Orquesta Estatal de Siberia brindó un concierto de lujo en Teatro de CorpArtes

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El director Vladimir Lande regresó a Chile junto a la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia, con la cual abrió la temporada de grandes conciertos de CorpArtes.

El concierto inaugural contó con la participación del solista Andrei Gavrilov, en una noche conmovedora con interpretaciones de obras de Weinberg, Rachmaninoff y Tchaikovsky.

El concierto marcó el regreso a Chile del director europeo, quien se presentó en 2011 con la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo y un año después con la Orquesta Sinfónica Nacional Lituana.

“Siempre es un gran placer y honor dirigir ante el público chileno”, declaró al comenzar su actuación.

El programa se inició con una obra de gran dinamismo y lucimiento con la “Rapsodia sobre temas folclóricos moldavos”, Op. 47, No. 1 de Mieczyslaw Weinberg, para la que el compositor de origen polaco, pero uno de los grandes exponentes de la escuela clásica soviética, se inspiró en temas populares. Aquí la agrupación musical sorprendió con una ejecución rápida y vistosa, con pleno lucimiento de todas sus familias instrumentales, con primeros ejecutantes de excepción y con un ritmo vigoroso que por momentos hacía recordar algunos compases de obras de Aram Katchaturiam.

El concierto ofreció a continuación una vibrante interpretación del solista Gavrilov, junto a la Orquesta, del el Concierto para piano y orquesta No. 2, Op. 18 en Do menor de Sergei Rachmaninov, una melodía que emociona con su suavidad y perfección y que ha servido de inspiración para canciones desde Frank Sinatra a Muse, así como para bandas sonoras de películas y de programas de televisión.

Gavrilov nació en Moscú en 1955 en el seno de una familia artística y se graduó de la escuela de música de Moscú en 1973, donde estudió junto a Tatiana Kestner. Luego, entró en el conservatorio de Moscú, donde fue alumno de Lev Naumov. Con apenas 18 años, ganó el primer premio de la Competencia Internacional Tchaikovsky en 1974 y ese mismo año realizó un triunfal debut internacional en el Festival de Salzburgo. Tras su presentación en el Carnegie Hall de Nueva York en 1985, fue proclamado por The New York Times como un artista con mayúsculas. Ha sido ganador de varios premios internacionales incluyendo: Gramophone en 1979, DeutscherSchallplattenpreis en 1981, Grand Prix International du Disque de L’Academie Charles Crois en 1985 y 1986, y International Record Critics Award (IRCA) en 1985. Entre otras distinciones, destaca el Premio Internazionale Accademia Musicale Chigiana en 1989, cuando el jurado de críticos lo proclamó uno de los más grandes pianistas del mundo. Entre 1994 y 2001 realizó una pausa de siete años en la que casi no realizó conciertos y se dedicó a estudiar filosofía y religión, en la búsqueda de nuevas ideas y una nueva aproximación a la música.

Considerado en estos instantes como uno de los mejores pianistas del mundo, destacó en su ejecución junto a una orquesta poderosa, de un ritmo ágil y poderoso inspirado hasta más no poder y con un impresionante dominio instrumental. Gavrilov fue repetidamente aplaudido y se despidió con un tema moderno y dinámico del compositor Serguei Prokofieff.

El repertorio de la atractiva jornada, concluyó con la Sinfonía No. 5, Op. 64 en Mi menor de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, una de las obras más trascendentes del autor ruso y fuente de obras clásicas. La Sinfonía nº5 en mi menor se divide en cuatro movimientos (Adagio-Allegro con anima; Andante cantabile con alcuna licenza; Allegro moderato; Andante maestoso- Allegro vivace) en los que aparece, bajo variadas formas, una idea directriz. Pese a no basarse en un programa detallado, continúa en la línea de la nº4, basada también en el “mal de los tristes”, el Destino. La instrumentación adoptada para llevar a cabo estos propósitos es la usual.

Lande y su conjunto ofrecieron una pieza maestra, con depurada técnica y sonoridad magnífica, en que una vez más las cuatro familias instrumentales, se alternaron para llegar a un todo perfecto, hermoso y armonioso, que contó con el apoyo fervoroso de los asistentes. Al término, la Orquesta Estatal de Siberia ofreció dos “deliciosos “encores”, con movidas obras breves de Dmitry Shostakovich, en que la voz cantante las llevaron los bronces, en especial su solista en trompeta, un maestro consumado, sin duda alguna.

El director resumió el concierto y declaró: “Desde el primer concierto que dirigí en Chile, recuerdo la respuesta emotiva y la comprensión sofisticada de la música rusa. Esta vez, regreso con melodías compuestas por dos de los mayores compositores rusos: Tchaikovsky y Rachmaninov. Son dos compositores que han capturado la esencia rusa. Llevaremos, además, una interpretación actualizada al Siglo XXI de la mano de la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia”. “Para mí, como director, ha sido extremadamente interesante y reconfortante ser el centro espiritual entre los músicos siberianos y la audiencia chilena. Ello, ha creado una energía fantástica y la energía es lo más importante de la presentación”, finalizó.

Tras la presentación de la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia con Gavrilov, la temporada de grandes conciertos de Fundación Corpartes en el CA660 continuará con la Orquesta Barroca de Venecia el 28 de junio, la Orquesta Filarmónica de Israel el 17 de agosto, la Orquesta Filarmónica de Hamburgo el 24 de septiembre y al Coro de la Radio de Berlín el 27 de octubre, entre otros grandes eventos.

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El director Vladimir Lande regresó a Chile junto a la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia, con la cual abrió la temporada de grandes conciertos de CorpArtes.

El concierto inaugural contó con la participación del solista Andrei Gavrilov, en una noche conmovedora con interpretaciones de obras de Weinberg, Rachmaninoff y Tchaikovsky.

El concierto marcó el regreso a Chile del director europeo, quien se presentó en 2011 con la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo y un año después con la Orquesta Sinfónica Nacional Lituana.

“Siempre es un gran placer y honor dirigir ante el público chileno”, declaró al comenzar su actuación.

El programa se inició con una obra de gran dinamismo y lucimiento con la “Rapsodia sobre temas folclóricos moldavos”, Op. 47, No. 1 de Mieczyslaw Weinberg, para la que el compositor de origen polaco, pero uno de los grandes exponentes de la escuela clásica soviética, se inspiró en temas populares. Aquí la agrupación musical sorprendió con una ejecución rápida y vistosa, con pleno lucimiento de todas sus familias instrumentales, con primeros ejecutantes de excepción y con un ritmo vigoroso que por momentos hacía recordar algunos compases de obras de Aram Katchaturiam.

El concierto ofreció a continuación una vibrante interpretación del solista Gavrilov, junto a la Orquesta, del el Concierto para piano y orquesta No. 2, Op. 18 en Do menor de Sergei Rachmaninov, una melodía que emociona con su suavidad y perfección y que ha servido de inspiración para canciones desde Frank Sinatra a Muse, así como para bandas sonoras de películas y de programas de televisión.

Gavrilov nació en Moscú en 1955 en el seno de una familia artística y se graduó de la escuela de música de Moscú en 1973, donde estudió junto a Tatiana Kestner. Luego, entró en el conservatorio de Moscú, donde fue alumno de Lev Naumov. Con apenas 18 años, ganó el primer premio de la Competencia Internacional Tchaikovsky en 1974 y ese mismo año realizó un triunfal debut internacional en el Festival de Salzburgo. Tras su presentación en el Carnegie Hall de Nueva York en 1985, fue proclamado por The New York Times como un artista con mayúsculas. Ha sido ganador de varios premios internacionales incluyendo: Gramophone en 1979, DeutscherSchallplattenpreis en 1981, Grand Prix International du Disque de L’Academie Charles Crois en 1985 y 1986, y International Record Critics Award (IRCA) en 1985. Entre otras distinciones, destaca el Premio Internazionale Accademia Musicale Chigiana en 1989, cuando el jurado de críticos lo proclamó uno de los más grandes pianistas del mundo. Entre 1994 y 2001 realizó una pausa de siete años en la que casi no realizó conciertos y se dedicó a estudiar filosofía y religión, en la búsqueda de nuevas ideas y una nueva aproximación a la música.

Considerado en estos instantes como uno de los mejores pianistas del mundo, destacó en su ejecución junto a una orquesta poderosa, de un ritmo ágil y poderoso inspirado hasta más no poder y con un impresionante dominio instrumental. Gavrilov fue repetidamente aplaudido y se despidió con un tema moderno y dinámico del compositor Serguei Prokofieff.

El repertorio de la atractiva jornada, concluyó con la Sinfonía No. 5, Op. 64 en Mi menor de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, una de las obras más trascendentes del autor ruso y fuente de obras clásicas. La Sinfonía nº5 en mi menor se divide en cuatro movimientos (Adagio-Allegro con anima; Andante cantabile con alcuna licenza; Allegro moderato; Andante maestoso- Allegro vivace) en los que aparece, bajo variadas formas, una idea directriz. Pese a no basarse en un programa detallado, continúa en la línea de la nº4, basada también en el “mal de los tristes”, el Destino. La instrumentación adoptada para llevar a cabo estos propósitos es la usual.

Lande y su conjunto ofrecieron una pieza maestra, con depurada técnica y sonoridad magnífica, en que una vez más las cuatro familias instrumentales, se alternaron para llegar a un todo perfecto, hermoso y armonioso, que contó con el apoyo fervoroso de los asistentes. Al término, la Orquesta Estatal de Siberia ofreció dos “deliciosos “encores”, con movidas obras breves de Dmitry Shostakovich, en que la voz cantante las llevaron los bronces, en especial su solista en trompeta, un maestro consumado, sin duda alguna.

El director resumió el concierto y declaró: “Desde el primer concierto que dirigí en Chile, recuerdo la respuesta emotiva y la comprensión sofisticada de la música rusa. Esta vez, regreso con melodías compuestas por dos de los mayores compositores rusos: Tchaikovsky y Rachmaninov. Son dos compositores que han capturado la esencia rusa. Llevaremos, además, una interpretación actualizada al Siglo XXI de la mano de la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia”. “Para mí, como director, ha sido extremadamente interesante y reconfortante ser el centro espiritual entre los músicos siberianos y la audiencia chilena. Ello, ha creado una energía fantástica y la energía es lo más importante de la presentación”, finalizó.

Tras la presentación de la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia con Gavrilov, la temporada de grandes conciertos de Fundación Corpartes en el CA660 continuará con la Orquesta Barroca de Venecia el 28 de junio, la Orquesta Filarmónica de Israel el 17 de agosto, la Orquesta Filarmónica de Hamburgo el 24 de septiembre y al Coro de la Radio de Berlín el 27 de octubre, entre otros grandes eventos.