En abril del año pasado, cuando se registró el terremoto de 8,2° en Iquique, muchos extranjeros se impresionaban por la calma de los chilenos, ya que probablemente ellos en una situación similar huirían despavoridos. Algo similar ocurrió este miércoles y madrugada del jueves con el sismo 8.4° con epicentro en la Región de Coquimbo, cuando pese a la magnitud del evento, la gente se tomó las cosas con tranquilidad.
Cuando ocurrió el primer megatemblor en el Norte de nuestro país, la chilena Carolina Robino, editora de BBC Mundo, usó su vitrina en este medio para explicar a sus colegas y ciudadanos provenientes de países no sísmicos, la serena actitud de sus compatriotas.
“Lo primero que les digo es que estamos acostumbrados. A lo largo de su historia, Chile ha sido golpeado por numerosos terremotos. De hecho, el más grande del que se tiene registro (de magnitud 9,6°) ocurrió en la sureña ciudad de Valdivia en 1960″, dijo la periodista.
Según Robino esto hizo que los chilenos desde pequeños supiéramos que los temblores serán parte de nuestras vidas. “Es inevitable. Antes o después, el suelo se moverá bajo nuestros pies. Desde pequeños participamos regularmente en simulacros organizados en los colegios y aprendemos que mantener la calma y evacuar en orden es más seguro y eficaz” comentó.
Asimismo, la mujer relató que en nuestro país muchos edificios son antisísmicos, por lo tanto, sabemos que no es tan fácil que los inmuebles se derrumben, a menos que sean muy antiguos o tengas fallas (pero por suerte no es el caso más habitual).
“No es que uno no se asuste -hay gente que les tiene pánico y sí huye despavorida. O peor aún, se producen muertes por infarto-. Pero la mayoría, aprendemos a ponerlos en perspectiva. Y a esperar”, afirmó.
Carolina indicó que “por ejemplo, si ocurre de noche y uno está acostado, se toma un tiempo para sopesar si vale la pena salir de la cama. De hecho, la mayoría de las veces no es necesario. Los terremotos no siempre empiezan con grandes remezones. La intensidad puede ir aumentando en forma paulatina, desde un movimiento casi imperceptible a uno en que es imposible mantenerse en pie”.
“Si no pasa de un temblor, yo incluso los disfruto. Tiene algo excitante sentir, y sobre todo oír, cómo la Tierra libera energía”, confesó.
Robino contó que incluso cuando ya el movimiento es fuerte y desatado, la reacción puede ser tranquila. Asimismo, sabemos que no todos los terremotos son iguales.
“A veces son ondulantes, a veces el movimiento es predominantemente vertical, otras horizontal. Cuando un sismo te sorprende en la calle, lo más sensato es buscar el lugar donde haya menos postes, cables, construcciones que puedan caer sobre ti”, expresó.
Terremoto de 2010
Aunque ella no estuvo en Chile cuando ocurrió el megasismo de 8.8 en febrero de 2010, Carolina reveló que presenció la catástrofe que quedó y las lecciones aprendidas de este evento. “Para el terremoto de 2010, yo estaba en Londres. Tuvo una intensidad de 8,8 y murieron más de 500 personas, la mayoría en el tsunami que lo siguió. Fueron días tristes para el país”, sentenció.
Ella relató que aunque el ambiente era bien terrible por las múltiples pérdidas materiales y personales, aún así la gente se animaba a contar anécdotas graciosas del acontecimiento.
“Mi favorita es la de una pareja que se levantó apenas empezó a temblar. Ella corrió hacia el cuarto de sus hijos. Él se abalanzó hacia el televisor. Su lógica, me contó, es que si su mujer ya se había ocupado de los niños, él bien podía intentar salvar alguna otra cosa”, señaló.
Carolina indicó que como este sismo fue tan fuerte y destructivo, se tomó más conciencia en torno a los pasos a seguir y las medidas que se debían tomar ante un evento como éste. Se terminaron ciertos mitos, se supo cómo y por donde había que evacuar, qué cosas tener a mano, entre otras cosas.
“Si antes pensábamos que lo mejor para protegerse dentro de una casa era pararse debajo del marco de la puerta, ahora sabemos que es preferible arrodillarse al lado de la cama, en el lado donde puedan caer menos objetos. Y eso hacemos”, aseguró.
Para finalizar, la columnista dijo que los chilenos no corremos despavoridos sólo por costumbre “sino porque creemos que sabemos qué hacer o porque a veces el movimiento es tan fuerte que apenas podemos caminar y correr es literalmente imposible. Pero también porque algo muy primitivo, incluso atávico, se produce cuando la Tierra empieza a temblar y uno sabe que no hay adónde huir, porque el suelo por el que correríamos también se está moviendo”.
Una prueba más
Un claro ejemplo de lo que plantea Carolina Robino, es este video que muestra la reacción de tres penquistas ante las alarmas presidenciales que llegaron a los celulares, y ordenaban la evacuación del borde costero por la inminente ocurrencia de tsunami tras el terremoto de ayer.