Desierto de Atacama: el "cementerio tóxico" de ropa que se descarta en otras partes del mundo

Créditos: RFI
Publicado por Felipe Reyes
La información es de Radio France Internationale y Radio Bío Bío

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Martes 09 noviembre de 2021 | Publicado a las 18:32 · Actualizado a las 09:53

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Unas 59.000 toneladas de ropa anuales entran por la zona franca del puerto de Iquique, en la región de Tarapacá. Falta de lugares para arrojar basura y problemas de fiscalización han permitido que montañas de prendas terminen en el desierto de Atacama y otros puntos de la zona. Desde el Gobierno Regional y los municipios locales se encuentran elaborando estrategias para solucionar esta crisis, cerrando las puertas de basurales ilegales.

La prenda deseada, la talla ideal y la marca soñada. No es una gran tienda ni un armario generoso, sino el desierto de Atacama en Chile convertido en basurero clandestino de ropa que se compra, viste y bota en Estados Unidos, Europa y Asia.

Coloridas dunas se alzan en el desolado paisaje. Son grandes conjuntos de vestimentas que crecen, a medida que unas 59.000 toneladas anuales entran por la zona franca del puerto de Iquique, a 1.800 kilómetros de Santiago.

El consumo desmedido y fugaz de ropa, con cadenas capaces de sacar más de 50 temporadas de nuevos productos por año, ha hecho crecer de manera exponencial los desechos textiles en el mundo, que tardan unos 200 años en desintegrarse.

Es ropa fabricada en China o Bangladesh, y comprada en Berlín o Los Ángeles, antes de ser desechada. Al menos 39.000 toneladas terminan como basura escondida desierto adentro en la zona de Alto Hospicio, en la región de Tarapacá, uno de los destinos finales de ropa “de segunda mano” o de temporadas pasadas de cadenas de moda rápida.

Chile es el primer importador de ropa usada en América Latina. Desde hace cerca de 40 años existe un comercio sólido de “ropa americana” en tiendas a lo largo del país, que se abastecen de fardos comprados por zona franca en el norte del país provenientes de Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia.

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“Esta ropa llega de todo el mundo”, explica Alex Carreño, extrabajador de la zona de importación del puerto de Iquique, que vive al lado de un vertedero de ropa.

En esa zona de importadores e impuestos preferenciales, los comerciantes del resto del país seleccionan las prendas para sus tiendas y lo que sobra no puede salir por la aduana de esta región de poco más de 300.000 habitantes.

“Lo que no se vendió a Santiago ni se fue a otros países (como Bolivia, Perú y Paraguay por contrabando), entonces se queda aquí porque es zona franca”, afirma Carreño.

Sobre el paisaje desértico hay manchas de todo tipo de basura, y muchas son de ropa, carteras y zapatos. Irónicamente sobresalen botas de lluvia o de sky en una de las zonas más áridas del mundo.

Una señora que no quiere dar su nombre, tiene medio cuerpo hundido en un monte de ropa y hurga en busca de las mejores posibles para venderlas en su barrio.

En otro lado, Sofía y Jenny, dos jóvenes venezolanas que cruzaron hace pocos días la frontera entre Bolivia y Chile, a unos 350 km del vertedero, eligen “cosas para el frío” mientras sus bebés gatean sobre montes textiles: “Venimos a buscar ropa porque de verdad no tenemos, la botamos toda cuando veníamos mochileando para acá”.

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Moda tóxica

Reportes sobre la industria textil han expuesto el alto costo de la moda rápida, con trabajadores subcontratados, denuncias de empleo infantil y condiciones deplorables para producir en serie. A ello hoy se suman cifras devastadoras sobre su inmenso impacto ambiental, comparable al de la industria petrolera.

Según un estudio de la ONU de 2019, la producción de ropa en el mundo se duplicó entre 2000 y 2014, lo que ha dejado en evidencia que se trata de una industria “responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global”.

El mismo informe señala que solo la producción de unos jeans (vaqueros) requiere 7.500 litros de agua, destaca que la fabricación de ropa y calzado genera el 8% de los gases de efecto invernadero, y que “cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura”.

En los basurales textiles de este desierto chileno es posible tropezar con una bandera de Estados Unidos, un par de faldas abrillantadas, ver un “muro” de pantalones con etiquetas e incluso pisar una colección de suéters con los motivos navideños tan populares en las fiestas de diciembre en Londres o Nueva York.

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“El problema es que la ropa no es biodegradable y tiene productos químicos, por eso no se acepta en los vertederos municipales”, señaló Franklin Zepeda, fundador de EcoFibra, una firma de economía circular con una planta de producción en Alto Hospicio de paneles con aislante térmicos en base a esta ropa desechable.

Bajo tierra hay más prendas tapadas con ayuda de camiones municipales, en un intento por evitar incendios provocados y muy tóxicos por los químicos y telas sintéticas que la componen, consigna RFI.

Pero la ropa enterrada o a la vista también desprende contaminantes al aire y hacia las napas de agua subterráneas propias del ecosistema del desierto. La moda es tan tóxica como los neumáticos o los plásticos.

Denuncias de la autoridad local

El gobernador de la región de Tarapacá, José Miguel Carvajal, confirma que se tiene una gran importación de ropa usada desde otros países del mundo, lo que genera una una serie de ferias ambulantes en la región.

“Estamos ad portas de cerrar un botadero en Alto Hospicio, que es el único lugar que se encontraba en condiciones de poder depositar la basura domiciliaria de la región”, indicó en conversación con Radio Bío Bío.

En ese sentido, agregó que “en una provincia de Iquique y Alto Hospicio, donde se concentra cercano al 90% de la población regional, por supuesto que se generan muchas complicaciones”.

Carvajal aseguró que los problemas se resumen en no tener un lugar para depositar los desechos, una falta de fiscalización y la masiva compra de ropa que llega desde el extranjero, donde muchas prendas terminan desechadas en diferentes zonas de la región.

En paralelo, la Municipalidad de Iquique realizó una denuncia este lunes ante la Fiscalía de Alto Hospicio, ya que diferentes vehículos particulares arrojaron desechos en la puerta de acceso al vertedero El Boro y en el camino de ingreso a ese recinto.

“Estos actos generan graves daños al medioambiente y a la salud de las personas y vamos a ser implacables con quienes cometan estos hechos. Hoy empezamos en Alto Hospicio y, obviamente, perseguiremos a los responsables si es que actos de este tipo afectan a las playas de nuestra comuna o se producen en sitios eriazos de la ciudad”, expresó el alcalde de Iquique, Mauricio Soria.

De acuerdo a la autoridad sanitaria, el 20 de febrero de 2022 el vertedero El Boro debe cerrar sus puertas para siempre, no obstante, la Municipalidad de Iquique está trabajando para adelantar ese plazo mediante la contratación de maquinarias para tratar más rápidamente los desechos.

Municipalidad de Iquique

Escucha la entrevista completa al gobernador Carvajal:

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