Las memorias de un joven diplomático italiano durante los años más negros de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, recopiladas en el libro “¿Quién mató a Lumi Videla?”, lanzado este martes en Roma, revelan los entretelones de un horrendo asesinato político y rinden “justicia” a su víctima, Lumi Videla, una dirigente de extrema izquierda.
“Me parecía un acto de justicia para Lumi Videla y para todos aquellos que mueren por defender sus ideales”, confesó en una charla con la AFP Emilio Barbarani.
Barbarani era entonces un novato diplomático, designado en la embajada italiana de Santiago de Chile en noviembre de 1974, un año después del golpe militar, para intentar salvar a las cientos de personas que se refugiaban entonces en la sede diplomática europea.
“Creo que este es el momento más adecuado para escribir el libro, porque han pasado 40 años, no quería abrir heridas ni causar problemas políticos”, sostiene Barbarani, quien volvió como embajador a Chile entre 1998 y 2000, cuando reinaba ya la democracia.
“Escribí también para defender la labor diplomática. Para contar cómo me expuse en esa tarea”, reconoce el elegante representante de Italia, jubilado, actual asesor de bancos, quien describe las dificultades y tensas relaciones entre los dos países, que no llegaron a la ruptura oficial pero que se trataban con sospecha y desconfianza.
Italia en 1974, liderada entonces por un gobierno de centro-izquierda, había condenado el golpe militar que derrocó en septiembre de 1973 al gobierno socialista de Salvador Allende y no reconocía al gobierno liderado por Pinochet, aunque ordenó que la sede de la embajada en Santiago permaneciera siempre abierta, para ayudar a los miles de refugiados políticos que se asilaban en la sede diplomática: en total unos 750 pasaron por ella y lograron obtener la libertad.
Las memorias de Barbarani parten de un episodio emblemático, “una amenaza indirecta” , sostiene, cuando desconocidos arrojaron al jardín de la embajada el cadáver de una mujer: Lumi Videla, líder del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).
“Yo cargaba dentro de mi con un muerto, un muerto muy especial: el de Lumi Videla”, reconoce Barbarani, que entonces tenía sólo 33 años y ninguna simpatía política de izquierdas.
“Mantenía buenas relaciones secretas y públicas con los militares”, confiesa el diplomático, quien describe varios episodios curiosos, inclusive heroicos, porque llega hasta a jugarse la vida, en ese “terreno minado”, donde tenía que interceder ante los varios servicios de inteligencia chilenos, a partir del tristemente famoso DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), enfrentado con el SIFA (Servicio Secreto de las Fuerzas Armadas Chilenas), para salvar personas.
“Como el cónsul Enrico Calamai en Argentina nos hemos jugado el todo en defensa de los Derechos Humanos”, subraya Barbarani.
La habilidad diplomática, el porte guapo, sus relaciones amorosas y una cierta actitud teatral típicamente italiana, le abrieron muchas puertas y le permitieron también oponerse con firmeza a la acusación oficial de que Lumi Videla había muerto dentro de la embajada en “una orgía entre asilados”.
Un juez certificó que fue arrojada “muerta” al jardín de la embajada, su cuerpo estaba horrendamente torturado.
“Una provocación y una doble amenaza: a Italia y a los militantes del MIR que estaban al interior de la embajada”, explica.
La misión del diplomático se terminó en 1975, tras haber ayudado a salir tanto a simples militantes como líderes políticos y sindicales de todos los partidos, entre ellos varios dirigentes del MIR, del Partido Comunista Chileno y de la Unidad Popular.
“Me quedé hasta que se fue el último refugiado”, recuerda.
El joven diplomático de ojos azules cedió sólo cuando los servicios secretos lo amenazaron con sustraer al hijo de una amiga cercana como presión para que entregara a un agente asilado.
“No podía jugar con la cabeza de un niño. Pedí que me trasladaran. Me enviaron a Londres, allí me encontré con Wanda, nombre en código de uno de mis contactos en los servicios secretos, que me reveló muchas cosas”, asegura.
Confidencias que narra en el libro, publicado por la editorial italiana Mursia y que espera ser traducido en América Latina, en particular Chile, donde podría incomodar a muchos protagonistas de la historia reciente de ese país.