La secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, exhortó este jueves al presidente Goodluck Jonathan a dar un nuevo impulso a las reformas en Nigeria, gigante petrolero de África, confrontado a una insurrección islamista.
La visita de Clinton al país más poblado de África, con más de 160 millones de habitantes, y principal abastecedor de petróleo de Estados Unidos, se produce en un momento en que el presidente Jonathan encara un ciclo de violencia mortífera.
Estos actos violentos, atribuidos a la secta islamista Boko Haram, han dejado más de 1.400 muertos desde 2010 en el norte y centro de Nigeria, según la organización Human Rights Watch (HRW).
Pero “el porvenir de Nigeria no tiene límites”, exclamó Clinton después de sus reuniones con el presidente, sus ministros y los jefes de la seguridad en la capital federal, Abuja. “La tarea más importante, como ustedes mismos han reconocido, es garantizar que todos los nigerianos -del norte, sur, este y oeste- tengan más posibilidades de éxito”, declaró.
Los diplomáticos estadounidenses expresan regularmente sus inquietudes por la pobreza extrema del norte de Nigeria, terreno propicio para alimentar la violencia y la insurrección islamista. “Queremos trabajar con usted y estaremos a su lado cuando haga las reformas y tome las decisiones difíciles que se imponen”, alentó Clinton.
Felicitó a las autoridades nigerianas por sus “esfuerzos” en la lucha anticorrupción en uno de los países más afectados del mundo. Clinton habló también de un “programa completo” para el Norte, mezcla de “desarrollo socio-económico y estrategia para la seguridad”, según un responsable del Departamento de Estado.
Ofrecimiento de asistencia contra la inseguridad
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Washington propone desde hace unas semanas su “asistencia a los nigerianos” en materia de seguridad. Se trata sobre todo de “ayudarles a organizar una célula de coordinación de todos los servicios de información”, explicó el responsable estadounidense. “Podemos ayudarles a desarrollar mecanismos para acosar e identificar a los individuos susceptibles de apoyar activamente a Boko Haram”, precisó.
Boko Haram es “un problema para Nigeria y lo es también para los países fronterizos al norte -Chad, Camerún y Níger- y tememos que este movimiento radical desestabilice los Estados vecinos”, dijo.
Miembros de Boko Haram son sospechosos de haberse entrenado en el norte de Mali con Al Qaida del Magreb Islámico, la rama norteafricana de Al Qaida.
El grupo ha reivindicado atentados contra la sede de la ONU en Abuja y contra importantes diarios del país, sin contar los múltiples atentados con bomba y asesinatos en el noreste.
En un video difundido el pasado sábado 4 de agosto, el presunto jefe de Boko Haram calificó al presidente norteamericano Barack Obama de “terrorista”, tras la decisión de Estados Unidos de incluirlo en su lista negra antiterrorista.
Estados Unidos había anunciado el 21 de junio la inclusión en esa lista de tres dirigentes de Boko Haram, incluyendo su presunto jefe, Abubakar Shekau, lo que permite congelar sus haberes en Estados Unidos.
Para los estadounidenses, “la inquietud más grande viene de la inseguridad en el país y en particular de las actividades de la secta Boko Haram”, confirma el director general del Proyecto de Derechos Constitucionales en Nigeria, Clement Nwankwo.
Sobre todo que Nigeria suministra un 8% de las importaciones estadounidenses de petróleo, aunque el crudo proviene del sur, región que no conoce la violencia de Boko Haram.
La gira africana de Clinton empezó el 31 de julio en Senegal y siguió en Uganda, Sudán del Sur, Kenia, Malawi y Suráfrica.
Desde Nigeria, se desplazó la noche del jueves a Ghana para reunirse con el nuevo presidente John Dramani Mahama, que sucedió a John Atta Mills, fallecido el 24 de julio. La titular de la diplomacia estadounidense debe asistir a sus funerales el sábado, antes de una breve visita a Benín.