El dueño de Falabella en Argentina, Juan Luis Mingo Salazar, enfrenta una indagatoria judicial por un eventual “trabajo esclavo” en uno de los talleres textiles que trabajan para la conocida cadena de tiendas.
El fiscal federal, Federico Delgado, pidió a la justicia trasandina indagar a Mingo Salazar junto a los representantes de la empresa proveedora “SIFAP” S.A., Héctor y Gustavo Mitelman, y al empresario Robert Egber Tupino Yncacutipa, imputado de haber “montado un taller ilegal”.
Según publica Infobae, el pasado 20 de diciembre de 2012 un funcionario de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó la denuncia tras una fiscalización, en donde constató el funcionamiento de dos talleres textiles clandestinos.
En dichos inmuebles trabajaban diez personas, en su mayoría de nacionalidad peruana, en deplorables condiciones de higiene por un sueldo de 2.500 pesos argentinos -poco más de 232 mil pesos chilenos-, monto del que le descontaban mil pesos para la comida y vivienda.
De acuerdo a los antecedentes, los obreros tendrían jornadas de trabajo que se extendían entre 8 y 17 horas.
“Viven ahí, duermen ahí y confeccionan todo el tiempo… no salen mucho de la casa. Tenían cara de cansados, con ropa de trabajo, sucios. Aparte, el olor a encierro era terrible, no había ni una ventana abierta”, reveló uno de los funcionarios del AFIP.
Según precisó, en los allanamientos se encontró “bultos de ropa con etiquetas de Falabella, Sybilla y Americanino”, marcas propias de la tienda.
En declaraciones recogidas por el portal trasandino, el fiscal Delgado indicó que “podríamos afirmar que las marcas, en este caso Falabella, se nutren a través de terceros de talleres que explotan a personas vulnerables. La tercerización les permite no ‘contaminarse’ directamente con la objetualización de seres humanos y bajar los costos para aumentar la tasa de ganancia”.
En ese sentido aseguró que “hablamos de inmigrantes ilegales que por necesidad son objetualizados y trabajan en condiciones deplorables. A su vez, son regenteados por otra persona que muchas veces trabaja a la par y en esas mismas condiciones. No obstante, siempre hay un amo”.
“Tiendas como “Falabella” suelen contratar a talleres que subcontratan a otros talleres más pequeños. Es decir, las empresas mantienen el trabajo de diseño, comercialización, imagen, moldería y corte, mientras que tercerizan la confección, terminaciones y planchado directamente en talleres clandestinos o a través de talleristas intermediarios”, agregó el fiscal.