Advengers ya sumó más de 2.250.000 espectadores, superando los 2.241.155 del récord de Coco. Juntas ya van en 4.491.155 espectadores, más de lo que suman los espectadores de todas las cintas chilenas exhibidas en salas comerciales como en redes alternativas desde el 2014 hasta ahora.
Desde el 2014 hasta ahora, en salas comerciales, el cine chileno suma 4.075.058 espectadores (hasta abril), a los que habría que sumar las salas alternativas, que debieran ser de unos 120.000 o 150.000 más.
Desde 2014 a la fecha, los “records” chilenos en público son “Sin filtro” (Nicolás López) con 1.289.505, No estoy loca (Nicolás López) con 592.872 y Argentino QL (de Pato Pimienta) con 272.735 espectadores. Estas tres cintas suman más del 50% de los espectadores que tuvo el cine chileno en el periodo, en el que se estrenaron, en salas comerciales, 116 cintas chilenas.
Las cifras son una muestra clara de la disociación entre la producción local, con grandes premios como un Oscar a mejor película extranjera como en los principales festivales de cine de Europa y América, y el público chileno.
Si bien hay antecedentes de un fenómeno mundial de concentración de taquilla en pocas superproducciones que sólo pueden realizar pocas empresas, la situación chilena parece particularmente grave e insostenible.
En el periodo 2014 a la fecha hay títulos chilenos destacados de ficción como Neruda (Pablo Larraín), Aquí no ha pasado nada (Ajejandro Fernández), Jesús (Fernando Guzzoni), Cabros de mierda (Gonzalo Justiniano), Mala junta (Claudia Huaquimilla), Una mujer fantástica (Sebastián Lelio), Los perros (Marcela said), Y de pronto el amanecer (Silvio Caiozzi) y como de documentales, como Los niños (Maite Alberdi), El pacto de Adriana (Lisette Orozco), Robar a Rodin (Cristóbal Valenzuela), El color del camaleón (Andrés Lúbbert), La última vedette (Wincy Oyarce) y La once (Maite Alberdi), por mencionar sólo algunos de los más recientes.
Hoy el problema del cine chileno no es la cantidad ni la calidad de las producciones… posiblemente la mayor dificultad es la falta de interés y de voluntad (política) para abordar en forma seria el tema como la percepción masiva de que el cine chileno es lento, aburrido y que sólo aborda temas políticos vinculados a la dictadura. Esto último está en contradicción con los diversos premios obtenidos por el cine chileno como el ver la lista de cintas y los temas que abordan.
Los desafíos del cine chileno son grandes (menores, en todo caso a los que había hace 10 o 20 años), pero parece que no están dadas las condiciones para abordarlos.