Llega a la oficina o laboratorio y se sienta en silencio a trabajar, a veces, aislado en sus audífonos. Nunca recuerda los cumpleaños y aunque lo haga, no saluda. Le cuesta interactuar con los demás y, cuando lo hace, nos sorprende por su carencia de tacto ante situaciones sociales.
Si esta descripción te es conocida, probablemente tengas algún amigo científico, ingeniero o programador cuya falta de empatía -por no llamarle antisocial- trasciende fronteras. “¿Por qué este sujeto es incapaz de ponerse en los zapatos de los demás?”, suele ser una pregunta frecuente ante sus reacciones.
La respuesta: no puede pues, para ser un profesional exitoso, su cerebro debe funcionar así.
Esta es la asombrosa conclusión de la Universidad de Case Western Reserve en Estados Unidos, tras determinar que cuando el cerebro humano se aboca por completo a una tarea que requiere sus habilidades analíticas, sus habilidades sociales simplemente se van de vacaciones.
El estudio, conducido por el profesor de ciencias cognitivas, Anthony Jack, postula que, normalmente, una persona se mantiene en equilibrio entre dos redes neuronales definidas: una para el razonamiento lógico y la otra para atender nuestras necesidades sociales.
Por desgracia, los experimentos del equipo concluyeron que la mente humana no puede atender ambas redes al mismo tiempo, por lo que al trabajar con una, la otra es suprimida.
“Es parte de la evolución de nuestra estructura cognitiva. El pensamiento empático y analítico son, al menos hasta cierto punto, mutuamente excluyentes en el cerebro”, explicó Jack.
El hecho de que el cerebro tuviera dos modos de razonamiento diferentes era un concepto ya conocido. De hecho, una teoría postula que una de las redes está construida para realizar tareas dirigidas, mientras que la otra permite a nuestra mente divagar. Otra versión afirma que en realidad una de ellas maneja la atención externa, mientras que la otra se dirige a la atención interna.
Pero independiente de las interpretaciones, este nuevo estudio que ya sea que se nos presenten problemas analíticos o sociales -ambos estímulos externos- el cerebro elige la red adecuada para procesarlos, suprimiendo automáticamente la otra, algo que que el equipo comprobó analizando patrones de respuesta por medio de una resonancia magnética en 45 sujetos de prueba.
“La desconexión entre nuestro entendimiento experimental y nuestro entendimiento científico se conoce como la ‘brecha explicatoria’. En 2006, el filósofo Philip Robbins y yo concebimos una teoría bastante loca: que la brecha explicatoria está determinada por nuestra estructural neuronal. Ahora me sorprende percatarme de cuán coherentes son estos resultados con aquella teoría”, consignó Jack al portal científico Science Daily.
“Esto demuestra que las personalidades científicas realmente dejan algo fuera: la sensibilidad humana. Un gran desafío para la ciencia cognitiva ahora será cómo podemos traducir mejor las descripciones mecánicas frías y distantes que produce la neurociencia y el entendimiento intuitivo y emocional que nos permite relacionarnos entre nosotros como personas”, sentenció.
Desde la depresión hasta el autismo
Pero el hallazgo no sólo permite saber por qué nuestro colega tan genial en el trabajo es, a la vez, tan raro en los eventos. También abre un nuevo campo de investigación para los desórdenes neuropsicopáticos, que van desde la ansiedad y la depresión hasta la esquizofrenia, todas las cuales son disfuncionalidades sociales de algún tipo.
Más aún, la nueva teoría permitiría comprender mejor condiciones como el autismo -que presenta una altísima capacidad para resolver problemas visual-espaciales y para manipular figuras de dos y tres dimensiones, pero con habilidades sociales muy pobres- o por el contrario, para el síndrome de Williams -que presenta individuos cálidos y amigables, pero deficientes en habilidades visual-espaciales.
Y yendo aún más lejos, el descubrimiento también explicaría por qué algunos individuos, imbuidos en sus labores, pueden alejarse de sus principios morales.
“Quieres tener a un Gerente altamente analítico en una empresa para que la dirija eficientemente, pero este sujeto puede extraviar su brújula moral si se queda pegado en este tipo de razonamiento. ¿Cómo ese mismo Gerente pudo ser tan ciego para no percatarse de la crisis de relaciones públicas que iba a provocar su decisión de despidos masivos para recortar costos?”, plantea Jack.
“Nunca podrás usar ambas redes al mismo tiempo, pero lo que debemos tratar es de circular eficientemente entre ambas, y sobre todo emplear el mecanismo de razonamiento correcto, para la situación adecuada”, concluyó.