Trastornos del sueño es CINE, con mayúscula. Una mirada profunda, descarnada y crítica sobre la violencia implícita y explícita, el cinismo y las frustraciones que aquejan a muchos santiaguinos. El sinsentido en el que muchos viven, razones para esa verdadera pandemia de enfermedades mentales que nos aquejan.

La cinta se estrena en salas alternativas el próximo jueves 18 de octubre.

“No tengo recuerdos buenos, sólo cuando estaba embarazada” dice la madre de Joel, el protagonista. Una frase llena de frustración pero también de violencia hacia su hijo (que ni siquiera le ha dado un buen recuerdo), a quien le dice esto.

Joel vive con su madre y su abuela, que tiene demencia senil. El trabaja de noche como cuidador o conserje en un edificio en el centro de Santiago, donde vive su prima Mari, recientemente divorciada.

Joel y Mari tienen una relación oculta basada sólo en el sexo, algo meramente físico. Joel es despedido y logra trabajo, luego de una capacitación, como guardia en una tienda gracias al ex-esposo de Mari.

La historia sucede en los días previos a las fiestas de fin de año, que no logran modificar la apatía cotidiana.

Trastornos del sueño es una película ruda, oscura, sin salida, con escenas de sexo sin filtros, en forma directa, sin encuadres que busquen belleza o restarle en lo más mínimo su carácter animal.

Trastornos del sueño es una película con un lenguaje que remite al documental, una suerte de “docu-ficción”, donde muchos de sus personajes son interpretados por personas que no son actores profesionales. Pero también porque usa el desencuadre, el desenfoque, y no cae en “esteticismos”. En otras palabras, no cae ni cede a discursos, narrativas o estéticas “burguesas”, a indirectas o metáforas. Aquí no hay poesía. No hay poesía porque muestra un mundo sin poesía.

Trastornos del sueño muestra vidas grises, sin sentido, sin contacto afectivo, de personas de clase media (media baja) donde prevalecen las frustraciones, la rabia, vidas agobiadas y sin futuro. Factores que hacen que, en cualquier momento, esas violencias latentes puedan explotar. Todo es formalidad externa que se resquebraja a ratos para volver al cinismo, a la forma, al ocultamiento.

“Esa vieja de mierda (de mi madre) no me dio nada”, dice la tía de Joel, desentendiéndose de cualquier responsabilidad en el cuidado de la abuela con demencia senil.

Trastornos del sueño es una gran cinta hecha para un pequeño público: sólo para aquellos que quieran ver esta verdadera alarma sobre personas “normales” que están enfermas, que nos transforman en una sociedad con altísimos índices de enfermedades mentales, con niveles de violencia crecientes, negadores y cínicos. Una sociedad, esa de la “calle”, de sueldos bajos y nulas expectativas, de mala productividad, sin sueños y que no se responsabiliza de nada, que se “nutre” de frustración y rabia.

Trastornos del sueño presenta una realidad cruda como lo hiciera Jesús, de Fernando Guzzoni (respecto al entorno del caso Zamudio), sólo que enfocado a conserjes, guardias, trabajadores de la salud (Mari), mujeres que crían solas a sus hijos… logrando mostrar sin juzgar esa gran violencia latente, implícita o explícita, que ahoga a Santiago.

Gran actuación de David Hernández como Joel.

Gran labor de Sofía Paloma Gómez y Camilo Becerra como guionistas y directores.

Buen aporte de la música de Raúl Calderón.

Trastornos del sueño es cine sin caer en esteticismos, en anestesias de escenas -desnudos y sexo- bonitas o en un final feliz, ni siquiera en uno un poco esperanzador. Es cine de lo gris, del desgano, de la falta de sueños y de pasión. Es una ALARMA.

Después de verla uno puede quedar devastado y, con la certeza de que lo que se muestra es cierto, cotidiano para muchos. Algunos quedarán con la inquietud preguntándose qué hacer, qué puede hacer uno frente a esta realidad, y sin saber qué hacer.

La película se exhibirá en salas de Santiago (Cineteca Nacional y Matucana 100), Valparaíso (Sala Insomnia y El Internado), Talca (Cinespacio en el Cine Teatro Plaza), Chillán (Cine Club the Oz), Concepción (Sala Artistas del Acero), Puerto Montt (Teatro Diego Rivera) y Coyhaique (Centro Cultural de Coyhaique).

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