La capital británica será la primera ciudad en convertirse por tercera vez en sede de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, una inmersión en los archivos ilustra el abismo que separa las competiciones ‘amateur’ del siglo pasado con el espectáculo mediático de los ‘dioses del estadio’ contemporáneos.
“Las situaciones difieren tanto que son incomparables”, aseguró a la AFP el secretario general de la Sociedad Internacional de Historiadores Olímpicos, Anthony Bijkerk.
Para muestra un botón. Los primeros Juegos de Londres, en 1908, duraron seis meses, de abril a octubre, y en ellos compitieron 2.008 deportistas (de los cuales sólo 37 mujeres) originarios de 22 naciones.
En 1948, la participación fue dos veces más importante (4.104 atletas, incluidas 390 mujeres, de 59 países). Faltaron sin embargo Alemania y Japón, descartados como “países agresores”, la URSS, excusada, y China ocupada en constituirse en República Popular.
En 2012, se esperan 10.500 participantes de 205 países. El presupuesto, de 9.300 millones de libras (14.500 millones de dólares, 11.600 millones de euros), considerable en época de recesión, multiplica por 1.000 el de 1948.
1908: sin impulso
“Los Juegos de 1908 fueron los primeros bien organizados y de dimensión realmente internacional de la era moderna”, señala Bijkerk.
La capital británica los heredó, sin embargo, con un plazo de dos años tras la renuncia de Italia a organizarlos en Roma tras una erupción del Vesuvio.
Uno de los grandes protagonistas fue estadounidense. Ray Ewry tenía aires artistocráticos, con su raya en medio, sus botines y sus bermudas. Sus especialidades –el salto sin impulso, de longitud y de altura (con récords a 3,47m y 1,65m)– estaban ya en vías de desaparición. Como las pruebas de motonáutica, de estirar la cuerda o de bicipolo, un efímero deporte de exhibición.
Y fueron los británicos, que ejercían un polémico monopolio sobre el arbitraje, los que lograron la mitad de las medallas de oro (56) por delante de Estados Unidos (23). Fijaron el maratón en 42,195 km, la distancia entre el castillo de Windsor y el palco de Eduardo VII en el estadio olímpico.
1948: juegos de la austeridad
Tras los Juegos de Berlín-36, al servicio de la propaganda nazi, y “al salir de una guerra catastrófica” existía una fuerte voluntad de “reunir a los países en torno a algo positivo”, explicó a la AFP Cathy Ross, del Museum of London.
Al mismo tiempo, “las naciones empezaron a darse cuenta de los efectos de la supremacía deportiva para la moral de la nación y su posición internacional”, escribieron Matt y Martin Rogan en su libro “Los Juegos Olímpicos del Reino Unido: pasado, presente y legado”.
Los llamados “Juegos de la austeridad” se celebraron en una capital en ruinas y sometida al racionamiento. Los deportistas dormían en barracones militares y dormitorios de colegios.
Para aumentar sus posibilidades, numerosos equipos, encabezados por Estados Unidos, llegaron cargados de víveres. Los británicos tenían derecho a “la ración A”, reservada a los trabajadores de la industria pesada, estratégica. Y a un uniforme para la ceremonia de inauguración: pantalón y blazer para los hombres y una bata procedente de una tienda de ropa para criadas de Oxford Street para las mujeres.
Algunos atletas acusaban un déficit de vitaminas y tenían que conformarse con carne de ballena, disponible hasta la saciedad.
Españoles y franceses importaron su propio “carburante”, Mouton-Rothschild en el caso de los segundos. “Para estos competidores, el vino es parte integrante de su dieta habitual y constituye, desde su punto de vista, un alimento”, señala un informe oficial conservado en los archivos nacionales.
En las pistas de ceniza igualmente utilizadas para las carrerea de galgos, “el ama de casa voladora” causó sensación. Holandesa, de 30 años, Fanny Blankers-Koen se proclamó campeona en 100 metros, 200 m, 80 m vallas y el relevo 4X100 m. “Pero la capa de oro era tan fina en sus medallas que tuvo que darle varios baños” a lo largo de su vida, explicó Bijkerk.
Las distancias se medían todavía en pies y en yardas. A la espera del desembarco de los patrocinadores, las principales innovaciones de aquella edición fueron la ‘foto-finish’ y la televisión.