Con la vista centrada en los atentados a las Torres Gemelas que en hace exactamente diez años provocaron más de 3000 muertes, los estadounidenses parecen haber olvidado los sucesos ocurridos en igual fecha en otros lugares del mundo, algunos incluso en relación con su país.
Bajo esa premisa, el economista, abogado y periodista James S. Henry publicó una extensa columna en revista Forbes, donde rinde tributo al “Otro 11 de septiembre”, que causó la muerte o desaparición de 3065 chilenos, tras el Golpe de Estado de 1973.
Se trata de un documentado texto que transita entre las doctrinas económicas y las consecuencias a los derechos humanos durante la Dictadura, aunque con una visión bastante personal, entre cuyas anécdotas cita el haber sido compañero de clases del presidente Sebastián Piñera al momento del golpe militar.
“Recuerdo con gran claridad el golpe de Estado en Chile para 1973. En ese entonces asistía a un curso de economía para graduados en la Universidad de Harvard, que era dictado por uno de los discípulos del profesor de la Universidad de Chicago, Milton Friedman”, escribe el economista.
“Uno de mis compañeros de estudios era Sebastián Piñera, miembro de una de las familias más antiguas de Chile y futuro millonario, propietario de la línea aérea Lan y, desde diciembre de 2009, presidente de Chile”.
“Durante la clase de ese día, Sebastián obtuvo de alguna manera la noticia de que el presidente Salvador Allende había sido derrocado. Estaba jubiloso: ‘¡Ganamos!’, gritaba”, es el relato de Henry.
“Nuestro profesor de economía aparentemente compartía la felicidad de Sebastián. Como muchos otros economistas estadounidenses, él veía el golpe de Pinochet como una gran victoria para las doctrinas económicas neoliberales que habían predicado durante décadas los economistas de Chicago, como el profesor Friedman y Arnold Harberger; hasta entonces, sin mucha aceptación en el primer mundo”.
Su artículo continúa con un tenso análisis a la implementación de las teorías impulsadas por los “Chicago Boys” en Chile, al punto de llamar a nuestro país un “laboratorio neoliberal”, caracterizado por los bajos salarios, el auge de las exportaciones, el debilitamiento de los sindicatos, la baja inflación, la privatización de los fondos de pensiones y un aparato estatal minimizado.
Sin embargo, el columnista vuelve a toparse con la familia Piñera cuando describe el plan económico impulsado por el hermano del Presidente, el economista José Piñera.
“Bajo el “Plan Laboral” de ultraderecha desarrollado por José Piñera en 1979, el gobierno de Pinochet abolió la tutela profesional de los gremios, e intentó privatizar todo, desde el sistema de salud hasta las pensiones y la educación”.
“Su fondo de pensiones privatizado estrenado entre 1980 y 1981 sustituyó el sistema de “fondos garantizados” por uno administrado por instituciones como Citigroup y Aetna, que vinieron a dominar un sistema privado altamente concentrado, dejando obsoleto el sistema de “pague-según-pueda” del gobierno”, explica Henry.
“Esta fue probablemente la más exitosa de sus “reformas”. Esto básicamente sustituyó con un sistema de financiamiento privado el tradicional “pague-según-pueda” del gobierno. Desde luego, esto se logró por el hecho de que un régimen militar podía simplemente ordenar la sustitución. Otros intentos de privatización en países democráticos probaron ser mucho menos exitosos”, concluye.
En su favor, James Henry cita que posteriormente el presidente Sebastián Piñera se volvió un opositor al régimen de Pinochet, apoyando la realización de un plebiscito que lograría dar término a la Dictadura, pero no sin volver sobre las transgresiones a los derechos humanos.
“Deberíamos preguntarle a Sebastián Piñera qué siente ahora sobre “El otro 11 de septiembre”. Es verdad, al final le permitió convertirse en Presidente al mismo tiempo que en millonario… ¿pero era necesario que tantos de mis amigos murieran?”, sentencia finalmente el columnista.