Más de 5 mil personas participaron en la ‘Marcha de los enfermos’ en Santiago, encabezados por el periodista de Televisión Nacional de Chile, Ricarte Soto, y que finalizó con un show de La Sonora Tomo Como Rey fuera del Museo de Bellas Artes.
Los enfermos, algunos de ellos en sillas de ruedas y otros caminando apoyados por sus familiares, recorrieron no más de cinco cuadras del centro de Santiago, en medio de ritmos de tambores y pancartas que decían: “sobreviví a un accidente cerebrovascular, y hoy vivo para pagar la deuda de la clínica”, o “el estado es inmoral con el enfermo terminal”.
La protesta, que reunió a unas cinco mil personas según los organizadores, busca llamar la atención del gobierno para que otorgue aportes para crear un fondo nacional de medicamentos que permita a las personas que padecen de enfermedades terminales y crónicas acceder a medicamentos de alto costo que deben pagar para sus tratamientos.
El también miembro del equipo de TVN, José Miguel Viñuela, participó en la movilización e indicó que le habría gustado que hubiera presencia de autoridades, además, señaló que la marcha refleja “el Chile de hoy, el Chile que se moviliza”.
El conductor de ‘Buenos días a todos’ agregó que “se entienda de una vez por todas que en Chile los remedios no pueden costar siete veces más de lo que cuestan en un país desarrollado (…) aquí el que no tiene una buena previsión se muere”.
La movilización también se realizó simultáneamente en varias ciudades del país, como Concepción y Valparaíso.
La periodista Cecilia Rovaretti, esposa de Ricarte Soto, agradeció a los asistentes, tanto los de Santiago como los que participaron en otras marchas a nivel nacional, los que se organizaron a través de redes sociales.
El tratamiento de males terminales o crónicas en Chile, tiene elevados costos que en muchos casos deben ser costeados por los enfermos mediante créditos o hipotecas.
En Chile, el 16% de la población cuenta con un seguro privado que da acceso a una salud de punta, pero de alto costo y cuyas primas suben año a año por edad, riesgo y sexo, mientras que unas 15 millones de personas acceden a un servicio público con recursos insuficientes para hacer frente al exceso de demanda.