“No es para nada raro ver a esta manada de lobos anclada al morro, con la marea cubriendo sus faldas, como una tropa de muchachos angustiados, llorando lágrimas instantáneamente congeladas; incrédulos, comprendiendo en ese mismo momento lo que se avecina”, fragmento de “Corral”.

Por Francisco Marín Naritelli

Un cruce, un diálogo. Divagaciones. Muchas palabras. Lo explícito y lo intuitivo. El Eros y el Tánatos.

Nicolás Poblete (1971), periodista, traductor y doctor en literatura, es un tipo generoso. Si le escribes, te responde. Si puede, te ayuda. Eso es toda una rareza en el mundo de la cultura nacional. Además de prolífico y culto.

Sus producciones, entre las que se cuentan Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio o Succión, deambulan por la ferocidad, la sangre y algunos atisbos de luz aunque muchas más penumbras, o bien oscuridad. De frentón. Hablamos de lo descarnado, de lo incómodo, de lo torcido, de esa naturaleza humana tan bestial como hermosa. Porque, como dijo alguna vez Slavoj Žižek, el arte es cruel, porque la vida lo es.

Atisbos y Corral

Abrimos el telón de esta entrevista con ocasión de Atisbos, un poemario frenético y desamparado, y Corral, una novela con tintes de thriller político y novela negra, ambientada en el sur de Chile. Ambos publicados por Cuarto Propio, su casa editorial.

– Lanzaste dos libros el mismo día. Más allá de este dato circunstancial, ¿Se puede establecer alguna vinculación entre ambos?

“La verdad es que no. Son muy distintos y, aunque los poemas tienden a ser narrativos, no pudieron transformarse en relatos, y quedan precisamente como atisbos, heridas. La novela está escrita en un género más definido.”

– Atisbos es tu segundo libro de poesía. Considerando que tu obra está más inclinada a la narrativa, ¿Cuál fue la motivación principal? ¿Qué te hace decidir cuándo es poesía o novela o cuento? ¿Depende de la temática u otra cosa?

“Es posible que cualquier tema sea susceptible de ser trabajado como narración o poesía. En el caso de Atisbos, la producción del volumen fue motivada por un historial muy duro, una suerte de bitácora psiquiátrica que incluye documentos de distinto tipo, desde recetas médicas hasta los protocolos para donar sangre o certificarse en una clínica psiquiátrica. Suena esotérico, pero hay una zona ciega que uno no alcanza a ver y que “decide” por ti. En el caso de Swimming the witch, los poemas surgieron como extensión de la novela Dame pan y llámame perro. Ahí, los dos personajes principales comenzaron a manifestarse como poemas, y en inglés, para seguir penando…

“Esto es relativo, pero en los cuentos la narración es más acotada, tanto en el tiempo como en la agencia de los personajes. En la novela, que es lo que más hago, hay un trayecto más amplio, desarrollo y resolución. Personalmente me interesa la creación de personajes, entonces en una novela puedes hacer esto con varias dimensiones.”

Editorial Cuarto Propio

Seguir funcionando

– Me quedé pensando en las palabras de Gladys González respecto a “industria sintética que dispensa y almacena la sobrevivencia”. Recordé también la película argentina Descansar en paz, donde un hombre, para escapar de sus deudas y la presión familiar, decide aprovechar la circunstancia del atentado a la AMIA para fingir su muerte y desparecer. Antes de eso, el clonazepam es su placebo. ¿Qué sociedad es aquella, occidental por cierto, donde las farmacéuticas y las pastillas condicionan la vida, y nos vuelve funcionales al sistema social? ¿Podemos hablar de Atisbos en ese marco de interpretación?

“Absolutamente. Gladys dio en el clavo con su interpretación. Nuestro país, en particular, es muy grosero en ese sentido. Mira la proliferación de farmacias y el mercado feroz que hay detrás. Hay días de descuento para remedios contra la depresión, para la próstata, etcétera. Es necesario seguir funcionando, como sea, para ser productivos y demostrar prosperidad, a toda costa, o sea, empastillados a más no poder.

“Por otra parte, hay un discurso muy cínico. Es lo que de evidencian discusiones como las sobre el aborto o la eutanasia, donde se habla de vida digna, etcétera. Pero nadie habla de la indignidad de vivir en condiciones paupérrimas o de cómo se llenan los bolsillos los recintos para adultos mayores. A nadie le interesa la dignidad de un anciano o que viva hasta la eternidad. Lo que importa es que siga pagando y pagando…”

– La razón y la depresión parecen ir de la mano: la perturbadora conciencia del mundo y nuestra amargura ante la constatación de que muy poco puede cambiar. De que no somos actores privilegiados de la historia… ¿crees que la existencia más bien es un acto de fe? Pienso en Atisbos, cuando uno de los sujetos poéticos dice “Se pueden burlar de mí por tener fe, por no haberla/ perdido aún. /Pero sin fe sería equivalente a tu depresión, que me /tienta”.

“Sí. En esa idea se evidencia que la persona depresiva tiene la razón y el sujeto poético sabe que es así, pero se resiste a ingresar en la oscuridad, que es real. Eso es bien terrible, porque si eres una persona racional, comprendes que la fe es, en el fondo, un deseo atávico, como también puede serlo la intuición. Nuestra realidad, como seres mortales con poca agencia, hace que muchos se anclen a la religión o a otros portales de esperanza. Porque si no, ¿qué puedes hacer? En casos más frecuentes, el trabajo como alienación sustituye a la reflexión, cual droga. De ahí la compleja problemática de la jubilación o la cesantía.”

Decir basta

– Pienso en este verso: “Nuestra lectura es rápida pero exhaustiva/ Absorbemos todo, como huérfanos hambrientos, ávidos/de nutrición”. Eres un escritor muy prolífico y muy exhaustivo, en cuanto investigación, documentación (lo del SML, por ejemplo) ¿cuándo dices basta?, ¿cuál es ese criterio que permite que un libro tuyo salga “del horno”? ¿Cuándo dices que ya ha sido suficiente y que debe publicarse?

“Generalmente en una novela esto es más evidente, sobre todo si está escrita bajo un género donde, por ejemplo, tienes el final definido de antemano. Contrario a otros, me encanta la etapa de investigación y puedo estar en eso años. Pero llega un momento donde captas que hay cosas que no sirven o son innecesarias.

“En los poemas creo que es distinto. No tengo mucha experiencia en esa área, por eso, tiendo a pensar que se podría seguir ampliando un conjunto de poemas. De hecho, esto es algo que muchos poetas hacen. En el caso de Atisbos, sentí que ya estaba completo con el último poema que, en realidad, es una ampliación del primero.”

Editorial Cuarto Propio

Corral

– ¿Cómo surgió Corral? ¿Y la elección de esta ciudad sureña? Y en cuanto a la descripción del espacio, ¿cómo fue el proceso de investigación?

En la década de los 80 visité a un tío abuelo mío que vivió toda su vida en Corral. Él pasó por el terremoto y el maremoto. Vivía en una casa bien rústica y, cuando llegamos, nos hizo unos congrios fritos recién sacados del mar. Aunque yo era chico, me quedó grabado el escenario, esa zona salvaje, con un agua turbulenta, el ferry, el paisaje. También fue muy impactante estudiar sobre la zona y sus fuertes, que aún nos sacan en cara la colonia que fuimos. Volver a Valdivia, décadas después, me permitió ver con más claridad la zona, la hermosura del río Calle-Calle, la fauna, la flora. Suena cursi, pero sí que es un lugar mágico en muchos sentidos.

– Hay, en tu narrativa, algo que se desliza y no es del todo aparente (aunque a veces sí). Lo violento, lo ominoso, lo abyecto, lo monstruoso, asociado a distintos sectores sociales pero con un denominador común: la degradación moral y humana. Ese abismo al que todos podemos caer o permanecer. ¿Cuáles fueron los elementos de continuidad y de diferencia en este libro respecto a los anteriores?

“Creo que es verdad lo que dices. En el caso de Corral, intenté llevar esto al ámbito militar, para lo cual tuve que estudiar, porque no conocía mucho esa área, la jerarquía, etcétera. Aquí hay novedad, en el sentido de que hay un narrador heterodiegético, tercera persona, omnisciente, distinto a mis dos últimas novelas que están en primera persona. Creo que es más llano en ese sentido y nos plantea preguntas que es necesario hacerse, como ¿cuánto estoy dispuesto a transar por un beneficio? ¿Es verdad que todos tenemos un precio? ¿Cuál es el valor de la lealtad? ¿Cómo se concibe el orgullo como emoción?

“Es difícil tener perspectiva con la propia obra, pero creo que todas las novelas son distintas, más allá de sus comunes denominadores: cómo enfrentamos el miedo, en qué momento salimos de la norma, cuál es el costo social de esto, con qué nivel de ceguera nos sometemos al mercado o cómo somos embaucados por él a través de supuestas causas altruistas…”

– Siguiendo con lo anterior, la trama de Corral se centra en hombres enfrentados al castigo y a la indiferencia, “vulnerados” en su masculinidad. ¿Crees que es complejo, hoy en día, escribir sobre este tipo de hombres? ¿Es un desafío? ¿Influyó en esta elección el contexto de que los personajes hayan sido parte de una institución militar?

“Claro que sí. Al tener personajes asociados a la institución militar, esto se hace más evidente. Podría decirse que un militar es una dramatización de lo masculino. Lo complejo, hoy, es ver las trampas que se han tendido para camuflar el poderío y hasta la toxicidad masculina.

“Soy escéptico y no creo que, más allá de ciertos discursos de nicho, haya una real voluntad por la paridad o la incorporación de minorías en esferas laborales amplias. Más bien, hay una fragmentación y una hiper compartimentalización que da la impresión de diversidad, pero donde no hay interacción, donde hay muy poco diálogo. Personalmente, lo percibo como guetos dentro de guetos.”

– Hablando de contingencias, está el caso reciente del conscripto muerto en Putre, que recuerda a Antuco en 2005. De hecho, tu libro hace referencia a este hecho con ocasión de la señora Ernestina y la muerte de su hijo. ¿Buscabas abordar ese mundo de instituciones jerarquizadas y de códigos tan estrictos, donde siguen ocurriendo este tipo de tragedias? ¿El mundo militar o de Carabineros puede ser un tema literario atractivo de escudriñar?

“Sí, porque la jerarquía es muy evidente, tal como lo es en el ámbito eclesiástico, donde la jerarquía también es muy tensa. No partí pensando en Antuco, sino que, investigando, leí el testimonio de un mayor. Hacía un recorrido por su historia y, en el momento de hablar de Antuco, cambiaba el tono, se tornaba emocional, porque esta es una tragedia, entonces ahí algo me hizo clic.

“Adicionalmente, quise hablar de realidades muy presentes en nuestra historia, como la impunidad y la jerarquía. Nuestro país es muy clasista y todos podemos ver las diferencias en el trato cuando se trata de otorgar castigos penales, por ejemplo. También, comprender que, queramos o no, todos estamos en una jerarquía, ya sea familiar, laboral, emocional…”

– Me detengo en esta oración: “La señora Ernestina le hizo un gesto a Nelson para que la siguiera y, cuando estuvieron al lado del lobo muerto, Nelson vio que el ojo sí había sido vaciado. ¿Cuántos picotazos habrá necesitado el pájaro para extraer el ojo?”. Pienso que en tus libros el tópico de lo animal es inexcusable. Algo que cobra especial relevancia en libros como Dame pan y llámame perro. ¿Cómo se da esta vinculación o yuxtaposición entre lo humano y lo animal?

“Soy un biólogo o, más bien, un etólogo frustrado y, como es obvio, salvo en algunas excepciones, siempre está presente el reino animal en mis escritos. En este caso particular, la zona me permitió salir de los animales más urbanos, para incorporar lobos marinos y nombrar, por ejemplo, pumas, pudúes. Para darle dimensión a los lobos, estuve instalado dos semanas frente a la reserva que tiene la Facultad de Ciencias marinas de la Universidad Católica de Valparaíso en Viña, donde hay una colonia de lobos. Menos mal que tenía tapones para los oídos porque en la noche el sonido era impresionante.

“En Dame pan y llámame perro puse el tema de la tenencia responsable, que me parece muy importante. Los animales también son proyecciones y nuestras relaciones con ellos permiten hablar de cómo es convivir con otras especies. Son vínculos fascinantes.”

Temáticas

– Dada tu prolífica producción literaria. ¿Qué se viene más adelante? ¿Qué temática te gustaría tratar? O, incluso, ¿qué temática sientes que te puede desafiar? ¿Hay temáticas más desafiantes que otras?

“Sí, creo que hay temáticas más desafiantes que otras. Por ejemplo, escribir sobre uno mismo, que suele ser moda, no me parece para nada desafiante. Salvo que tu propósito sea pornográfico o directamente comercial.

“Las temáticas más desafiantes quizá tienen que ver con tabúes y, precisamente, en eso estoy ahora. Tengo dos ideas que estoy desarrollando. Una de ellas tiene que ver con el modo en que llegamos a una secta, que puede ser una secta de una sola persona, por ejemplo, una pareja que te secuestra. Quiero explorar el límite o la relación que hay entre la pasividad y el masoquismo…”