"Casi me mató", declaró Camila Sepúlveda esta semana sobre la ya sabida situación de violencia que sufrió -y ha sufrido en varias ocasiones- por parte de su expareja, el futbolista Jordhy Thompson. En este contexto es que surge una repetida y cruda pregunta por parte de ciertos espectadores de este tipo de situaciones: "¿por qué no salió antes de ahí?", salir del círculo de la violencia es más difícil de lo que se cree.
“La violencia de género es un problema social que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, y que tiene graves consecuencias para su salud física, mental y emocional“, expresa Julio César Carrasco, psicólogo clínico y terapeuta de pareja del Instituto Kintsugi.
Esta semana ha vuelto a la palestra un caso nacional ligado a la problemática: la relación entre Camila Sepúlveda y Jordhy Thompson. Luego de un historial de denuncias por parte de la joven hacia el futbolista de Colo Colo, la madrugada del lunes 6 de noviembre, Sepúlveda volvió a denunciar al deportista luego de que se dieran agresiones físicas por parte de ambos en medio de una fiesta.
“Ante esta situación (caso de Jordhy Thompson), es importante comprender los factores que intervienen en este tipo de relaciones, las dificultades que enfrentan las víctimas para salir de ellas y las formas de prevenir, detectar y ayudar a las personas que sufren violencia en la pareja”, explica Julio César.
La violencia en la pareja conformada por Camila Sepúlveda y Jordhy Thompson
Fue común ver repudio en redes sociales y muchas críticas tanto hacia el joven como -lamentablemente- la víctima. ¿Por qué se cuestiona a la víctima en una situación donde ella es la violentada? Según comentarios de varios usuarios en Internet a raíz del polémico caso, “por no salir de ahí“.
Javiera Rebolledo, psicóloga de la Universidad de Concepción, introduce un tema clave para entender por qué surgen situaciones de violencia dentro de las relaciones de pareja: la existencia de jerarquías de poder.
“Las jerarquías de poder se entienden como estas relaciones en las que hay una persona que tiene mayor autoridad; mayor control sobre la otra, lo que se refleja en la toma de decisiones y la resolución de conflictos”, explica Rebolledo.
“Esto tiene que ver con temas culturales, en específico con los roles de género ‘tradicionales’ en los que, por ejemplo, el hombre es el líder de la familia o el sustento económico (…). Por el contrario, la mujer está sometida al rol de labores domésticas, de atención, de crianza, cuidado, etcétera. Esto es cultural, existe y lamentablemente se reproduce“, asevera Javiera.
Cómo romper con el círculo de la violencia presente en la pareja
En este contexto es que, según Julio César Carrasco, salir de una relación abusiva requiere de voluntad, valentía y apoyo. Para iniciar tal difícil proceso es necesario partir por aceptar que se está en una relación o situación de violencia. El profesional enfatiza en que todos tenemos derecho a una vida libre de maltrato.
Luego del primer paso (la aceptación), hay un listado de medidas que se deberían seguir para romper con el círculo vicioso que implica la violencia. Julio César los establece de la siguiente manera:
-Pedir ayuda a personas de confianza (familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, y contarles lo que se está viviendo).
-Comunicarse con los servicios de atención a víctimas de violencia.
-Preparar un plan de seguridad que incluya medidas para prevenir o enfrentar posibles agresiones, como por ejemplo tener a mano documentos, dinero, llaves, teléfono, medicamentos y otros objetos importantes. Tener también lugar seguro donde refugiarse, memorizar números de emergencia y tener una palabra clave para pedir ayuda.
–Cortar definitivamente el contacto con el agresor a través de bloqueos de llamadas, mensajes, redes sociales y cualquier otra forma de comunicación.
-Cuidar de la salud física y mental, acudiendo al médico si se presentan lesiones o síntomas. Buscar, además, apoyo psicológico para superar el trauma y recuperar la autoestima.
El terapeuta recomienda un tipo de psicoterapia específica para estos casos: la terapia EMDR. Este tipo de terapia es “una herramienta eficaz para tratar los efectos de la violencia de género en las mujeres”, explica Carrasco.
¿En qué consiste la terapia EMDR? Según el Instituto Español de EMDR, esta terapia es un “abordaje psicoterapéutico que trabaja sobre el sistema de procesamiento de información innato del paciente“.
El sitio del Instituto consigna que este sistema intrínseco de cada paciente puede llegar a bloquearse por diversos motivos, tales como muertes, abusos psicológicos, emocionales, físicos, o sexuales, lo que puede generar una gran diversidad de síntomas en la persona (miedo, angustia, tristeza, dolor emocional e incluso físico, baja autoestima, entre otros).
Julio César Carrasco es Máster en Psicoterapia EMDR. En sus palabras, esta terapia permite procesar los recuerdos traumáticos, reducir los síntomas de estrés postraumático, mejorar la autoimagen, la autoestima y fortalecer los recursos personales.
“La terapia EMDR se adapta mediante sus protocolos de atención específicos a las características y necesidades de cada mujer, el que debe realizarse en un contexto de seguridad, confianza y respeto“, enfatiza el psicólogo.
Por otro lado, Javiera Rebolledo advierte: “Si sientes que estás en una relación en la que tienes que estar caminando de puntitas por miedo a la reacción de tu pareja o por evitar el conflicto que podría suceder (…), no se está en el lugar correcto“.
¿Qué rasgos al inicio de una relación pueden dar luces de que una persona es violenta y/o agresiva?
“La violencia y la agresividad no siempre se manifiestan de forma evidente al inicio de una relación, sino que pueden ir apareciendo de forma gradual y sutil“, manifiesta Carrasco.
En la misma línea, el profesional señala algunos rasgos que pueden alertar sobre una persona posiblemente violenta y/o agresiva, tales como:
–Celos excesivos (control de los movimientos, comunicaciones, amistades y actividades de la pareja, acompañado de demostraciones de desconfianza, reproches o acusaciones infundadas).
–Faltas de respeto (insultos, burlas, críticas, amenazas o descalificaciones hacia el aspecto, forma de pensar, gustos y logros de la pareja).
–Manipulación (utilización de la mentira, el chantaje, la culpa o la victimización para influir en las decisiones, sentimientos o las acciones de la pareja para así justificar las propias conductas violentas o agresivas).
–La imposición (querer tener siempre la razón, no aceptar las opiniones o los deseos de la pareja y obligarla a hacer cosas que no quiere o que le incomodan).
–Indiferencia (ignorar, desatender o minimizar las necesidades, los problemas o las emociones de la pareja y no valorar sus aportes, esfuerzos o cualidades).
La psicóloga de la UdeC agrega también que “surge harto la falta de autonomía en la toma de decisiones. Si yo, por ejemplo, tengo una oportunidad, voy a consultarlo con mi pareja, porque dependiendo de la decisión que yo tome puede que haya un conflicto. Independiente de que yo quiera A o B, voy a consultarlo con mi pareja porque, para evitar este conflicto, voy a poner la decisión de mi pareja por sobre la mía“.
“También existe un control de la pareja hacia mi persona; cosas muy cotidianas como ‘qué estoy haciendo, con quién, dónde, con quién me junto, a dónde voy, cuánto tiempo me voy a demorar’, etcétera. De la mano a eso viene igual, generalmente, manipulación emocional, pues al no contestar mensajes, después escala la situación: ‘Es que tú no me contestas porque no me quieres‘”, enfatiza la profesional.
¿Qué motivos llevan a algunas personas a volver a una relación donde son maltratadas?
En palabras de Julio César, regresar a una relación abusiva puede responder a diversas causas. Entre los motivos más preponderantes está el miedo, la dependencia, la esperanza en que el agresor puede cambiar y factores ligados a la autoestima y falta de redes de apoyo e ignorancia frente a qué medidas tomar al respecto.
El profesional de la salud mental explica que el miedo está fundado en las posibles consecuencias de abandonar a la persona violenta: el agresor “puede amenazar a la víctima con hacerle daño a ella o a sus familiares o amigos si lo deja”.
En esta línea, Javiera añade: “Si existe un desequilibrio de poder; un control, se entiende que las personas que conforman la relación no son iguales. Se crean ambientes que son propicios para este tipo de comportamientos abusivos. Surge violencia emocional, violencia verbal, violencia física“.
“Para fomentar una relación que no tenga este tipo de características es muy importante la comunicación, el respeto, tener estos espacios de ‘conversaciones incómodas’, ponerse de acuerdo, escuchar al otro, ser quizás un poco flexible en el trato, pero sin querer pasar a llevar a la otra persona. La comunicación y el respeto son muy importantes”, aclara Rebolledo.
Salir de un círculo violento puede dificultarse cuando hay una dependencia de tipo emocional, económica y/o social. Además, la “calma aparente” luego de cada episodio violento es lo que lleva a la víctima a sustentar la esperanza de un posible cambio en el agresor, detalla Carrasco.
Julio César explica también que la baja autoestima de la persona violentada da pie al sentimiento de culpa y la vergüenza. Estos sentimientos hacen creer a la víctima que merece el maltrato o que no podrá encontrar a alguien mejor.
Tales causas “se relacionan con el apego traumático, que es un vínculo afectivo distorsionado que se establece entre la víctima y el agresor y que genera una confusión entre amor y dolor; una ambivalencia entre querer escapar y querer quedarse“, señala Julio César.
“El apego traumático se refuerza por la alternancia de fases de violencia y de reconciliación, que crean una dependencia emocional y una esperanza de cambio. Para romper el apego traumático es necesario que la víctima pueda tomar conciencia de la realidad de la relación, de sus derechos y de sus necesidades, y que busque apoyo externo que le permita salir del círculo vicioso de la violencia de género“, concluye el profesional.