¿Sabía usted que actualmente un alumno de odontología no sólo debe pagar un arancel cercano a los 4 millones de pesos anuales, sino que también se le exige encontrar a los pacientes a quienes tratará como parte de sus asignaturas?
Esto no representaría un gran problema… de no ser porque en caso de que el paciente se atrase en sus cuotas a la universidad o deje el tratamiento incompleto, será el alumno quien deberá pagar por él. Es eso o resignarse a reprobar el ramo.
Este es sólo uno de los problemas a los que se enfrentan hoy los futuros dentistas de nuestro país.
Un total aproximado de 39 instituciones de educación superior ofrecen la carrera de Odontología a lo largo del país; número que debe ser aproximado en vista de la necesidad de guardar cautela con las cifras y sus intempestivas variaciones, puesto que en Chile, hoy, abrir o cerrar un pregrado responde a una decisión autónoma de cada plantel.
De ellas sólo 12 se encuentran con acreditación vigente, tal como puede ser constatado desde el portal oficial de la CNA. Sin embargo, aunque este proceso –que es voluntario- da cuenta de ciertos estándares de calidad, persisten dificultades que atraviesan la totalidad del sector y que no distinguen entre ciudades, casas de estudios o alumnos.
Así lo intenta exponer una campaña online creada para explicitar la serie de problemas que enfrentan los estudiantes de la carrera durante su paso por la universidad. Pese a su testimonialidad, ha conseguido reunir diversas declaraciones de jóvenes que alegan desilusión, abuso y piden un cambio paradigmático en la formación de profesionales de la salud oral.
“Que las Escuelas de Odontología dejen de traspasar la responsabilidad de captar y financiar tratamientos a estudiantes” es el mensaje encabezador de la iniciativa, que crea una carta con destinatario a Michelle Bachelet, Helia Molina y Nicolás Eyzaguirre.
En ella mencionan que los aprendices de la carrera, además de tener que hacerse cargo de un arancel que usualmente supera los 4 millones de pesos anuales, deben autogestionar los pacientes que atienden en sus asignaturas prácticas y que, incluso, en ocasiones se ven presionados a costear los procedimientos.
Realizar el tratamiento para después financiarlo
Héctor Hernández, vicepresidente del Centro de Alumnos de Odontología de la Universidad de Talca, conoce la situación y es capaz de explicarla. Según comenta, en la UTAL, cuando un paciente se retrasa en el pago de una cuota del tratamiento que el alumno le presta, éste se suspende automáticamente, lo cual deja incompleto el ramo en cuestión y trae consigo su lógica reprobación.
Para evitar tal desenlace, los estudiantes que poseen cierta solvencia económica optan por poner de su bolsillo –o el de sus padres- el dinero que el paciente no puede reunir. Así evitan que se retire, completan el módulo y no se retrasan en su plan de estudios.
“No es que el alumno esté obligado a pagar, pero uno, para poder pasar de curso, prefiere desembolsar, por ejemplo, cien mil pesos, a tener que pagar 4 millones más por ‘echarse’ un ramo”, sostiene Hernández al contar una experiencia que califica de común al interior de la estatal maulina.
A esto se añade lo que sucede en el internado de sexto año, punto crítico para muchos quienes deben trasladarse a sectores alejados del plano urbano de la ciudad; un viaje diario de ida y retorno que corre por cuenta de los mismos estudiantes. Para intentar solucionar la problemática, pidieron en enero de este año que dicho gasto fuera absorbido por el plantel. Pese a los intentos, la respuesta fue negativa. Los pasajes no son parte del presupuesto 2014.
Ante tales disyuntivas, la dirección de la Escuela de Odontología de la Universidad de Talca afirmó mediante una declaración pública que desarrolla “una política de puertas abiertas para escuchar las inquietudes de sus estudiantes” y que los reclamos son sometidos a “una exhaustiva evaluación, la cual, una vez concluida, permitirá entregar respuesta a los alumnos”.
Nunca se deja de pagar
La Universidad Pedro de Valdivia es una de las casas de estudio que se mantiene en constante observación luego de iniciarse en su contra un proceso que indagara sobre eventuales irregularidades en su proceso de acreditación. Actualmente, la UPV no sabe de tal respaldo institucional por parte de la CNA, pero ello no impide que se arrogue la impartición de la carrera de Odontología.
En su sede de La Serena los estudiantes saben lo que esto significa, y el bajo número de matriculados para 2014, apenas 9, lo corrobora. Sin embargo, quienes hoy cursan el pregrado en el edificio de avenida Cuatro Esquinas de la región de Coquimbo, deben lidiar con carencias inmediatas que superan los temores frente a una posible repetición del caso U. del Mar.
“El stock de insumos que la universidad pone a disposición es insuficiente para la cantidad de alumnos. No da abasto”, cuenta Laura Romaniello, ex presidenta del CEAL de Odontología de la Pedro de Valdivia en La Serena, quien asegura que los elementos de mayor envergadura deben ser costeados por los estudiantes a lo largo de la carrera.
4 millones 200 mil pesos es el arancel anual de Odontología en la Universidad Pedro de Valdivia, y este monto pareciera no ser suficiente a la hora de llegar a las asignaturas de atención clínica, momento en que el alumno debe abrir nuevamente su billetera para, en algunos casos, financiar sustituciones dentarias que debieran pagar los propios atendidos.
Romaniello lo expone así: “Si un paciente llega y necesita una prótesis dental, ésta se realiza en laboratorio, por ende es un costo que va por fuera. El laboratorista cobra entre 40 y 50 mil pesos, y si el paciente no cancela ese valor, el estudiante tiene que responder con el costo del laboratorio”.
¿Qué pasa en caso contrario? La otrora vocera aclara que si no se entrega el dinero adeudado, es el nombre del alumno el que queda mal puesto frente a la institución externa. “La universidad no pone plata para ayudarnos, ni nada”, asevera.
Aumento explosivo de matrícula y amenaza de colapso
Ya se esbozaba al principio. Alrededor de 39 casas de estudio superior tienen Odontología en su portal de admisión, lo cual entrega altísimas cifras de profesionales en busca de trabajo.
La última proyección de titulados efectuada por la Asociación de Estudiantes de Odontología, ADEO, señala que al 2012 el número de egresados llegó a mil 800, lo cual crea un panorama actual de cerca de 17 mil odontólogos en Chile según informes que divulga la misma entidad.
El presidente del Centro de Estudiantes de Odontología de la Universidad de Chile, Felipe Derpich, comenta que a partir de esta figura se genera la proporción de un dentista cada mil habitantes, lo cual choca con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que exhorta a mantener un profesional dental cada dos mil habitantes.
“Estamos en presencia de una situación incontrolable y un campo laboral incierto”, indica el representante, en la medida que pone el acento en la formación y sus falencias, al destacar que “el momento actual de la carrera es preocupante. No existe ninguna entidad que norme el total de egresados ni la acreditación, porque es voluntaria. Esto es parte del debate actual en educación y en nuestra profesión genera una sobreoferta”.
Y parece no equivocarse. En base a los datos de ADEO y el Colegio de Cirujanos Dentistas, en 2020 existirá un odontólogo cada 600 chilenos si es que no se pone punto final a una expresiva desregulación, que sigue atrayendo nuevos estudiantes y los obliga a incurrir en desembolsos de dudosa retribución futura.