Entre el estruendo de las bombas y los gritos estridentes, los recién nacidos, cubiertos por escombros en sus incubadoras, llegan de forma brutal a la vida, esquivando la muerte tras un ataque cerca de un hospital de la ciudad siria de Alepo.

“Fue un momento horrible”, contó el doctor Hatem, un pediatra que se encarga del centro médico,que fue objeto el miércoles de un ataque aéreo del régimen de Bashar al Asad.

Aterrorizadas por la idea de que los bebés respiren el polvo provocado por el bombardeo, las “enfermeras se pisaban unas a otras para evacuarlos hacia el sótano, mientras muchos de ellos comenzaban a llorar”.

El relato del doctor Hatem fue publicado por The Syria Campaign, una oenegé a favor de la oposición siria en lucha contra el régimen.

Su hospital provisional, Al Hakim, se encuentra en el sector controlado por los rebeldes en Alepo, ciudad dividida desde 2012 entre la zona oeste, dirigida por el régimen, y la zona este, en manos de los insurgentes.

Esta gran ciudad del norte de Siria, una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo con sus 4.000 años de historia, fue arrasada por los combates y los bombardeos que dejaron miles de muertos.

En los combates, el régimen ataca lanzando sobre Alepo barriles explosivos destructores y los rebeldes responden con mortíferos lanzamientos de cohetes.

Los bombardeos del miércoles en los sectores rebeldes de la ciudad dejaron 15 víctimas mortales, la mayoría en el estallido de un enorme barril explosivo arrojado cerca del hospital de Al Bayan.

Además de Al Bayan, otros dos centros médicos, como el hospital Al Hakim, fueron “atacados” el miércoles en un intervalo de tres horas, indicó la oenegé Unicef en un comunicado, precisando que Al Hakim era uno de los últimos servicios de pediatría que quedaban en el este de Alepo.

“Infierno”

Todos los bebés sobrevivieron, pero el hospital está ahora inoperativo, aseguró el doctor Hatem.

“Cuando el personal desplazaba las incubadoras, fui a decirle a los pacientes en la sala de espera que abandonaran el hospital: ‘Iros de aquí en seguida, podría haber otro ataque"”, explicó el médico.

“Esperábamos que ocurriese algún día y ese día ha llegado”, añadió. Ahora, “solo quedan 18 incubadoras en el este de Alepo”, donde la población varía, según las estimaciones, entre 100.000 y 200.000 personas.

“Me gustaría que todos los jefes de Estado imaginaran que uno de esos bebés es el suyo”, destacó el doctor Hatem. “Lo que harían por sus hijos en un bombardeo, deben hacerlo por estos recién nacidos”.

El hospital de Al Hakim fue creado en el verano de 2012, pero se trasladó en varias ocasiones por los bombardeos, indicó un portavoz de la Independent Doctors Associations, que lo financia.

Alepo, antigua capital económica ahora devastada, ha pagado un alto precio en la guerra que arrasa Siria desde 2011 y que ha dejado ya más de 280.000 muertos y millones de desplazados.

Las condiciones sanitarias en la zona rebelde de la ciudad son alarmantes, según los médicos que trabajan allí, y los constantes bombardeos no perdonan al personal sanitario.

En abril, el doctor Hatem lamentaba la desaparición de su amigo y compañero Mohamed Wasim Maaz, muerto en un ataque aéreo contra un hospital del este de Alepo que acabó también con la vida de un dentista, tres enfermeros y 22 civiles.

Mohamed Maaz estaba considerado “como el mejor pediatra (en el este de Alepo) y en todo caso uno de los últimos que seguían en este infierno”, dijeron en aquel entonces a la AFP otros médicos.

Con la única carretera que une aún los barrios del este con las zonas rebeldes de la provincia de Alepo bombardeada ahora casi a diario, “los alepinos no tienen opciones” especialmente en el terreno médico, explicó la doctora Samah Basas.

“Estamos acostumbrados a las bombas. Pero si nos asedian, el hambre y las enfermedades se instalarán aún más rápido y la muerte será todavía más inevitable”, aseguró la directora de Syria Relief Network, un órgano que reagrupa unas sesenta asociaciones humanitarias activas en Siria.

Artículo de Maya Gebeily, AFP