Hablar de Pablo Neruda, fallecido un día como hoy de 1973, es hablar del más importante escritor masculino que ha tenido Chile en su historia. El premio Nacional (1945) y Nobel de Literatura (1971), además del Golden Wreath (Corona de Oro) de 1972 y decenas de reconocimientos internacionales, son prueba suficiente de ello.
Pero hoy en día, su nombre también es sinónimo de debate y controversia a raíz de una nueva relectura de su obra, esta vez bajo el prisma de sus datos biográficos y de las acusaciones de abuso sexual y abandono que pesan en su contra.
El largo mantra de loas y premios ha dado paso a variadas críticas y juicios de valor hacia su figura, y en específico, hacia cómo lidió con las mujeres y su propia familia en su vida privada.
Todo comenzó entre 2017 y 2018, cuando rondaba en Chile la idea de renombrar el principal aeropuerto internacional del país, actual Comodoro Arturo Merino Benítez (pionero de la aviación local), con su nombre.
Fue la diputada Carolina Marzán quien apoyó con mayor fuerza este misiva: “Queremos que cuando los extranjeros y turistas pisen suelo chileno, lo primero que vean sea el nombre del poeta Pablo Neruda”, dijo.
Las protestas de grupos feministas y agrupaciones conservadoras no tardaron en llegar. Y entre los argumentos en contra, adquirió otro valor un extracto del libro autobiográfico Confieso que he vivido, donde el autor relata la violación de una mujer a sus 24 años y la relación difusa (y al menos discutible) con su única hija, Malva Marina, a quien abandonó en su infancia.
El primero de estos reproches fue expuesto luego que el extracto de su encuentro sexual con una mujer en Ceilán se viralizara en redes sociales, en días en que la igualdad de género urge como una urgencia mundial.
“Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama”, narra el poeta.
“El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”, acota.
El revisitado caso de Malva Marina, su hija con hidrocefalia que abandonó cuando era una niña, también contribuyó al deterioro de su imagen.
Mark Eisner, autor del libro biográfico Neruda. El llamado del poeta, indicó a la BBC que aquel episodio fue más que cuestionable, dado que Neruda se avergonzó y renegó decididamente a su propia hija.
“Hay varias cartas que se conservan en las que la madre (Maryka Antonieta Hagenaar) le pide dinero desesperadamente, le dice que cumpla con sus tareas de padre, porque Neruda se desentendió de ellas, muchas veces no les pasaba el dinero y ellas estaban atravesando una situación muy dura por la II Guerra Mundial”, sostiene.
Los críticos
Para Grínor Rojo, director del Centro Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de Chile (Cecla), las razones detrás de este emplazamiento al poeta se remontan desde 1940, y responden a un esfuerzo del “establishment” por minimizar su influencia.
“Neruda es una figura de la literatura universal, no es un poeta de Sudamérica, es uno mundialmente reconocido. El único lugar en el mundo donde pasa esta tontería, es en Chile”, señala a BioBioChile.
En relación a las críticas a su obra basadas en la biografía del autor del Poema 20, es enfático: “Es una estupidez teórica asociar la literatura de un individuo con su biografía. Si hacemos eso, deberíamos eliminar las tres cuartas partes, o más, de la literatura mundial. Es ignorancia, no más”.
En esa línea, aporta un ejemplo: “Con Madame Bovary, una de las novelas más importantes del siglo 19, que es una sobre un adulterio, su autor Gustave Flaubert fue objeto en su época de todo un proceso judicial por el adulterio de su novela. Eso es estúpido, es una consecuencia del absurdo”, añade.
A su juicio, las intenciones detrás de estas “funas” esconden un esfuerzo mayor: “Neruda ha ido objeto, en este país, desde los años 40 en adelante, de una campaña de descalificación sistemática que ha venido de parte del establishment, con el fin de restarle importancia”.
Lo anterior, a su juicio, no se resume sólo al descrédito del escritor, sino también al reconocimiento de otros nombres en su desmedro. “La gente joven está dispuesta a comulgar con esa polémica”, sostiene.
Para la académica y escritora Macarena Urzúa, docente de la Escuela de Literatura de la Universidad Finis Terrae, Neruda va más allá de lo polémico, volviéndose un actor altamente complejo.
“Es una figura compleja porque hoy en día tenemos más antecedentes para leer y conocer su obra. Entonces tenemos más referencias críticas, más estudios. Esta lectura de Confieso que he vivido siempre ha estado allí, siendo de los años 70, y eso desde la perspectiva del feminismo y la reivindicación es algo más reciente”, sostuvo
“Está esa parte repudiable, pero como toda persona compleja también está ese lado donde ayudó a los inmigrantes republicanos, actuando como cónsul, para traerlos como exiliados de la Guerra Civil Española a Chile (…). No era sólo Neruda el poeta, sino que tenía una postura siempre estratégica y fue parte del mundo intelectual”, agregó.
De acuerdo a Darío Piña, reseñista de libros, crítico literario y Licenciado en Literatura de la Universidad Diego Portales, las “funas” o “cancelaciones” no son los caminos más recomendables para este caso.
“Más que promulgar una cultura de la cancelación, me gusta más la cultura de la reflexión”, dice. “A Neruda no es muy conveniente leerlo con los ojos del presente, pero eso no quiere decir que no podamos meter la discusión”, explica.
Para Piña, los “textos de su autobiografía, el trato a sus mujeres, sus tratos políticos o el de su propia hija incluso”, también pueden ser objeto de análisis.
Por su parte, junto con repudiar estos dos hechos, Urzúa recalca que esa fase mundana del escritor fue algo que lidió con su obra literaria durante muchos años. “Es muy difícil separar la obra de la vida en el caso de artistas como Neruda. Si no existiera esa parte mundana en él, tampoco existirían sus relatos. En el caso de él esta cosa de arte y vida es como una sola”, aclara.
“Me parece que esa figura mundana se puede juzgar como algo que borró la figura de muchos otros poetas de esa época, porque él era como demasiado omnipotente, y por lo tanto agotador en la actualidad”, añade.
Pero, ¿está en entredicho el legado de Neruda en el Chile actual? Según Urzúa, “estos hechos hacen que uno lo lea desde otro lugar, cualquier repositorio siempre tiene esta capacidad de que quien lo lea pueda retomarlo y volver a rehacer una lectura a partir de eso. Eso puede pasar con el legado de Neruda tal como pasó con el legado de Mistral”.
La autoras chilenas
Para este articulo, algunas de las académicas y teóricas más importantes de la literatura chilena optaron por restarse del debate alrededor de Neruda.
Desde la agrupación Autoras Chilenas, que reúne a diversas voces femeninas del circuito local, tampoco quisieron referirse al tema, argumentando al respecto la diversidad de miradas de sus integrantes.
Alguien que sí quiso compartir su parecer fue la escritora local Arelis Uribe (Quiltras, Que explote todo), para quien la figura de Neruda no resulta de un interés particular.
“Lo único que puedo decir sobre Neruda es que lo leí por obligación en el colegio. Soy curiosa y amo leer, también es parte de mi trabajo como escritora, pero como el tiempo es limitado y es imposible abarcar todo, prefiero leer a Violeta Parra o a Gabriela Mistral que a Pablo Neruda”, resume. “Prefiero leer mujeres”, agrega.
En el caso personal de Romina Reyes, la imagen de Neruda pululó desde niña en su ideario familiar. “Siempre estuvo muy presente como figura de escritor”, reconoce.
A su juicio, este no es un debate particular sobre Neruda, sino que se extrapola a otros referentes y autores de diversas ramas.
“Se trata de ir deconstruyéndolos. A una le venden como parte del carácter mitológico del autor: su ser mujeriego, su ser coqueto, tener muchas esposas; es parte de lo que te venden como encanto. Al tener una perspectiva feminista, al menos en mi caso, una va entrando en ese detalle, y creo que está bueno no hacer que el hecho de que él sea un gran escritor, que sí lo creo, borre los crímenes que pudo haber ejercido contra las mujeres”, argumenta.
Sobre dichas polémicas, Reyes advierte aquí “como escritora y feminista, la perpetuación de este relato de la sexualidad de los hombres que son avasalladores, donde los cuerpos de las mujeres están a disposición de lo que ellos quieren, y creo que eso es muy cuestionable”.
“Hay que empezar a contraponer a la figura del gran escritor, del Nobel, del gran comunista, la del abusador, o quizás hasta del violador”, agrega.
Para Claudia Apablaza, investigadora y directora del sello independiente Los Libros de la Mujer Rota, Neruda es una firma que hay que leer y cuestionar. “El contexto y la figura del autor, hoy en día se evalúa como un todo, pero es una opinión muy personal”, sentencia.
Para la editora, obra y autor son conceptos definitivamente indisolubles: “Han pasado momentos en la historia de la literatura en que el texto es lo importante. En el siglo 20, el tema del autor fue bastante cuestionado, pero ahora, con el rescate de obras, texto y contexto, es relevante y es una pregunta que uno tiene que hacerse al momento de leer un autor. Es todo más complejo que un solo texto, no es separable”, argumenta.
“Esto que ha pasado con el tema Neruda ha llevado a que leamos de forma más compleja a un autor. A mí me remueve como investigadora. Para mí, es muy importante que esta nueva variable se haya retomado en la crítica y en los lectores. A raíz de esta perspectiva, vamos a leer más críticamente”, propone.
En cualquier caso, las autoras coinciden en el carácter totémico del poeta: a 47 años de su muerte, sus actos y escritos continúan dividiendo aguas, reafirmando posturas y agitando el debate intelectual de su tiempo.
Qué hacer con él
Para el escritor y periodista Roberto Rivera, presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (cargo que Neftalí Reyes Basoalto ocupó en 1958), la razón de su omnipresencia radica netamente en sus versos.
“No puedes juzgar con ojos actuales la historia hacia atrás, es absurdo… Con los 20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada, en otro mundo machista, las mujeres se derretían con eso”, dice.
“Es su contexto. Al juzgar a los escritores fuera de contexto, no queda títere parado. Y nosotros en 200 años más, tampoco”, vaticina el mandamás de la Sech, que hoy prepara un conversatorio virtual en honor al vate.
Desde su vereda, Piña propone una relectura contemporánea, con luces y sombras a disposición del lector, aunque eso incluso tenga consecuencias personales imborrables.
“Al momento de releer a Neruda, lo interesante es poner estos elementos sobre la mesa: leer a ese Neruda del siglo pasado y ver qué nos hace sentido, qué podemos aprender de ello. No soy partidario de funarlo, porque eso es quitarle importancia a su obra”, enfatiza.