Pedro Felipe Ramírez es un ingeniero que, siendo militante de la Democracia Cristiana, presidió la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 1963.
Durante el gobierno de Salvador Allende, y siendo diputado, fue parte de los militantes de la DC que formaron el partido Izquierda Cristiana, que se incorporó a la Unidad Popular. Allende lo nombró ministro de Minería y, posteriormente, de Vivienda y Urbanismo hasta el 11 de septiembre de 1973.
Tras el golpe, estuvo detenido por casi tres años, fue torturado y enviado al exilio en 1976. Tres años después regresó al país, llevando una vida de clandestinidad para recomponer su partido.
Fue embajador en Venezuela durante el último gobierno de Michelle Bachelet.
Antés de formar parte del gobierno de Allende, participó en la campaña del candidato por la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic: “Veíamos un gran posibilidad en el liderazgo de Tomic, había una posibilidad de generar un gobierno que planteaba algo similar al de Allende”.
Sin embargo, el candidato de la Democracia Cristiana quedó relegado en las elecciones de 1970: “Fue duro que él terminara tercero. Pero muchos salimos a celebrar porque no queríamos a Alessandri”. Ramírez recuerda que la noche del 4 de septiembre, Tomic visitó a Allende: “El le dice, ‘Salvador, llama a la Democracia Cristiana al gobierno’, y responde ‘me encantaría, pero mi partido (PS) no me deja"”.
En 1971, Ramírez junto con otros militantes de la DC, dejan la colectividad y forman la Izquierda Cristiana y se unen al gobierno: “Allende tenía que buscar los acuerdos internos, el logró manejar esas diferencias para imponer una línea dominante dentro del gobierno”. Con el paso del tiempo, las tensiones y diferencias se acrecentaban, sin embargo, el ex ministro refuta esa teoría: “En la última elección parlamentaria, la Unidad Popular sacó un 43%, fue sumando gente a pesar de los problemas económicos y la tensión político y social”.
Con la situación del país, el gobierno incluye a los militares al gabinete, Pedro destaca la conducta que presentaron en un comienzo: “El comportamiento militar fue impecable desde la democracia, pero había sectores internos opositores, había una preocupación. Cuando Allende nombra a Pinochet Comandante en Jefe, no había ninguna sospecha, lo conversé con él personalmente”.
Respecto a la figura de Salvador Allende, resalta su lado humano y la relación que formó con el ex mandatario: “Era extraordinario, un amante de la vida, su lado social se nutre del pueblo chileno real. La última vez que lo ví fue el 10 de septiembre”. Más tarde, antes de que ocurriera el Golpe de Estado, dejó unas últimas palabras que Ramírez recuerda: “El nos dice, ‘yo me voy a quedar aquí, hasta la última bala, perdón, hasta la penúltima, yo se que haré con la última"”.