Las fuerzas ucranianas se anotaron este lunes un punto en la batalla contra los rebeldes prorrusos, al desbloquear el aeropuerto de Lugansk, pero perdieron un avión de transporte militar derribado por los separatistas.
“El Estado Mayor de la operación terrorista ha informado al presidente Petro Poroshenko de que al cabo de los combates, los militares ucranianos han llegado al aeropuerto de Lugansk”, anunció la presidencia la noche del domingo al lunes.
El aeropuerto, dañado y cerrado desde hace varias semanas, estaba controlado por las fuerzas leales a Kiev, pero rodeado por rebeldes separatistas que impedían el acceso.
Horas más tarde, el servicio de prensa de la autoproclamada “República Popular de Lugansk” anunció el derribo en la zona de un avión de transporte militar ucraniano, del que saltaron tres personas en paracaídas.
El ejército ucraniano reconoció que había perdido el contacto con un aparato AN-26 que sobrevolaba la zona.
Según el mismo servicio de prensa, este lunes proseguían los combates en los pueblos de Mettalist (al norte), Olexandrivka (al oeste), Gueorguiivka y Raskoshna (suroeste), así como en el aeropuerto (sur), lo que demuestra que las fuerzas de Kiev están rodeando Lugansk.
El ayuntamiento de Lugansk precisó este lunes que en las últimas 24 horas murieron tres civiles y otros 14 resultaron heridos por los disparos.
Lugansk, una ciudad industrial de 425.000 habitantes, es junto con Donetsk la capital de una de las dos “repúblicas populares” autoproclamadas por los separatistas en reacción al ascenso en Kiev de un poder prooccidental el pasado febrero.
- El diálogo bloqueado -
Mientras tanto, la búsqueda de una solución política parece en punto muerto.
En su encuentro el domingo en Río de Janeiro, al margen de la final del mundial de fútbol, el presidente ruso Vladimir Putin y la canciller alemana Angela Merkel se limitaron a repetir que es necesario entablar “conversaciones directas lo antes posible” entre Kiev y los separatistas, para posibilitar un alto el fuego bilateral.
Desde hace varios días, este deseo choca con la exigencia de Kiev de retomar previamente el control de su frontera con Rusia, una exigencia que los rebeldes y Moscú rechazan implícitamente pero con firmeza.
El diálogo se ha complicado todavía más tras un incidente fronterizo el domingo. Moscú acusó a las fuerzas de Kiev de haber disparado un obús que mató a un civil en una ciudad rusa, y amenazó a Ucrania con “consecuencias irreversibles”. Kiev desmintió toda implicación.
“Un incidente como éste beneficia a los separatistas y a sus patrocinadores. Dado que Rusia le suministra armas a los separatistas y controla una parte del territorio, puede fácilmente girar los cañones hacia el territorio ruso. Si luego acusa a Ucrania, obtiene un buen efecto propagandístico”, estima en declaraciones a la AFP un experto militar, Alexei Golobutski.
El presidente Poroshenko pidió el domingo al Consejo Europeo que condene el comportamiento de Rusia, a la que acusa de haber introducido ilegalmente en su país “material militar pesado” y “atacado posiciones de soldados ucranianos”.
Por otro lado, la primera cadena de la televisión rusa fue acusada este lunes de llevar adelante una campaña descarada de desinformación, después de difundir un reportaje en el que una mujer, presentada como una refugiada ucraniana, afirma que las fuerzas de Kiev crucificaron en público a un niño.
La mujer dijo que los hechos se produjeron en Slaviansk cuando las fuerzas de Kiev recuperaron este bastión de los separatistas prorrusos. Pero ninguna otra fuente lo confirmó, y numerosos habitantes desmintieron en la prensa que hubiera ocurrido algo así.