Todas las relaciones son únicas y complejas. Eso es lo primero que debes entender cuando tienes ganas de caer en comparaciones, particularmente en momentos en que la tuya no anda muy bien.
En momentos de crisis, todos nos hemos preguntado alguna vez si acaso sería más beneficioso terminar esta relación o pelear por ella. Para lo anterior no existe una solución mágica, pues dependerá de cada persona, del proceso interior por el que esté pasando y de cuán madura sea la relación de pareja que está viviendo.
De seguro cuando tienes un problema que se ha repetido en el tiempo y lo comentas a tus amigos, más de alguno ha dicho ¡Debes terminar!. Pero sólo tú sabes cuándo tomarás esa decisión (si es que la tomas), independiente de cuántas veces lo hayas escuchado.
No obstante, en este contexto existe algo mucho más complejo e incluso dañino, y que ocurre cuando tienes la certeza de que debes terminar tu relación, pero te descubres volviendo con esa persona una y otra vez. Puede ser miedo, costumbre, inseguridad, baja autoestima o diversos factores los que te hacen ‘recaer’ en una relación a la que quizá ya le pusiste fin en tu cabeza.
Probablemente lo que hagas es que cuando piensas en terminar, de inmediato rememoras los tiempos en que todo era miel sobre hojuelas y tus ganas de que todo vuelva a ser como antes te hacen pensar en una nueva oportunidad, sin embargo, esas no son más que trampas para mantenerte en un estado emocional y mentalmente poco saludable.
Es por eso que el doctor en Psicología y terapeuta de parejas, Jeffrey Bernstein, asegura en una columna publicada en el sitio especializado Psychology Today, que existen a lo menos tres preguntas claves que toda persona a la que se le haya pasado por la mente terminar su relación, debe hacerse.
El experto asegura que algunas de las principales razones por las que no podemos dar ese paso es porque quizá vemos un potencial en nuestra pareja que nadie más parece ver. Tal vez la amamos tanto que no podemos vernos a nosotros mismos sin ella, o probablemente sea el simple temor a estar solo aunque sea por un corto tiempo.
No obstante, en su consulta ve a diario personas “emocionalmente dañadas” que viven en relaciones problemáticas que tienen fecha de caducidad.
En su texto ¿Por qué no puedes leer mi mente?, el autor explica que muchas veces exageramos o distorsionamos un poco lo que hacen nuestras parejas y no vemos nuestros propios puntos ciegos respecto al comportamiento que tenemos en la relación. Optamos por pensamientos tóxicos que destruyen cualquier relación amorosa, como cuando pensamos que nuestra pareja sólo se preocupa de sí misma y no de los demás y lo etiquetamos como una persona egoísta o perezosa.
Lo anterior (asignar etiquetas) es sumamente dañino porque creas una realidad que estás esperando que se cumpla, aunque sea negativa. Esto ocurre porque no te das el tiempo de reflexionar al respecto, de identificar cuáles son tus propias creencias irracionales que obstaculizan tu relación e incluso antes de eso, olvidas estar consciente sobre cómo piensas y sientes acerca de tu pareja.
Ahora bien, si la relación no está en una profunda crisis que amerite sí o sí alguna ayuda clínica, Bernstein asegura que deberías hacerte estas preguntas para ayudarte a pensar en una relación más saludable partiendo por dinámicas tan simples como conversar los problemas y lograr acuerdos.
1) ¿Hay algo más que pueda cambiar de mí para mejorar esta relación?
El psicólogo afirma que si la respuesta inmediata a esta pregunta es “sí”, entonces puedes seguir trabajando en ello, siempre y cuando sea parte de un proceso de aprendizaje “dentro de lo razonable, como para comunicarse mejor”, y no una simple “recuperación tras sentirse rechazado repetidamente”.
Ahora bien, si te ha costado pensar en algo que podrías cambiar o simplemente crees que no hay nada que puedas hacer para mejorar tu relación, entonces pasa a la pregunta 2 y 3.
2) ¿Me siento mejor o peor conmigo mismo, emocionalmente hablando, al estar en esta relación?
Si cuando empezaste la relación lo hiciste sólo para no estar soltero, es probable que esta no sea una situación muy saludable. Si te sientes mejor cuando tu pareja está de viaje o simplemente cuando no se ven, la suerte está echada.
En el caso de que te sientas realmente atraído por esa persona excepto cuando hay discusiones o situaciones en las que te trata mal, deberías preguntarte: ¿hasta qué punto es razonable que me trate mal? ¿Se ha convertido en un hábito para mi pareja tratarme de esa manera? ¿Por qué lo acepto?
Las primeras respuestas que se te vengan a la mente a tales interrogantes, deberían iluminarte bastante el camino a seguir.
3) A largo plazo: ¿estoy mejor con o sin esa persona? ¿Realmente creo que esta persona es mi mejor opción para tener una relación saludable y feliz?
Si honestamente puedes decir “no”, ¡tal vez es hora de irte! Si te has visto fantaseando en cómo sería tu vida con otra persona; si le encuentras más defectos que atributos positivos a tu actual pareja; si cuando piensas en las características de la persona a la que quieres tener a tu lado y tu actual pareja no cumple ni siquiera la mitad, entonces sé valiente y ponte a ti por delante de cualquier cosa. Si tú no estás feliz y no estás recibiendo lo que quieres para tu vida amorosa, entonces sal de ahí.
Por el contrario, si realmente sientes que amas a tu pareja pero están pasando por un momento en que todo parece oscuro, es importante que lo conversen y lleguen a un acuerdo. Lo anterior puede desencadenar en un tiempo de distancia o quizá en una terapia de pareja que los ayude a enfrentar lo que están viviendo. No hay nada de malo en creer en una relación e intentar de todo para salvarla cuando se cree que es posible y existe amor, pero lo más importante es que ambos estén remando para el mismo lado, si no cualquier esfuerzo será en vano.
Bernstein agrega: “Todas las relaciones son únicas y pueden ser sumamente complejas. Pero mis pacientes en terapias de pareja coinciden en que estas tres preguntas anteriores pueden ayudar a aclarar las decisiones en una relación y despejarte un poco la cabeza”.
¿Lo intentarás?