Mientras en Chile continúa el debate respecto de si se debe permitir -y en qué medida- el lucro en la educación, en Alemania ya tienen claro el panorama. Esto porque a principios de octubre, el estado germano de Baja Sajonia fue el último en abolir los pagos a instituciones públicas de educación superior, declarando la gratuidad universitaria en todo su territorio.
La medida beneficia también a los estudiantes extranjeros, por lo que -efectivamente- si viajaras a Alemania podrías estudiar sin ningún costo (fuera del pasaje y tu mantención).
El nuevo estátus no es una novedad para los teutones. Según explica el diario británico The Independent, las universidades en Alemania habían sido tradicionalmente gratuitas hasta que en 2006, un fallo judicial abrió la posibilidad a que algunos planteles pudieran cobrar, tras asegurar que esto no era contrario a la garantía de educación universal.
Sin embargo los cobros, que oscilaban entre los 500 a 650 euros semestrales (380 a 490 mil pesos chilenos), se hicieron tan impopulares que las casas de estudios pronto los abandonaron. Baja Sajonia era la última que los mantenía, destaca el medio de economía estadounidense, Business Insider.
Gabrielle Heinen-Kjajic, ministra para la Ciencia y la Cultura de Baja Sajonia, indicó que la decisión se había tomado porque “no queremos que la educación superior dependa del nivel de ingreso de los padres”.
De igual forma Dorothee Stapelfeldt, integrante de la comisión de Ciencias del Senado, aseguró que “el cobro de una cuota desincentiva a los jóvenes que provienen de familias con padres que no son profesionales, a continuar sus estudios”.
“Es una tarea prioritaria para los políticos el asegurarnos de que los jóvenes puedan acceder a una educación de la más alta calidad y sin costo en Alemania”, añadió.
El financiamiento del sistema educativo alemán también contrasta con el chileno en torno a su origen. Esto porque mientras los chilenos pagamos cerca del 21% de nuestro producto interno bruto en impuestos, los alemanes prácticamente duplican sus aportes llegando al 40%, según cifras de la Heritage Foundation recogidos en 2012.