Desde el año 2020, las costas de la Península Ibérica han sido testigo de un fenómeno sin precedentes: orcas atacando embarcaciones. Más de 670 incidentes han sido registrados, generando tanto preocupación como asombro entre científicos y marineros.
Un reciente informe realizado por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) sugiere que las orcas, especialmente las más jóvenes, han encontrado un nuevo entretenimiento en los timones de las embarcaciones. El estudio, encargado por los Gobiernos de España y Portugal, plantea que las orcas que embisten barcos en el Estrecho de Gibraltar podrían estar simplemente jugando.
“Es un juego muy peligroso, pero sigue siendo un juego”, señaló Naomi Rose, científica del Instituto de Bienestar Animal, a The Washington Post.
Teorías iniciales descartadas
Inicialmente, se barajaron diversas teorías para explicar este comportamiento, desde una escasez de alimento hasta la perturbación de su comportamiento natural postpandemia, señala DW.
Sin embargo, la investigación reveló que la mayoría de las orcas involucradas son juveniles de un grupo de aproximadamente 15 individuos que golpean los timones de los barcos con sus cabezas y narices, lo que a menudo resulta en daños significativos.
La principal hipótesis sugiere que el aumento de la población de atún rojo, principal alimento de las orcas, les ha dejado más tiempo libre. Según Alex Zerbini, presidente del comité científico de la CBI, las orcas no buscan dañar intencionadamente los barcos.
“Cuando juegan con el timón, no entienden que pueden dañarlo y que esto afectará a los humanos. Es más lúdico que intencionado”, afirmó.
Tradición cultural emergente
Este comportamiento podría ser una “tradición cultural” emergente entre las orcas, sugiriendo una nueva moda sin un propósito claro más allá del entretenimiento. Otras “modas” observadas en distintas poblaciones de orcas incluyen llevar salmones muertos en la cabeza como sombreros, una práctica que desapareció rápidamente.
Para mitigar los riesgos, el grupo de trabajo ha propuesto varias medidas, como modificar los timones para hacerlos menos atractivos a las orcas, utilizar materiales más abrasivos, y probar dispositivos que emitan sonidos alrededor de los barcos. También sugieren colgar hileras de cuerdas lastradas, que no gustan a las orcas. Es crucial no intentar disuadir agresivamente a las orcas, ya que esto podría resultar contraproducente.
Para los marineros, esta moda representa un desafío serio. Las autoridades recomiendan alejarse de las orcas lo más rápido posible y alertar a las autoridades en caso de un encuentro. “Aléjese de las ballenas al menos 2 a 3 kilómetros de la zona en la que se encontraron”, sugiere el informe.
En conclusión, aunque las embestidas de las orcas pueden parecer amenazantes, entender que se trata de un comportamiento lúdico es crucial para abordar el problema de manera efectiva y segura para ambas partes. Las medidas preventivas podrían ayudar a mantener la paz en las aguas de la Península Ibérica, mientras que los científicos y marineros continúan observando y adaptándose a este curioso fenómeno.
“No queremos que se hundan más embarcaciones ni que haya gente en apuros”, afirma Zerbini. “Pero tampoco queremos que los animales resulten heridos. Y tenemos que recordar que éste es su hábitat y estamos en medio”.