Ana Durán (25) y Max Aceituno (28) son los nombres de una pareja de capitalinos que hoy viven una vida sencilla y nómade sobre una van Mercedez Sprinter que adaptaron como su hogar. Ellos forman parte del programa Reacciona por el Clima: sumaron su iniciativa a esta campaña que busca a miles de personas que a lo largo de todo Chile están haciendo esfuerzos para combatir la crisis medioambiental.
Se conocieron estudiando Turismo Aventura, forjaron una amistad muy cercana, y una vez egresados de la carrera se siguieron viendo en salidas a subir cerros y escalar, y así se enamoraron y comenzaron a pololear hace 3 años. Juntos, decidieron de a poco dedicarse a la educación medioambiental: a luchar contra el cambio climático a través de talleres y charlas aprovechando sus conocimientos.
Partieron enseñando a niños, haciendo talleres en el Parque Quebrada de Macul en Santiago, hasta que más tarde decidieron migrar de su ciudad natal, Santiago, hacia el sur de nuestro país, primero a Osorno y Puerto Varas, en la Región de los Lagos, para aprovechar el valor turístico de la zona y trabajar en su rubro. Más tarde, se aventuraron a viajar a la Patagonia a dedo, y fue así como llegaron a Puerto Natales, donde hoy viven.
Trabajaron 2 temporadas como guías en el Parque Nacional Torres del Paine, enseñando las maravillas naturales de la zona a los miles de turistas que visitan cada año desde todo el mundo, y aprovechando cada instancia que tenían para educar sobre cómo llevar una vida más sustentable, y trabajando en conjunto a otras personas locales en proyectos por el medio ambiente.
“Hemos trabajado con otros emprendimientos y otras personas en hacer construcciones sustentables, donde principalmente recolectamos los pallets que sacan de las salmoneras de acá de Natales. Esos pallets, después de mucho tiempo acumulado, los van quemando, no se reutilizan para otra cosa en la empresa. Entonces nosotros nos preocupamos de averiguar, ir a retirarlos, y hacer construcciones sustentables”, cuenta Ana.
Han construido leñeras, bodegas y huertas, han participado en iniciativas de limpieza de playas, y también han trabajado elaborando ecoladrillos con niños para enseñarles sobre reciclaje y reutilización.
Ana dice que en Puerto Natales “el tema del reciclaje no se da mucho. Se puede reciclar botellas de plástico, las latas y el vidrio, y más que eso no se puede, el resto todo se va al basural”, por falta de infraestructura local.
La Loica
Ana y Max quieren recorrer llevando el mensaje de la sustentabilidad. Y por eso, llegaron a la idea de tener una van y transformarla en su casa móvil. Por eso, en octubre del año pasado compraron una van Mercedez Sprinter usada, y desde entonces la han ido remodelando y adaptando para transformarla en un verdadero ejemplo de vida nómade y ecológica. La llamaron Loica.
Partieron de a poco, ya que trabajaban como guías en turnos rotativos de 10 días, y luego tenían apenas 5 libres para dedicar a este proyecto, además de recursos limitados. Entonces, varias personas les empezaron a dar ideas para reutilizar materiales y de ese modo bajar los costos: “se nos abrió una puerta al pensar que no necesitábamos comprar materiales para construir, y así fue como empezamos a hacer una construcción sustentable dentro de la van”, cuenta Ana.
Por ejemplo, se hicieron amigos de los dueños de una cafetería local, y les pidieron las cajas de leches vacías: “las limpiamos, las cortamos y forramos todo el techo, con otro material también que no es tóxico”, explica Max. Así aislaron térmicamente la van para que sea un hogar más cálido en medio del frío patagón.
La pandemia les complicó el panorama este año, ya que el sector turístico no ha podido funcionar y tanto Max como Ana han debido recurrir a sus ahorros para vivir este tiempo. Pero eso no ha frenado su proyecto y han aprovechado que la sustentabilidad también es una vía muy económica: construyeron una mesa de living-comedor, muebles de cocina y un baño, todo con madera reutilizada que podría haber terminado como basura, a la que dieron nueva vida útil.
El baño seco que tienen en la van funciona bajo una idea base: separar los desechos líquidos de los sólidos, para que no emanen olores. Ana cuenta que “lo hicimos principalmente con materiales reciclados: tenemos un balde de estos típicos de pintura y nosotros le ponemos una bolsa biodegradable. Ahí es donde va todo lo sólido. Es básicamente como cuando los gatos hacen sus desechos, porque después se debe tapar con algún material. En nuestro caso, nosotros usamos aserrín y tierra”.
“En otro espacio hay un embudo, con abajo un contenedor que se une, y es donde va todo lo líquido”, agrega. Entre risas, los dos aseguran que este sistema ha funcionado perfecto y que no han tenido ningún problema. Se deshacen de estos desechos siguiendo los principios de No Deje Rastro (NDR): procurando, por ejemplo, no liberar la orina cerca de vegetación que podría ser dañada por animales que escarben siguiendo el olor, y lejos de fuentes de agua naturales para que no entre en contacto con ellas.
“Todos los productos que utilizamos para lavarnos y para limpiar son biodegradables. Entonces ninguna agua gris de nosotros contamina”, explica Max. Tienen una huerta móvil y llevan una alimentación 100% vegetariana (vegana), de modo de reducir su impacto sobre el planeta al mínimo posible. Están trabajando para los próximos pasos de la Loica: compostar sus residuos orgánicos, una ducha, y lo que será su propio sistema solar fotovoltaico, con paneles que les proveerán energía eléctrica de manera sustentable aprovechando el sol durante el día.
Su plan a futuro -cuando las restricciones sanitarias lo permitan- es viajar hacia el norte y compartir el mensaje de la sustentabilidad y cuidado del medio ambiente: “en un espacio pequeño, poder mostrar que se pueden hacer tremendas cosas: nosotros tenemos una huerta móvil, vamos a tener compostaje, vamos a tener energía solar”, dice Max. También planean hacer talleres, incluso online, y grabar e ir documentando el viaje de la Loica. Comparten fotografías y videos en su cuenta de Instagram @loicacampervan.
Por último, comparten sus reflexiones. Ana cree que “todos podemos hacer un cambio, todos podemos generar algo positivo y actuar de forma responsable en nuestro día a día […] siempre debería haber un momento en el día a día donde podamos generar un cambio, y hacer algo bien, y pensar en otras generaciones que vienen y tratar de ser más amigables y de actuar más responsable y crear esta comunidad para que todos tengamos ese pensamiento de luchar y de hacer algo bien”.
Por su parte, Max dice que “nosotros tenemos la visión de no criticar al otro por cómo está haciendo las cosas […] si a todos nos criaron de distinta forma. Pero puedes reducir el consumo de carne, puedes aportar con el reciclaje; hacer lo mejor que puedas con los recursos que tienes […] Si todos hacemos un aporte pequeño, vamos a generar tremendo cambio: no esperar que los demás hagan algo, no esperar que el Presidente haga un decreto. No, todos podemos empezar desde la casa con compostaje, con reciclaje, con empezar a reducir el consumo de carne, miles de cosas que se pueden hacer”.