Enamorarse puede ser una de las sensaciones más placenteras que vive el ser humano, y aunque quizá no todo el mundo se ha sentido enamorado alguna vez, sí ha experimentado ese flechazo fugaz que recorre el cuerpo de pies a cabeza y nos desconecta por unos segundos de la realidad.
Cuando nos enamoramos, nos sentimos excitados a nivel fisiológico, manifestamos un interés casi sobrenatural por la otra persona y, junto con ello, nos permitimos fantasear sobre todo lo que podría pasar en un futuro. Sonreímos constantemente, pensamos en él o ella durante el día, extrañamos a la otra persona cuando no está cerca, y nuestro pulso se acelera sin explicación alguna.
Para vivir esta sensación plenamente es necesario que el amor sea correspondido, pues sólo así podremos experimentar un estado de satisfacción plena que, queramos o no, con el tiempo va transformándose a medida que vamos conociendo más y más a nuestra pareja.
En este contexto, lo ideal es que esta relación siempre nos enriquezca en todos los niveles. Si el compartir tu vida con otra persona no altera en nada tu día a día o peor aún, si te empobrece, es posible que debas replantearte la situación en la que estás e intentar mejorarlo o salir de allí lo antes posible.
Lo anterior porque no tenemos la vida asegurada como para pasar tiempo al lado de una persona a quien quizá le tengamos cariño, pero que no nos hace sentir especiales. Si has pensado esto, pero aún así no puedes dar un paso al costado, es posible que estés viviendo una relación adictiva.
Prácticamente por definición, tendemos a creer que la responsabilidad sólo es de una persona que “envenena” el día a día, sin embargo, no hay que olvidar que existe otro que se deja envenenar, y es justamente esa persona la que debe reconocer la adicción y buscar una salida.
Si bien las personas ‘tóxicas’ se caracterizan por ser más poderosas al interior de una relación, principalmente por su personalidad narcisista, inestable y manipuladora, entre otras características, el envenenamiento también tiene que ver con el tiempo en que estamos expuestos a esta dinámica, y es al pensar justamente en eso que debemos buscar en los confines de nuestra personalidad, características fuertes, necesidades inconscientes e incluso aspectos de lucha.
Para la terapista de relaciones y familia, y académica de la Regis University y la California State University, Margalis Fjelstad, “una relación adictiva es, básicamente, una que te trae dolor, encarna una dinámica de amor y odio, y es frecuentemente interrumpida por conflictos, insatisfacciones y violencia emocional o incluso física”.
El término adictivo, explica, se presenta porque pese a que la persona puede ser consciente de lo disfuncional que es la relación, sigue participando en la dinámica y el conflicto. Peor aún, te concentras en lo que la otra persona hace mal y en tus mandatos de que debe cambiar.
Para Fjelstad, “la única forma de salir de una relación adictiva es cambiar la forma en que se funciona, evaluar lo que está dispuesto a soportar y sacar el coraje para realizar cambios”.
La doctora, cita a Eckhart Tolle, escritor alemán considerado uno de los ‘autores espirituales’ más importantes de Estados Unidos, y a su libro The Power of Now (El poder del ahora), para señalar que lo más importante para comenzar a salir de una relación adictiva es “estar presente”.
“Sabemos que esto es especialmente difícil cuando el momento presente es hostil, hiriente, aterrador e invalidante. Sin embargo, me he dado cuenta de que una de las principales razones por las que nos mantenemos involucrados en relaciones adictivas, negativas e hirientes, es porque pretendemos que este presente negativo no está sucediendo”, comenta en una columna publicada en el portal especializado Psychology Today.
Asimismo, comenta que tendemos a huir del presente para ubicarnos en el pasado donde todo era miel sobre hojuelas, o incluso llegamos a soñar con un futuro idílico, sólo porque no queremos reconocer que en este presente “estamos siendo abusados, atacados y perjudicados por alguien que ha dicho que nos ama”.
Lo perjudicial de lo anterior, es que de esta manera invalidamos nuestra propia experiencia sólo para poder mantenernos en una relación adictiva, y no tengamos que enfrentarnos a un gran cambio en nuestro estilo de vida, sobre todo cuando alcanzamos una edad en la que creemos que no es tan fácil volver a comenzar. Pues esa es una grave equivocación.
¿Puedo sacar algo positivo de una relación adictiva?
Por supuesto que sí. Si logras ubicarte en el presente, en lo que está pasando en tu relación, puedes aprender de ti mismo. Quién eres, qué piensas, qué sientes y qué quieres en este momento y no en una fantasía delirante.
De este modo, podrás tomar decisiones más efectivas y determinantes sobre lo que puedes hacer para mejorar tu vida en este momento, no mañana ni pasado. Estas situaciones deben aprovecharse para conectarnos con nuestro verdadero ser y actuar de acuerdo a la realidad que estamos viviendo y no la que queremos construir.
Tolle, expresa en su libro: “el mayor catalizador para el cambio en una relación, es la aceptación completa de su pareja tal como es, sin necesidad de juzgarlos o cambiarlos de ninguna manera”. Esta frase también debe correr para nosotros mismos y sólo así entenderemos que la forma tóxica de actuar de esa persona es simplemente lo que es esa persona, y no lograremos cambiarla por mucho que la queramos o nos intente convencer de que nos ama.
“Al aceptarte a ti mismo y a tu pareja tal como es, tienes la base de información precisa que puedes utilizar para crear nuevas soluciones en tu vida”, afirma Fjelstad, agregando que es importante reconocer que “tú eres el/la adicto. Tú eres quien está impidiendo realizar cambios que mejorarán tu vida, tu autoestima, tus opciones y, en última instancia, tu futuro y cada momento presente de tu vida”.
¿Cómo saber si estoy en una relación adictiva?
El reconocido centro de psicoterapia Harley Therapy, del Reino Unido, describe una serie de características presentes en una relación adictiva. Asimismo, describen que se maneja como cualquier otra adicción, donde la persona adicta comienza a desvalorizarse, a olvidarse de quién es realmente, en favor de lo que es adicta, en este caso, a otra persona y la forma en que te relacionas.
A continuación te dejamos un listado con las principales. Si coincides en dos o más, es probable que las cosas no estén funcionando muy bien en tu relación.
1. Las cosas son más complejas que sencillas
Es cierto que todas las relaciones pasan por altos y bajos, e incluso eso es algo saludable, pero si constantemente estás hablando o discutiendo sobre la relación en vez de su día a día e intereses, o peor aún, si cada vez que están juntos ocurre alguna situación tensa, es probable que tu relación sea adictiva.
2. Tu mente piensa en la relación sin parar
Si estás constantemente repasando mentalmente lo que está funcionando y lo que no en tu relación, lo que te impide concentrarte en otras tareas, no es una señal muy buena.
Asimismo, ten cuidado con la lista de excusas que generas y reproduces, ya que una parte de ti sabrá que estás involucrado en algo que no es bueno, aunque no lo quieras aceptar.
3. Nunca te sientes realmente tú en la relación
Esto es más común de lo que creemos. Ya que muchas veces puedes presentarte como una persona graciosa, amable, relajada y cálida, sin embargo, cuando estás con tu pareja, es como si otra persona se apoderara de ti. Te pones tenso, agrio, y no eres capaz de relajarte. Lo peor es que no entiendes por qué.
4. Tienes un sentimiento nervioso dentro todo el tiempo
El nerviosismo puede estar disfrazando una ansiedad en curso, o incluso una depresión leve. Si no sabes por qué te sientes tan ansioso día a día, es posible que se deba a tu miedo o tristeza de no poder controlar la situación que estás viviendo y que no te deja avanzar.
5. Has comenzado a cuestionar quién eres realmente
Una relación amorosa positiva, refuerza tus valores y ayuda a avanzar hacia tus metas. Por el contrario, una relación adictiva consigue que te desprendas de tu brújula interna ya que no es compatible con quién eres realmente.
6. Ocultas cosas sobre la relación a amigos y familiares
Al igual que con otras adicciones, una parte de ti sabe que lo que estás haciendo no es saludable, incluso si no puedes admitirlo conscientemente. La mejor forma de darte cuenta es cuando ocultas ciertas situaciones a amigos y familiares, para hacer que las cosas se vean mejor de lo que son.
7. Aunque a menudo quieres dejar la relación, la verdad es que simplemente no puedes
Pese a que hay días en que sientas rechazo, rabia y quieras abandonar para siempre la relación, de inmediato viene una sensación de impotencia, porque no te sientes capaz de decirle al otro lo que realmente sientes y quieres hacer. Y nuevamente te dejas llevar por una fantasía de futuro en el que todo parece ir mejor de lo que estás viviendo en el ahora.
Otras señales primarias a las que debemos ponerle ojo
En la misma línea, el psicólogo y autor de libros relacionados a la adicción y a sus procesos de de superación, Stanton Peele, enumera otra serie de señales que pueden identificar a un “adicto al amor de su pareja”, y que darían cuenta de un escenario que con el tiempo puede complejizarse a niveles realmente dañinos para la pareja.
Al igual que el punto anterior, si coincides en dos o más enunciados, quizá sea bueno que pidas ayuda a un o una terapeuta que te oriente en cómo salir de este círculo vicioso y dañino.
1. Casi nunca voy voluntariamente a un evento social sin mi pareja
2. Temo estar solo
3. Me molesta cada vez que mi pareja pasa tiempo con otras personas
4. Filtro cada evento o posible actividad social con los “ojos” de mi pareja
5. Cuando paso unas horas libres de mi pareja, le envío mensajes de texto o correos electrónicos de manera continua
6. Cuando estoy separado de mi pareja, pienso todo el tiempo en ella o incluso hablo de ella a otros
7. No hay nadie con quien quiera pasar más tiempo que con mi pareja
8. Casi nunca intento nuevas actividades o establezco nuevas relaciones interpersonales por mi cuenta
9. Mi vida se ha vuelto significativamente más limitada debido a mi relación amorosa
10. No me involucro en actividades ni veo gente que no le gusta a mi pareja.