Actualmente, son diversas las medidas y normativas que se están llevando a cabo para enfrentar la crisis ambiental en la Tierra y que respaldan los científicos y organismos de climatología. Sin embargo, existe un obstáculo que sigue entorpeciendo el camino a combatir el cambio climático, argumentan los expertos, el llamado “negacionismo”.
En su más reciente libro Historia Climática de la Tierra, el meteorólogo y climatólogo Sergio González dice que una de las frases más repetidas de quienes aseguran que el actual cambio climático es una mentira de la ONU, algunos sectores políticos e incluso “reptilianos”, es que el clima del planeta siempre ha cambiado.
“De todas las cosas que dicen los grupos negacionistas del cambio climático antropogénico, esta es una de las pocas, o quizás, la única afirmación verdadera”, escribió. Pero ¿esto significa que no existe un peligro o una inminente extinción si no se toman medidas? La respuesta es no.
En conversación con BioBioChile, el experto recoge que para entender el cambio climático actual hay que primero conocer el pasado del planeta, que a lo largo de 4600 millones de años presentó diferentes cambios climáticos naturales, no así como el que enfrentamos hoy.
Aunque en su libro deja explícitos todos los argumentos para contradecir a un negacionista –con bases científicas— González asegura que ese no es su objetivo y que tampoco espera cambiar la postura de las personas.
“La razón por la que creo que no voy a convencer a los negacionistas es porque pienso que las personas somos menos racionales de lo que nosotros creemos, somos mucho más de emociones. Y la emoción muchas veces motiva nuestras opiniones, posturas, etcétera”, explica.
“Lo que pasa con el cambio climático es que abre preguntas que para ciertas personas son complejas porque les hacen cuestionar ciertos valores o creencias que tienen. Y cuando esa gente se siente amenazada por esas dudas, lo que prefiere hacer es negar la existencia de esas preguntas, por ahí viene el negacionismo”, agrega.
Cuando hablamos de cambio climático, dice González, inevitablemente hay que cuestionar la forma en la que la humanidad está haciendo las cosas en términos de producción, transporte, generación de energía y manejo del mercado.
“Todas esas son preguntas que vienen después de analizar el tema del cambio climático y hay personas que están totalmente comprometidas con ciertas formas de organización política, social y económica. Para ellos muchas de esas cosas son prácticamente una religión, entonces de pronto viene el cambio climático y los cuestiona”, puntualiza.
“Entonces no es un asunto de argumentos, sino de las preguntas que plantea el cambio climático”, dice.
El cambio climático de hoy “es un fenómeno excepcional y potencialmente peligroso”
En el libro, el experto explica que a través de distintos métodos científicos, se conoce que la Tierra ha experimentado etapas tan calientes que derritieron completamente hielos y glaciares, así como otras tan frías que formaron densas capas de hielo en su superficie.
Estos cambios, que miles de años atrás se produjeron naturalmente por el Sol, la órbita de la Tierra u otros fenómenos tectónicos, afectaron también a los distintos organismos vivos del planeta, permitiendo la formación y evolución de diferentes especies, así como extinguiendo a otras.
Sin embargo, el cambio climático de hoy, es otra cosa, y los mismos métodos científicos con los que se ha podido estudiar el pasado de la Tierra son lo que lo afirman y exponen también la implicancia humana en la crisis climática.
“Argumentar que el actual cambio climático no es peligroso porque el planeta ya ha vivido muchos es algo que no resiste ningún análisis”, enfatiza González en su libro.
El climatólogo explica, por ejemplo, el caso del Sol y asegura que “los científicos estamos convencidos de que no es el sol el responsable del cambio climático”. Esto porque la curva del aumento de las temperaturas de la Tierra, no coincide con la curva de la energía solar.
Mientras el aumento de las temperaturas presenta una clara tendencia ascendente, la energía que irradia el Sol actualmente es irregular, subiendo y bajando sin una tendencia fija, explica.
De hecho, la comunidad científica que ha estudiado a fondo el cambio climático coincide en que este se produjo por las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas.
El CO2 es uno de los más claros ejemplos, puesto que si bien también se genera de manera natural en menores porcentajes, los grandes emisores aceleraron este proceso con actividades como la quema de combustibles fósiles, el sector ganadero y la deforestación.
Las consecuencias de las emisiones
“Hoy los niveles de CO2 en la atmósfera son excepcionalmente altos y una fracción importante de este gas se mantendrá en el aire más de 100 años”, recoge el libro. Por lo que para conocer completamente las consecuencias de todo lo que los humanos han emitido habría que esperar hasta finales de siglo.
Sin embargo, explica González, las proyecciones indican que el cambio depende de “como nos comportemos” entre los próximos 10 y 20 años. La meta es que el planeta no se caliente sobre los 2 grados, aunque sin medidas de acción podría superar esta barrera con consecuencias fatales.
“Hoy en día, con las medidas que ya hemos tomado, no nos calentaríamos 8 grados, nos calentaríamos entre 2,2 y 3,5, que es más que la meta. La meta es bajo 2, pero por lo menos no es 7 u 8 que sería catastrófico”, dice el meteorólogo.
“Con lo que hoy en día estamos haciendo, que no es suficiente, pero con eso ya llegaríamos a un 3,5 y 2 grados”, aclara, que no dejaría de ser preocupante.
“Ese entre 3,5 y 2 es peligroso igual, no es 8, pero es peligroso de todas formas. Primero porque es muy rápido. Es en muy poco tiempo y eso dificulta mucho que los ecosistemas puedan adaptarse”, enfatiza.
“Lo otro es que se han hecho muchas estimaciones respecto, por ejemplo, a cuantas especies se extinguirían, cuanta vegetación tendría problemas con entre 2 y 3,5 grados más y la verdad es que los valores serían digamos importantes. Implicaría un grado de extinción bastante alto”, agrega.
Esto último, sumado a otros problemas que tienen ya las especies vivas –a parte del cambio climático– como la contaminación, el tráfico de especies, introducción de especies invasoras o fragmentación de hábitats.
“Tienes todas estas cosas sin cambio climático y de pronto viene además el cambio climático. Entonces por eso es complejo. Hasta ahora el peor escenario es que nos estaremos yendo, al parecer entre los 2 y 3,5, pero sigue siendo peligroso”, recalca González.
Calentamiento e inhabitabilidad
Aún si los esfuerzos hicieran que la Tierra no se caliente más de 2 grados, habrá zonas del planeta que tendrán problemas serios con el aumento de las temperaturas. Especialmente en lugares más húmedos.
“Porque se juntan las dos peores condiciones: altas temperaturas y mucha humedad”, dice el experto. “Los seres humanos podemos soportar altas temperaturas, pero con baja humedad, cuando la humedad es muy alta, los rangos de temperatura que podemos soportar son más bajos porque el cuerpo necesita humedad baja para poder transpirar”, añade.
Cabe recordar que la transpiración es un mecanismo que utiliza el cuerpo para enfriarse en ambientes calurosos. “Si la humedad es tan alta que el cuerpo no puede transpirar y como no puede enfriarse, se empieza a producir el shock térmico”.
En Chile, este efecto no ocurriría, explica el climatólogo. “Nosotros no estamos en esa situación porque tenemos frente al Océano Pacífico y en el hemisferio sur es bastante frío por la corriente de Humboldt, entonces los niveles de humedad son relativamente bajos”.
“Probablemente, vamos a tener altas temperaturas cercanas a 40° C, pero la humedad va a estar baja y eso hará que podamos soportar las temperaturas”, agrega. “Eso no quiere decir que para nosotros vaya a ser todo fácil con altas temperaturas”.
Ante este pronóstico, González enfatiza en que ya se deberían estar planeando medidas futuras para enfrentar las altas temperaturas, que “en un par de años” ya serán un hecho en el país.
“Uno se hace la pregunta de qué va a pasar cuando ya tengamos varios días, por ejemplo donde sean 40 grados. ¿Vamos a suspender las actividades? ¿Vamos a seguir permitiendo que la gente trabaje al aire libre sabiendo que puede exponerse a un shock térmico?”, cuestiona.
“Todas esas son cosas que hay que pensar. No solo tienen efecto en la salud de las personas, también por ejemplo en el crecimiento económico, porque durante todas esas horas, ¿qué nivel de productividad vas a tener? Vas a estar en la oficina capeando el calor, en esas horas probablemente se va a trabajar menos o se va a trabajar con incomodidad”, puntualiza.
“Tener sistemas de ventilación adecuados, buenos niveles de hidratación para los trabajadores, prohibir ciertas actividades cuando se alcancen peaks de temperatura. Todo eso hay que discutir y yo tengo la sensación de que todavía esa discusión no la estamos teniendo”, concluye.