Advertencia: en seguida se detallan acontecimientos del noveno episodio de la sexta temporada de Game of Thrones.
La sexta temporada de Game of Thrones (GOT) se ha caracterizado por satisfacer las expectativas de los televidentes en cuanto al desarrollo de algunos arcos argumentales. El primero de ellos, y quizás el más importante, fue la resurrección de Jon Snow (Kit Harington); luego, la legitimación de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) ante el pueblo dothraki y, finalmente, la derrota de Ramsay Bolton (Iwan Rheon) a manos del ejército del hijo de Ned Stark.
Este último acontecimiento se enmarca en el episodio titulado “Battle of the Bastards” (La batalla de los bastardos); el capítulo más ambicioso emitido en la historia de la superproducción de HBO.
Con un costo de más de US$ 10 millones y 25 días de grabación (según datos de la revista Entertainment Weekly), el director Miguel Sapochnik -quien ya ha demostrado su gran experticia en el rodaje de secuencias de acción con “Hardhome”, noveno capítulo de la quinta entrega de GOT, y tras las cámaras de “Church in Ruins”, único apartado rescatable de la segunda temporada de True Detective-, consigue desarrollar un episodio de gran consistencia narrativa y estética gracias a la imbricación de dos acontecimientos sustanciales: uno de ellos es el momento inicial en donde se muestra el contrataque que Daenerys lleva a cabo junto con sus dragones y los dothraki defendiendo Meereen de los esclavistas.
Dicha secuencia, en donde se asume paralelamente una perspectiva aérea a través de un gran plano general y un travelling de seguimiento desde el lomo de los monstruos alados, despliega por primera vez la gran potencialidad visual de los recursos fantásticos que la serie tuvo largo tiempo vedados.
Luego, la distención de ese nudo se complementa con el pacto solemne que concretan los hermanos Greyjoy con la reina Targaryen, augurando de esta forma su pronta invasión a King’s Landing para hacerse con el Trono de Hierro.
Sin embargo, el episodio estuvo centrado en el esperado enfrentamiento entre Jon Snow y Ramsay por el dominio del Norte. Luego de un primer e infructuoso encuentro entre ambos personajes, Sansa Stark y su hermano hablan en el campamento sobre la estrategia militar que deberían llevar a cabo para derrotar a Ramsay.
La joven le advierte a Jon sobre la peligrosidad de su adversario, pues su inteligencia y sadismo podrían sobrepasar cualquier plan de batalla. Una interesante escena que nos recuerda a la conversación que sostuvieron Catelyn y Robb Stark antes de dirigirse a Los Gemelos y sucumbir en la Boda Roja.
La gran batalla se inicia luego de que Rickon Stark es asesinado frente a su medio hermano a modo de divertimento; este, enceguecido por la ira, arremete seguido por sus hombres (salvajes y abanderados del Norte).
Desde ese punto, el desarrollo de la cruzada alcanza paulatinamente una dignidad visual comparable solo con superproducciones hollywoodenses. La dispersión de los elementos épicos, asentados habitualmente solo en el cine, aquí consiguen una portentosa unificación: por una parte, el segmento está rodado con un matiz documental que acentúa el realismo de un auténtico escenario bélico; asimismo, el cuidado diseño de producción articula una plasticidad similar a la de El Señor de los Anillos: El retorno del Rey (2003) de Peter Jackson.
Al respecto, cabe destacar la impresionante escena filmada en un plano secuencia de un minuto de duración focalizada en Jon Snow, la que genera una vertiginosa sensación de verismo en medio del caos de la batalla.
Otro punto esencial en la acometida, es el momento en donde dicho personaje y su ejército son contenidos por la formación defensiva de Bolton, emulando las tácticas anglosajonas de infantería medieval y la falange clásica espartana. En ese momento, cuando todo parecía perdido para el hijo de Ned Stark, aparece el ejército de la Casa Arryn del Nido de Águilas propiciando el triunfo de Jon y Sansa; deus ex machina utilizado contantemente en la obra fantástica de Jackson y sus sucesores.
Finalmente, el capítulo concluye con la canalizadora muerte de Ramsay Bolton devorado por sus propios perros de caza en un calabozo mientras Sansa observa la escena esbozando una sádica sonrisa.
Sin duda, un episodio que marca un punto de inflexión no solo en el progreso de la historia de Game of Thrones, sino también en el futuro de la ficción televisiva en cuanto a las posibilidades de la representación visual.
Jesús Diamantino Valdés
Profesor y Director del Departamento de Expresión de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez. Es doctorando en Teoría de La Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Barcelona; magíster en Letras de la PUC y miembro del Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (GEF) de la UAB. Es editor del libro Cuentos chilenos de terror, misterio y fantasía de editorial Cuarto Propio, y autor de otros trabajos dedicados al estudio del cine, la literatura y la ficción televisiva.