hijo, un nieto, un caserío luterano y la época prusiana, las máquinas como epítome de la modernidad, revoluciones y títulos nobiliarios, el infame Ahnenpaß y la Segunda Guerra Mundial, los anhelos y desilusiones, los romances y las muertes, muchas muertes, el hambre y la sobrevivencia, Chile, Allende y la dictadura, …todo un tronco familiar de nombres y apellidos difíciles enraizados en un territorio en guerra constante.
El autor, desde el presente, bien nos podría hablar sobre la desaparición de una familia, simplemente, hilvanándose como si los sucesos transcurrieran ahora en ese eterno presente diferido que es el pasado (habríamos de recordar a Benjamin), entretejiéndose, además, en una narración donde la memoria es trabajo, investigación, pero también sutilezas, curvas y zigzagueos.
“Apenas morimos nacemos para la ficción, apenas dejamos de responder nos interpretan” (pág. 412).
No siempre los protagonistas, y lo sabemos, lo recuerdan todo. O lo quieren recordar. Como indican Taylor y Bogdan, cuando abordan la entrevista en profundidad como técnica cualitativa, no existen datos, sino discursos. El material es la palabra y ésta es falible. Entonces, debe haber un equilibrio entre revelación y ocultación. Porque nunca lo que se cuenta es tan auténtico y claro. Dice, en este sentido, el narrador:
“La memoria es menos dada a la verdad que a complacernos momentáneamente” (pág. 54).
Otro aspecto por destacar es la permanente tensión entre lo propio y lo foráneo, el pool de decisiones que nos constituye, urdiendo raíces también en los imprevistos. Aquí nos hacemos parte de la extrañeza que siente el narrador interrogándose sobre la naturaleza de los vínculos, donde no es directamente asimilable, en una cadena de causa/efecto, nacimiento y felicidad:
“Qué vínculo podía tener con esos lugares como para venir a buscarlo, por qué había elegido los sitios donde nacieron y no donde fueron felices, si lo fueron en alguna parte, donde hubieran llegado por una decisión de aquellas que nos hacen quienes somos y no por las circunstancias más o menos arbitrarias bajo las cuales nos parieron” (pág. 62-63).
Ciertamente, siguiendo a Paul Ricoeur, la memoria no es una meta alcanzada, una estación terminal. Al contrario. “La fidelidad de la memoria es un deseo, que puede trampearse, traicionarse”. Lo que nos recuerda Winter es que siempre es posible el viaje. Y el viaje lo vale para luego abrir las maletas y desempolvar tantas vidas y tanta sangre. Vaya a saber uno qué se va a descubrir, cuántas certezas que creíamos sólidas pueden flaquear, y cuántas luces sobre el pasado –aunque a veces doloroso– pueden arrojarnos una nueva comprensión de lo que fuimos, y más aún, de lo que somos y posiblemente seremos.
Sobre nosotros callaremos
Enrique Winter
Provincianos Editores, 2021
444 páginas.