Jueves 26 diciembre de 2024 | Publicado a las 09:03
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Un estudio reciente publicado en Science Advances revela que algunas especies de ballenas podrían vivir mucho más de lo pensado, desafiando la comprensión de la longevidad en mamíferos. Utilizando un novedoso enfoque que combina registros fotográficos de décadas y métodos estadísticos de la industria de seguros, se descubrió que la ballena franca austral puede vivir hasta 132 años, contrastando con estimaciones previas. Por otro lado, las ballenas francas del Atlántico Norte tienen una esperanza de vida más corta debido a colisiones y enredos en pesca. Expertos elogian la investigación, destacando el enigma sobre cómo estas ballenas logran vivir tanto tiempo, abriendo nuevas posibilidades de estudio en la longevidad de estos gigantes marinos.
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Un reciente estudio publicado en Science Advances revela que algunas especies de ballenas podrían vivir mucho más de lo estimado previamente, lo que podría cambiar la comprensión de la longevidad entre los mamíferos.
Este avance se logró mediante un enfoque innovador que combina registros fotográficos de décadas y métodos estadísticos utilizados en la industria de seguros.
Las ballenas han sido consideradas campeonas de longevidad entre los mamíferos, con especies como la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus) alcanzando hasta 211 años.
Tradicionalmente, los científicos han estimado la edad de estos gigantes marinos mediante métodos como:
-Contar las capas de cerumen, similares a los anillos de los árboles.
-Analizar transformaciones químicas en las proteínas oculares.
-Estudiar artefactos históricos, como puntas de arpones incrustadas en su grasa.
Aunque estas técnicas han sido útiles, presentan importantes limitaciones. Muchas requieren muestras de ballenas recién fallecidas, que son difíciles de obtener. Además, la intensa caza de ballenas durante el siglo XX redujo drásticamente las poblaciones de animales mayores, dificultando las estimaciones precisas.
Un nuevo enfoque estadístico
Para superar estas barreras, un equipo de investigadores liderado por Greg Breed, de la Universidad de Alaska Fairbanks, recurrió a catálogos fotográficos de dos especies: la ballena franca del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) y la ballena franca austral (Eubalaena australis).
Estos registros, que datan de la década de 1970, consigna la Revista Science, permitieron identificar a individuos específicos y analizar sus patrones de desaparición, presumiblemente debido a la muerte.
Los datos fueron integrados en modelos estadísticos utilizados comúnmente por actuarios para predecir la mortalidad humana y calcular primas de seguros. Los resultados mostraron que las ballenas francas australes tienen una esperanza de vida media de 73 años, con un 10% de individuos que podrían vivir más de 132 años. Esto contrasta con estimaciones anteriores que situaban su longevidad máxima entre 70 y 80 años.
En el caso de las ballenas francas del Atlántico Norte, los resultados fueron menos alentadores. Con una esperanza de vida media de solo 22 años y apenas un 10% alcanzando los 47, estas ballenas enfrentan una alta mortalidad debido a colisiones con embarcaciones y enredos en equipos de pesca.
Reflexiones y desafíos futuros
Expertos externos, como C. Scott Baker, de la Universidad Estatal de Oregón, han destacado la solidez del estudio. Hans Thewissen, anatomista especializado en ballenas, también elogió los hallazgos y resaltó el enigma de cómo las ballenas francas, con un metabolismo más similar al de otros mamíferos, logran sobrevivir más de un siglo.
Breed concluye que estos resultados podrían aplicarse a otras especies de ballenas. La caza histórica ha limitado la posibilidad de estudiar ejemplares longevos, pero los nuevos métodos podrían desvelar una longevidad aún mayor de la que se había imaginado.
“No tenemos idea de cuánto pueden vivir realmente las grandes ballenas”, subraya el ecólogo, dejando abierta una fascinante línea de investigación.
Estudio científico
Este artículo se basa en un estudio científico que puede ser sometido a nuevas pruebas para ser validado o descartado. Sus resultados NO deben considerarse concluyentes.