Cuando un niño entra al jardín infantil, éste se convierte en una especie de segundo hogar, que le permitirá sociabilizar con otros niños y adultos que no son de su familia, por lo que se hace muy importante mantener una buena relación entre padres y educadores, sobre todo cuando el niño asiste por primera vez a estos establecimientos.
Este “mundo nuevo” que se les abre a los niños genera algunas inseguridades, debido a que dejaron de ser el centro de atención y comienzan a interactuar con personas que, hasta ahora, le eran desconocidas.
Es por este motivo que es fundamental mantener estacordialidad y buena comunicación entre padres y parvularias, ya que si los niños ven a sus papás contentos y seguros les facilitará la inserción en esta nueva etapa de sus vidas.
El principal objetivo de un educador debe apuntar al enriquecimiento de la relación padre-hijo, apoyando a los apoderados en conocer, entender y aceptar a su hijo con sus fortalezas y debilidades. Asimismo, deberá fomentar el diálogo con los padres, con el fin de compartir experiencias, aclarar dudas y entregar y recibir sugerencias y plantear acciones en relación a las necesidades que presente el niño.
También se hace necesario que las parvularias den a conocer lo que significa esta etapa en la educación de un niño, además de hacer partícipes a los apoderados del conocimiento que se está entregando, de modo que participen en la formación del parvulito en el ámbito familiar.
El trabajo en la educación parvularia se hace en conjunto entre el jardín infantil y la familia, por lo que fomentar una relación estrecha y permanente generará mejores resultados.
Por Mariela Lazo.
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