Hemos recibido este texto del poeta Guillermo Riedemann. Al modo de una catilinaria, para publicarlo y compartirlo en su profundidad reflexiva y crítica.

Hermosillo & Paulsen Inc

Creo que ayer vi a Hermosillo
en la Batuta de fin de siglo

El vocalista de los Fiskales
era un chico de Punta Arenas

En la barra atendía Vallejo
Alguien rodaba por la escalera

No cabía un alma, todos
contra todos bailaban y saltaban
levantando los brazos
pero no había nada arriba,
solo unas luces raras y el techo

Estoy casi seguro, era Hermosillo
Lo acompañaba el pistolero de La Reina

Después cantó Charly con el Negro
No estoy seguro, no puede ser
En un rincón sonreía el director de cine
hijo del abogado amigo de Paul Schäfer

Alguien le tocaba un hombro,
alguien decía palabras importantes
Era la voz de Hermosillo, seguro

Venían a buscarlo Valencia y
su amigo Elizalde, tenían que irse,
se despidieron agitando
una mano, desde la barra
Vallejo gritó -la casa paga

Volví a la calle, en el Insomnio
unas mujeres me querían
entregar panfletos, mi madre zurcía
unos calcetines, al otro lado
de la calle había fiesta, al fondo
del pasillo una urna, en la urna
un niño dormía, las puertas abiertas
eran las anfitrionas de la muerte

La plaza se vaciaba, todo se vaciaba, Hermosillo entraba con Insulza
en La Cucaracha, el capitán planeta
y Ottone recibían en Caleu al yerno
de José Ramón y a Pérez de Arce,
el ciclón se acercaba más y más

Sentía los párpados pegados
o era otra vez la vieja historia
de la gallina ciega abandonada
en el patio de la casa patronal

(© Esteban Navarro, Labranza)