“Un relato sorprendente, sospechoso, científico, político, tierno, divertido. Y contiene una honda reflexión sobre la condición del hombre en estos tiempos un tanto huracanados que vivimos”, fue la opinión del escritor Poli Délano sobre la saga. Imposible no estar de acuerdo después de leer a Diego Muñoz Valenzuela y la saga del Cyborg.
Por Marcel Socías Montofré
Tampoco escatimó elogios Ramiro Rivas para “Los Sueños del Cyborg”: “Diego Muñoz, al crear esta simbiosis genérica en su relato, con elementos tan dispares como la ciencia-ficción y el realismo sociopolítico, logra una originalidad narrativa pionera en nuestro medio”.
No exagera. Con una obra extensamente traducida a más de diez idiomas, Diego Muñoz Valenzuela (nacido en Constitución, 1956), fue reconocido en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, como uno de los “25 secretos literarios a la espera de ser descubierto”.
Ya es hora de descubrirlo, entonces, disfrutar leerlo. Y “Los sueños del Cyborg” resulta una buena oportunidad. Por ser la cuarta entrega –una suerte de tetralogía en reflexión- de una saga que también incluye “Flores para un Cyborg” (1997), “Las criaturas del Cyborg” (2011) y “Ojos de Metal” (2014).
Todas de un notable género negro disfrazado de ciencia-ficción para saltar como lobo a mostrarnos –con buena prosa y memoria- a un Chile inserto en la novela social moderna, desde Valparaíso a Johannesburgo.
Esa buena literatura ecléctica es la que resulta atractiva de leer y hasta sumergirse en “Los sueños del Cyborg”. Para meditar no sólo del futuro. También del presente y sus posibles derivadas, como se podría pensar en física cuántica.
Sobre todo, mantenerse atento a las reflexiones de Tom, el ciborg, a su expresión más profunda, en sus sueños y hasta en cierta angustia distópica como en el diálogo de la página 159:
“Si fuera por eso -habría tenido que reducir excesivamente mi lectura de autores del siglo XX y dejar fuera a varios de los mejores. Pero, como bien sabemos, una cuestión son las declaraciones de principios y otra –muy distinta-, la realidad”.
Tan notable como el diálogo de la página 88:
“Imagino que usted piensa que nuestras mentes podrían funcionar de una manera parecida. No puedo descartarlo. Pero a pesar de ciertas innegables semejanzas, es más previsible que nuestros pensamientos se produzcan de una manera totalmente diversa. Usted es una persona de carne y hueso y yo una máquina. Esa es una diferencia esencial”.
“León lanza una risa aguda y gutural, casi infantil”.
¿Y usted se cree esa patraña de que la constitución física es determinante en la generación del pensamiento?”.
Por cierto, genial ese paso por la Teoría de la Habitación China, de John Searle. Como también el buen sustento de realidad -tecnológica, como también social y política- en el proceso creativo de Diego Muñoz. Lo verosímil de su fantasía literaria. Su manera de convocar a la reflexión histórica -la presente y la futura- a través de “Los Sueños del Cyborg”.
Como en las páginas 245-246. Dando vuelta la página, pero no la experiencia:
“…Si yo estuviera en su lugar, pensaría muy bien mis próximos pasos. Es un segundo fracaso. Basta con el asunto en el bunker de Nueva York. Génesis no estará dispuesta a escuchar explicaciones”.
La amnesia, la recuperación de la memoria, el poder absoluto, el fascismo, la inteligencia artificial, la corrupción humana, la procreación de la ética y el proceso de humanización de las máquinas, son dudas por las que también atraviesa el libro y por donde se sugieren oportunas reflexiones.
Por cierto, todo en un formato atractivo, de ciencia ficción, en lo que podría considerarse neo-novela policial y social, en los soliloquios de Tom, el cyborg, los diálogos con su creador, Rubén Arancibia, los amigos de la resistencia y los asesinos que vienen en camino.
Como también la paráfrasis de Frankenstein o el moderno Prometeo.
Las dudas siempre empiezan por la condición humana. O terminan con ella. El bien, el mal y la capacidad de arbitrio convertida en algoritmo.
Interesante.
Queda abierta a la lectura, como todo en el futuro. Y a un final más que inteligente. Como todo en la novela “Los Sueños del Cyborg”. Como en el brindis de la página 249, en oportuno homenaje a Enrique Lihn: “Todo lo íbamos a resolver ahora/Teníamos la vida por delante/Lo mejor era no precipitarse.”
Incluso hay espacio para el sentido del humor, como en la página 16:
“No te olvides que tú eres mi creador y tuve que soportarte desde mi primer día. Y ahora, como si fuera poco, te apareces hasta en mis sueños. Hasta pronto, grasienta bola de car-ne”.
Mientras, se sabe en las páginas del libro, brotará alguna lágrima en los ojos del Cyborg. Lo hermoso es darse cuenta por qué.
Los sueños del Cyborg
Diego Muñoz Valenzuela
Simplemente Editores
2022.