El movimiento body positive suena con fuerza durante los últimos años, en medio de una serie de cambios en la mentalidad social que ha llevado a las nuevas generaciones a cuestionar lo establecido y promover la aceptación de las personas independiente de su estilo de vida, apariencia o preferencias.

El principal propósito del movimiento es que todas las personas puedan liberarse de la presión social y dejar atrás los esfuerzos para cumplir imposiciones de belleza, que buscaban un cuerpo ideal con atributos como la delgadez y cánones físicos preestablecidos.

Algunas personas creen que es una manera de promover la gordura y mala salud, sin embargo, la iniciativa se aleja de cualquier idea negativa para el cuerpo. Al contrario, el principal objetivo del body positive es apreciar el cuerpo sea cual sea su aspecto. Más allá de la talla, se busca que cada persona se sienta cómoda y segura de su color de piel, tamaño, capacidades y características.

Dentro de este contexto, varias propuestas han nacido en Chile para dar a conocer el movimiento y con eso difundir la idea de amor propio hacia el cuerpo.

Una de ellas es la modelo Antonia Larraín, quien seis lleva años realizando activismo digital para dar a conocer la discriminación hacia la diversidad de los cuerpos, a través del acceso a vestuario. Su viral “Tallas para todes” busca visibilizar las dificultades para algunas mujeres a la hora de buscar ropa de su talla y crear conciencia sobre este problema.

Para Larraín el body positive ha sido una manera de sentirse segura y con eso transmitir ese mensaje a otras personas. Gracias a esta iniciativa comenzó a dejar atrás la mentalidad de esconder o tapar algunas partes de su cuerpo a aceptarlo con naturalidad.

“Al yo contar mi historia, otras mujeres se atrevían a contar la suya. Cuando yo subía una foto en traje de baño otras personas me decían ‘llevaba años sin ponerme un bikini y vi tu foto y pensé que si ella puede yo también puedo”, comentó a BioBioChile.

Sin embargo, no todos los usuarios han recibido de buena manera la visibilización de distintos tipos de cuerpos y algunas personas consideran que aceptar el cuerpo es instar a otros a tener uno con las mismas características.

“¿Por qué si subo una foto en bikini y una modelo XS sube una foto en bikini y las dos ponemos el mismo mensaje como ‘disfruta el verano y quiérete tal cual eres’, en mi caso los comentarios dicen están promoviendo la obesidad? ¿Me pongo un traje de baño y la gente asume que estoy promoviendo algo solo por sentirme bien con quien soy?”, cuestionó.

El cuestionamiento suele recaer en que no se deberían utilizar las redes sociales para fomentar una mala salud. Al respecto Larraín enfatiza “ha estado establecido que un cuerpo gordo es sinónimo de un cuerpo enfermo
y eso está obsoleto”.

Por su parte, la activista feminista Andrea Ocampo es clara: “no existe ningún activista gorde o activista del body positive que diga ‘hagan esto: sean gordos’. ‘O compren esto porque te hará ser obeso’. Eso sería propiamente promover algo. Lo que les gordes estamos haciendo es afirmando nuestra existencia como un ciudadano más, como cuerpos que forman parte de una democracia”.

No todos los cuerpos gordos -y ni siquiera consta científicamente que la mayoría de ellos- tenemos enfermedades crónicas, mortales o enfermedades asociadas. El IMC ya fue, está caduco. Se inventó para medir a los hombres blancos, europeos de la revolución industrial. El IMC ya no puede medir nuestros cuerpos. Somos otros cuerpos, trabajamos en otros espacios, devenimos de otros pueblos que tienen otra alimentación y necesidades”, comenta.

Por su parte, el activista Marcial Parraguez explica: “cuando pareciera que las personas están más concientizadas con el derecho de los demás a tener el cuerpo que quieran, o los colores en los que existimos, las tallas, las identidades de géneros o las orientaciones sexuales, cuando no cumplimos con el estándar obligatorio, y a veces onírico, del cuerpo, cuando las normas de la delgadez no se cumplen, aparece una paranoia social, oculta bajo la excusa de la preocupación por nuestra salud”.

Creo que lo más importante aquí es entender que con el activismo no se busca adoctrinar, obligar, o someter a las personas para que sean gordas o para que no bajen o suban de peso. De lo que más queremos escapar, creo yo, es precisamente de eso, del control que se tiene sobre el cuerpo ajeno“, complementa Parraguez.

La delgadez no es sinónimo de salud

Una opinión similar tiene la Dra. Romina Renner especialista en obesidad y miembro del programa integral e interdisciplinario Bionut Obesidad. “En la actualidad, nos encontramos con artículos, anuncios y dietas que nos prometen el cuerpo perfecto, cuando lo importante es lograr el hábito alimenticio paulatinamente para que perdure en el tiempo. Piernas delgadas, abdomen plano, pero ¿es realmente eso lo que nos va a dar el bienestar, una vida saludable y en calma con nosotros mismos?”, comenta a la revista Marie Claire.

Sumado a las imposiciones sociales, la búsqueda de la delgadez puede ocasionar problemas de autoestima. “El concepto de cuerpo perfecto que han inculcado está en nuestra sociedad lo único que genera es frustración, malestar con nosotros mismos, haciéndonos empezar prácticas poco saludables como dietas restrictivas o ejercicio físico en exceso. Además, no nos permite querernos como somos porque estamos todo el tiempo pensando en querer otro cuerpo que no vamos a tener, porque cada uno es como es, uno no puede copiar ni tener el mismo cuerpo que vemos el la televisión o en fotos”, complementa la nutricionista especializada en trastornos alimenticios Agustina Murcho.

“El 2020 fue un año difícil, atípico, colmado de incertidumbre y donde por muchos meses nuestros cuerpos estuvieron casi en reposo. Al llegar el verano nos redescubrimos, pero la clave y el punto de partida para evitar caer en esos métodos mágicos está en la propia aceptación”, comenta Mariana Pertusi nutricionista y creadora de Mi Experiencia Alimentaria.

Hay que focalizarse en lo que lo que es posible y aceptar lo que no lo es, evitando caer en la obsesión del cuerpo idealizado que es casi inalcanzable. Por eso es importante crear hábitos saludables de manera diaria, aportándole a nuestro cuerpo los nutrientes que necesita, el descanso reparador, la hidratación correcta, actividad física y el manejo de las emociones y el estrés. Esto debe realizarse todo el año, no solamente en verano”, añade.

Las profesionales están de acuerdo en llevar una vida saludable, pero, siempre aceptando y cuidando el cuerpo que ya se tiene, para evitar caer en frustraciones que afecten a la mente o gastar altas sumas de dinero en “dietas milagrosas” que no van a garantizar mayor salud.

“Si se quiere empezar a comer estar mejor está perfecto pero siempre junto a un profesional que acompañe y enseñe a la persona. Dejando de lado dietas donde hay un comienzo y un fin, sin aprendizaje y todo todo tipo de restricciones”, amplía Murcho.

Gordofobia y problemas sociales

Los comentarios en redes sociales cuando una persona se aleja de los estándares de belleza y de aspecto físico, sumado a las críticas hacia la salud de cada persona radican en un tipo de discriminación llamado gordofobia.

Para la activista feminista Andrea Ocampo, hablar sobre el cuerpo no solo se trata de una manera en que todas las personas sienten seguridad sobre su imagen, sino que deja en evidencia problemas sociales y económicos que están relacionados a no cumplir con los estándares de belleza.

“Creo que la despatologización de los cuerpos y el reconocimiento de la gordofobia cultural e institucional que nos circunda. En ese sentido el activismo gordo prefiere llamarse gordo antes que obeso. Y esa diferencia es importantísima. Porque al no reconocernos desde el diagnóstico médico, damos un paso al costado del discurso de la salud, al reconocer en ella un bien de mercado, que hoy no está garantizado por el Estado y que por lo tanto no es un derecho social. Como es un bien de mercado, sólo tienen acceso a ella quienes puedan pagar. Por ello, sólo tendrán ‘buena salud’ quienes tengan ‘buena solvencia económica"”, opina.

“Es la precarización de la vida en todas sus formas, el poco tiempo que tenemos para tiempo libre, el esparcimiento, el ejercicio, el ocio, el agotamiento mental y físico de la vida laboral, la paga injusta, el maltrato, la cultura en base al amor vuelto comida, los niños encerrados en la casa, las madres sobre-explotadas, los ancianos empobrecidos, son todas nuestras condiciones de vida las que hacen que más de la mitad de Chile sea obeso. No es que no ‘elijamos vivir sano’ como decía una campaña pública Es que no podemos elegir nada”, amplía.

Se conoce que las dietas y productos para bajar de peso están enfocados principalmente hacia un público femenino, generando una necesidad de consumirlos para coincidir con la figura estándar que todavía es la principal que se muestra en los medios, la publicidad y el entretenimiento.

En esa línea, Ocampo considera que hay una diferencia entre la discriminación mayor hacia la mujer por la gordura.
Al atacar el cuerpo gordo de una mujer, no sólo estamos hablando de misoginia, sino de clasismo y de violencia estructural. Mas del 70% de los chilenos tienen sobrepeso y/o somos gordos, y la mayoría de esa población es femenina; o bien, es feminizada. Cabe preguntarse entonces ¿Qué se ataca cuando se ataca entonces a un cuerpo gordo? ¿Por qué los hombres gordos no deben cumplir con los mismos estándares de exigencia de una mujer pública, por ejemplo?”, cuestiona.

Por parte de Parraguez, el body positive es una manera de que la sociedad acepte a todas las personas independiente de su imagen. “Se trata de entender que todos tenemos cuerpos diferentes. La gente flaca, gorda, alta, baja, con pecas, de diferentes colores. Todos merecemos un trato digno, y merecemos seguridad para nuestras vidas y las de los demás”.

“Me cuesta un poco entender que alguien esté en contra del cuerpo de los demás. Cuando se piensa así, la gordura, el talle o el peso terminan siendo vistas como algo 100% controlables, aparecen los comentarios “si cerraran la boca no tendrían estos problemas”. Estas frases omiten cualquier deseo o comodidad de vivir con cuerpo gordo, omiten a la persona, y algunos, no todos, de problemas más grandes que tenemos es tener que lidiar con gente metiéndose con nuestros cuerpos, nuestros problemas”.

El activista coincide con sus compañeras en que la mirada social se ha visto afectada constantemente por los prejuicios establecidos a través del tiempo. “No creo que haya gente que sea mala, discriminadora por gusto, más bien me parece que hay un conjunto de prácticas, de leyes, de conocimientos populares e incluso científicos que están detrás de los discursos de odio, que hacen que se terminen vulnerando nuestros derechos”, concluye.