Este domingo el diario O Globo, citando una investigación judicial chilena, detalló que la dictadura brasileña proveyó a la de Chile entre los años 70 y 80, de un arma bioquímica para que pudiera eliminar a sus adversarios.
“El ejército chileno obtuvo en Brasil la letal neurotoxina botulínica, derivada de la bacteria clostridium botulinum, que es mucho más potente que el cianuro. Provoca intoxicación, con parálisis de los músculos, llevando a la muerte por asfixia”, explicó el diario.
Entre las víctimas de esta toxina, se presume, estuvo el ex presidente Eduardo Frei Montalva, quien se había convertido en opositor del régimen, y que murió de septicemia en 1982, tras haber ingresado al hospital para que se le practicara una cirugía simple.
El material tóxico llegaba a Santiago por valija diplomática, que se llevaba luego al ex Instituto Bacteriológico como órgano de fachada, y que estaba bajo dirección de la policía política de Pinochet. Esa entidad lleva ahora el nombre de Instituto de Salud Pública.
Recientemente, la ex directora de esa institución, Ingrid Heitmann, dijo que encontró en el sótano del organismo dos cajas con ampollas de toxinas botulínicas del Instituto Butantan de Sao Paulo.
“Fue en el 2008, y eran suficientes para matar a la mitad de Santiago”, explicó. Detalló que quemó el material, sin suponer que podría ser luego una prueba judicial.
En Brasil, el Instituto Butantan dijo no tener en sus archivos información relacionada a exportación de esa toxina a Chile.
O Globo recordó que Brasil apoyó a la dictadura chilena de Augusto Pinochet en todas las instancias, e incluso votó en contra de las resoluciones de la ONU que condenaban a Santiago por violaciones a los derechos humanos.
Detalló además que Brasil ayudó en la formación de comandos de inteligencia chilenos, e incluso colaboró en operaciones contra sus exiliados políticos.
Brasil reconoce oficialmente 400 muertos y desaparecidos durante el régimen militar (1964-1985). Chile, en tanto, más de 3.200.