Internet está plagado de páginas asiáticas de venta de ropa online que ofrecen hermosas prendas a precios muy convenientes. Puedes encontrar poleras a 3.000 pesos, vestidos a 8.000 o abrigos por menos de 20.000, los cuales puedes recibir en la comodidad de tu hogar y en algunas ocasiones sin cargo por el envío.
Hasta ahí todo suena maravilloso, sin embargo, esta ropa tiene algunos “contras”. Con el fin de advertir a los usuarios, la bloguera estadounidense Lindsay Ferrier contó su experiencia tras comprar una serie de prendas en un sitio de Singapur que encontró de casualidad en la web, llamado NastyDress.
“Esto es lo que pasa cuando ordenas ropa ridículamente barata desde Singapur” es el título de la columna, donde la mujer cuenta que las lindas prendas que compró en la página web no eran ni la sombra de lo que prometían ser en las imágenes promocionales.
“Cuando miré los abrigos y suéteres (en el sitio web), me encontré con un montón de opciones que amaba. Y los precios eran IN-CRE-Í-BLES”, escribió.
“A pesar de que se encuentra en el extranjero, el sitio NastyDress ofrecía envío gratuito o envío acelerado por 1.20 dólares (735 pesos chilenos). Si. Has leído bien. Todo parecía demasiado bueno para ser cierto. Pero llené mi carrito de compras virtual por si acaso. Luego hice un poco de investigación para asegurarme de que esta empresa fuese real”, relató Ferrier, comentando que lo único que encontró fue una foto de Instagram donde alguien decía “Mi paquete de NastyDress llegó”. Eso y notar que recibían pagos a través de sistema PayPal, la convenció.
Lindsay comentó que tras dos semanas de ansiosa espera, llegó su pedido. Al probarse las prendas, notó que eran demasiado pequeñas, pese a que revisó cuidadosamente la tabla de medidas, y pidió ropa “L”, en lugar de “M”, su talla habitual.
Además de esto, el material de la mayoría de las prendas era muy distinto al de las fotos. De todos modos, la ropa era linda, así que comenzó a probársela.
“Uhhhhhh. Este abrigo claro que no iba a funcionar en mí. No sólo fue hecho para una persona sin pechos, las mangas terminaban muy por encima de mis muñecas. Revisé la etiqueta de nuevo. Tamaño L ¿Tamaño L?! ‘Tamaño L para los niños, tal vez’, me reí”, comentó la bloguera.
Fue entonces cuando llamó a su hija de 10 años y le pidió que se probara la ropa. La sorpresa fue que todo le quedaba perfecto.
“‘Me encanta!’ dijo mi hija después de mirarse en el espejo (mientras se probaba un abrigo). Y yo estaba de acuerdo. Se veía mucho mejor en ella que en mí”, contó.
Al igual que esta prenda, otro de los vestidos que encargó Lindsay parecía una polera corta y ajustadísima en su cuerpo, mientras en el de su hija lucía definitivamente mejor. “Esto era tan totalmente injusto”, señaló.
Además del problema del tamaño y las telas, Lindsay también descubrió que una de las poleras tenía agujeros e hilachas que colgaban de las mangas. “Sin embargo, mi hija pensó desde el principio que era fabuloso. Cortó los hilos sobrantes, cosió el agujero con un poco de aguja e hilo y lo llevó a la escuela al día siguiente. Maldición”, dijo.
Finalmente, tras darse por vencida y darse cuenta que toda la ropa “talla L” que encargó le quedaba a su hija de 10 años, decidió regalársela. “¡Mi hija tenía toda una nueva colección de ropa! ¿Y yo? Yo no tenía nada. Nada”, agregó.
“Para terminar, recomiendo vivamente NastyDress (y tiendas asiáticas de ropa barata en general) a todos los que no sean más grandes que talla 10 o 12, que no les importe si su ropa nueva llega con agujeros y muchas hilachas aleatorias que cuelgan de las costuras, y que entienden que la foto de la prenda que pone la tienda es sólo una aproximación vaga de lo que realmente es la ropa”, puntualizó.
A continuación te mostramos las fotos referenciales de la ropa, cómo se veía en Lindsay y cómo le quedó a su hija de 10 años.
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