A meses de la histórica toma de la Casa Central de la Universidad Católica, dos años antes del boom de la Nueva Canción Chilena y a uno del célebre “mayo francés” de 1968, Violeta Parra se suicidó de un disparo en la carpa que administraba en La Reina, a la edad de 49 años, con una vasta obra artística entre piezas plásticas, musicales y recopilaciones sobre el folclor chileno.
Desde entonces, mucho se ha especulado sobre los motivos de su muerte. Para Víctor Herrero, autor de la última biografía de la artista, “Después de vivir un siglo” (Lumen, 2017), “hablar de por qué se suicidó es imposible: uno no se puede meter en la psiquis de ella”. Sin embargo, un dato es ineludible: “Efectivamente, en los meses finales, en el último año y medio de su vida, Violeta estaba bajo un estrés enorme”, cuenta a BioBioChile.
“Por un lado tenía este enorme proyecto de la carpa, pero muchos de sus cercanos le habían advertido que era una locura, porque era en La Reina alta, no en La Reina de hoy en día. Esto quedaba en las afueras de la ciudad: un espacio enorme para unas 400 personas, en una época donde estaban en boga las peñas más universitarias, incluso como la de sus propios hijos”, cuenta Herrero.
Pero aquel no era el único problema de la voz de “Gracias a la vida”. De acuerdo a su investigación, Herrero cuenta que incluso hubo funciones en su carpa donde no llegó ningún espectador.
“Más allá de algunas funciones, la verdad es que la carpa pasaba vacía. Para más remate, por eso mismo tenía problemas económicos, por lo que estaba bajo mucho estrés. A esto se suma el quiebre de su relación con Gilbert Favre. También estaba con un tratamiento médico, tomaba calmantes. Había tenido un primer intento de suicidio en enero de 1966. Fue una época oscura pero creativamente muy intensa para ella”, dice el escritor y periodista.
(Pregunta): ¿Había desconocimiento en Chile de su obra artística al momento del suicidio?
(R): De ninguna manera. El año 1954 recibió el Premio Caupolicán, de los periodistas de cultura y espectáculo. Tuvo programas en las grandes radios de la época, como la Minería y Chilena. Pasa que ella no era un fenómeno masivo. Lo masivo era el rock and roll, la Nueva Ola Chilena, el Neo Folclore. Ella no tenía esa masividad, pero como ocurre con muchos artistas, después de su muerte se le empezó a valorar mucho más.
En ese contexto, Herrero relata un dato decidor de su investigación: “Ninguna canción de Violeta entró a ránking alguno. Ni ‘Gracias a la vida’ ni ‘Volver a los 17’. Hoy vemos esos ránkings y no sabemos cuáles son esas canciones, pero sí conocemos las de Violeta Parra. La primera vez que “Gracias a la vida” entra al ránking es el año 1969, cuando Cecilia hace un cover de esa canción. No era una desconocida (para los chilenos), pero Pollo Fuentes, Pedro Messone, Patricio Manss eran los fenómenos locales masivos que había en esa época”, dice.
(P): ¿Tuvo problemas de financiamiento en ese último año de vida?
(R): Vivir del arte siempre ha sido complicado, hace 60 años más aún. No hay Fondart, fondos culturales, nada. Pero ella recibe ciertos apoyos en ciertos momentos, apoyos menores pero que se podían dar, desde la Universidad de Chile o personas particulares. Como Fernando Castillo Velasco (alcalde de La Reina que la ayuda a montar la carpa). Más que financiamiento, que es un concepto moderno en el arte, tuvo gente que en momentos claves la ayudaron a formar sus redes.
(P) ¿Cree que hubiese alcanzado otro tipo de reconocimiento (masivo, oficial) de haber vivido algunos años más?
(R) Hubiese sido grande en vida si hubiese seguido viviendo, tal vez sí o tal vez no. Tal vez se hubiera ido al exilio en 1973, tal vez la hubieran matado como a Victor Jara. Lo que sí podemos decir es que a 50 años de su muerte, es la artista chilena más universal que hay. Sus canciones siguen estando ahí, las conocen todas las generaciones. Los músicos más jóvenes las siguen tocando. A nivel musical y cultural, Violeta Parra triunfó, porque se volvió inmortal, y ese es un triunfo que muy pocos artistas tienen. Eso la pone casi en la categoría de The Beatles. Hoy nadie se acuerda de Ester Soré, “la negra linda”, un fenómeno musical de los años 50, una gran rockstar. Quizás algunos académicos la conocen, pero, ¿quién no conoce a Violeta Parra?