A pesar que es una práctica que se lleva a cabo desde hace años, la ovodonación no es muy popular en Chile. Si bien existen mujeres que se manifiestan interesadas en el tema, la gran cantidad de dudas que se desencadenan al respecto apagan paulatinamente este interés. No obstante, ¿de qué se trata?
Tal como define la clínica IVI en su sitio, especializada en tratamientos de la infertilidad, “el tratamiento de ovodonación es el proceso en el cual una mujer recurre a óvulos de una donante para poder conseguir el deseo de la maternidad”, en detalle: una mujer dona sus óvulos, después éstos son inseminados por espermatozoides y de esta unión se obtienen embriones que luego son transferidos al útero materno de la receptora.
Este proceso es realizado en centros de medicina reproductiva, por un/a médico especialista, y la donante recibe una remuneración por los óvulos que donó (la que promedia los 800 mil pesos). Aún así, ésta debe cumplir con estrictos requisitos para calificar y un procedimiento que debe seguir al pie de la letra.
Algunas pueden ser donantes
Al respecto, el doctor Reinaldo González, médico gineco-obstetra especialista en medicina reproductiva e infertilidad de la Clínica Monteblanco y creador de Profertilidad, explica a BioBioChile que la donante debe estar sana y es sometida a una serie de exámenes para verificar lo anterior. “La mujer debe tener una edad menor a 30 años (aunque en algunas clínicas permiten sólo hasta 26 años), fértil, con excelente reserva ovárica o buena calidad y cantidad de óvulos”, dice.
“Se hacen exámenes para verificar que son sanas desde todo punto de vista, tanto genético, de salud general y psicológico”, dice y detalla que estos consisten en una entrevista con la matrona coordinadora, exámenes de sangre, ecografía transvaginal, entrevista con psicóloga y, en caso de calificar, se programa el tratamiento.
“Se les realiza una exploración ginecológica completa en donde el médico evalúa el estado del aparato reproductor de la donante y descarta la presencia de quistes, miomas, pólipos y otras alteraciones del aparato reproductor”, detalla el sitio de la clínica IVI y añade que también se confirma la ausencia de enfermedades transmisibles como el VIH, hepatitis, sífilis.
El portal de salud añade que además se realiza un análisis hormonal para constatar su reserva ovárica y un estudio del cariotipo que descarta alteraciones cromosómicas numéricas y estructurales en las donantes. También se confirma el grupo sanguíneo y Rh.
Respecto al requisito psicológico, detalló que las interesadas no pueden tener un historial psiquiátrico debido al estrés que puede provocarles procedimiento como también el carácter hereditario de algunas pavariatologías. “Son tratamientos estresantes y que requieren estabilidad emocional. Cualquier cuadro psiquiátrico se podría descompensar frente a un tratamiento de este tipo”, dice.
Un proceso de dos semanas
Una vez que la mujer es calificada como apta para la donación, comienza un proceso que se extiende entre 10 y 12 días, aproximadamente. En la etapa de las inyecciones hormonales para estimular el crecimiento de los óvulos, hay distintos esquemas de estimulación: algunas se inyectan todos los días y otras cada 5-6 días al principio y luego todos los días hasta el final.
“La donante se realiza un tratamiento con hormonas inyectables que estimulan la maduración de varios folículos u óvulos al mismo tiempo. Durante el tratamiento se hacen 3 ó 4 ecografías de seguimiento y después de 10 a 12 días los óvulos están maduros y se extraen mediante el procedimiento de aspiración folicular en pabellón”, explica el especialista.
El experto detalla que “todas son inyecciones subcutáneas abdominales con muy buena tolerancia de las pacientes, que no causan dolor -o mínimo dolor- y prácticamente sin complicaciones del sitio de inyección, pues son agujas especiales, muy finas y pequeñas, que casi no se sienten y de fácil administración (se inyectan ellas mismas, luego de enseñarles cómo se hace)”.
En tanto, la aspiración folicular es un procedimiento ambulatorio que es ejecutado para extraer los ovocitos desde el interior de los folículos, según detalla el sitio de la Clínica Las Condes. Antes de esta intervención, la paciente (que debe llegar en ayuna y es hospitalizada dos horas antes de la extracción) recibe sedación endovenosa y sus ovarios y folículos son visualizados con un ecógrafo transvaginal.
Luego se emplea una aguja larga y fina que punciona cada ovario (izquierdo y derecho) por vía vaginal, para luego aspirar cada folículo donde viene él o los ovocitos, detalla el sitio. “Cada donante dona mínimo 9 óvulos y en promedio son 10-12 óvulos, que se obtienen en un sólo ciclo de estimulación ovárica”, dijo González.
El procedimiento dura media hora y la paciente puede presentar un dolor abdominal que disminuye en el mismo día con analgésicos, como también un pequeño sangrado.
“Pueden sentir distensión abdominal, cefalea, tensión mamaria y dolor después de la punción ovárica, entre otras molestias, pero son síntomas que en general son poco frecuentes, leves y controlables. Pueden haber alteraciones del ánimo porque es un tratamiento con un grado de estrés importante, pero en general lo toleran muy bien. No tienen por qué subir de peso”, detalla González.
El espacio de Ginecología y Obstetricia la clínica Las Condes explica que “los ovocitos son clasificados según su madurez y morfología y son guardados en una incubadora en cápsulas con medio de cultivo debidamente rotuladas con la identificación de la paciente”.
Después de la donación
Uno de los miedos y dudas más comunes entre las posibles donantes se relacionan con las consecuencias de este procedimiento. González asegura que la ovodonación no deja secuelas a largo plazo. “Sólo durante el tratamiento pueden presentar molestias pasajeras y el riesgo de complicaciones graves es inferior a 1%”, señala.
En la misma línea, el médico gineco-obstetra Alejandro Manzur, especialista en Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, sostiene esta afirmación y asegura que los mínimos riesgos de la intervención, como el sangramiento, son inherentes al procedimiento en sí -como en cualquier otro- y no por el hecho de ser donantes.
De la misma forma, Manzur descarta algunos mitos: a la donante no se le acaban los óvulos antes de tiempo y su fertilidad no es alterada. “Se escogen mujeres jóvenes, que están en la flor de su vida reproductiva, que tienen muchos óvulos”, detalla.
“No es un negocio, es una donación”
Aunque no existe un “tope biológico” de donación para las mujeres que cumplen con los requisitos, los centros médicos reproductivos no aceptan más de tres donaciones por persona y cada donación sólo va dirigida a una receptora.
Alejandro Manzur expica que hay dos motivos importantes para este límite. “El primero, es evitar que en el futuro se topen los descendientes de esa ovodonación y sean parientes genéticos sin saber que lo son”, dice.
El segundo motivo que subraya el médico es que la ovodonación no es un negocio, es una donación. “Esto no se puede prestar para que la donante lucre a través del procedimiento y lo vea como un negocio. Sería muy irresponsable que estuviésemos financiando una actividad para generarle más recursos. Se supone que el fin es alturista, no monetario”, destaca.
Aún así asegura que la mayor parte de las donantes lo hace “para ayudar a mujeres que no tienen la misma ventaja de ser jóvenes o que perdieron sus ovocitos antes de tiempo”. En tanto, González añade que al ser varios ovocitos de una donante joven, la posibilidad de éxito de estos tratamientos es alta, del orden de 50-70%, con bajas posibilidades de abortos (menos de 5-10%).
En relación a la compensación económica, que va entre los 700 y 800 mil pesos y varía según cada centro médico, Reinaldo González la define como “una compensación por todo el esfuerzo que hace la donante y el tiempo invertido en el tratamiento, pues tiene que pasar por numerosos exámenes, entrevistas y luego el tratamiento”. “Por supuesto que hay una remuneración, porque esto no es cómodo”, agrega Manzur.
En tanto, el dinero recibido por la donante es financiado por quien recibirá la fecundación. “La receptora financia el tratamiento completo, drogas, anestesia, pabellón y la compensación. Es un paquete completo”, detalla.
Madres anónimas
Otro aspecto importante de la ovodonación en Chile es que es anónima. La mujer que dona el óvulo lo hace de forma anónima y la receptora lo obtiene en anonimato, esto con objetivo que la donante no sea reconocida en un futuro por el hijo producto de su óvulo fecundado.
González señala que la única información que recibe la receptora son características generales como etnia, color de pelo, de ojos, estado nutricional y la certificación que es una mujer sana.
Aún así advierte: “si en el futuro el niño/adulto sabe que fue producto de tratamiento de ovodonación y quiere saber la identidad de su madre biológica, podría solicitarlo a través de un proceso judicial, pues el derecho a saber quienes son tus padres biológicos es un derecho humano”.
Sin embargo, Manzur asegura que no promueven esto: “velamos porque se mantenga la identidad en reserva, salvo que por razones médicas se necesite develar el secreto. Por ejemplo, si el niño o niña tiene una enfermedad que hace razonable para conocer a su progenitoria y advertirle”.
Finalmente, el médico realiza una reflexión sobre el proceso: “Esta técnica ha permitido ser padres a gente que estaba absolutamente descartada, que por condiciones biológicas habían perdido la capacidad de ovular y hoy día son muchas las familias que se han construido en Chile y en el mundo por la ovodonación”.
A diferencia de la adopción, que también destaca que “es un proceso increíble”, Manzur explica que “la receptora tiene la maravilla de percibir la maternidad desde el primer día. No es adoptar un gameto, es adoptar el proceso completo”.
“Yo he visto el resultado y puedo decir que es maravilloso para parejas que les tocó partir tarde en la vida, ven su deseo cumplido. Y respecto a las mujeres que donan, quedan con la sensación de que pudieron contribuir a la felicidad de otra persona”, concluye el médico.