Fue hace un poco más de un año que Christina Ferrara (30) realizó la operación más importante de su vida y qué cambió su percepción de la misma.
Todo comenzó a inicios del año pasado, cuando la mujer oriunda de Tampa (Florida, Estados Unidos) trabajaba un poco más de 40 horas semanales y se sentía muy cansada a diario. Según contó en su cuenta de Instagram, solía sobrellevar una insistente fatiga que la obligaba a consumir mucho café.
A este síntoma se sumó un sangrado de encías, que atribuyó a una higiene dental incorrecta, y a un color oscuro de su orina, que relacionó con la poca agua que bebía. “No pensé que se trataría de algo grave”, admitió por la misma red social.
Sin embargo, un día de julio Ferrara comenzó a perder la conciencia por el cansancio, se desmayó, y fue rápidamente hospitalizada por su familia. En ese lugar, los médicos le dieron una mala noticia. “Me dijeron que moriría en una semana si no recibía atención urgente”, recordó.
Además de lo anterior, Christina tenía ictericia -piel amarilla-, lo que ayudó a los profesionales a diagnosticarle una insuficiencia hepática, tenía además un alto índice de enzimas hepáticas que dañaban su organismo y un 40% de necrosis en el hígado. El médico le dijo que su hígado no funcionaba y necesitaba un trasplante lo antes posible.
Su enfermedad avanzó tan rápido que debieron inducirle un estado de coma y rápidamente encabezó la lista de transplantes de hígado en Florida. Doce horas después era la primera en todo el país y fue nombrada como “la mujer más enferma de Estados Unidos”.
En pocas horas llegó el primer hígado, el que debió ser descartado porque era muy grande para su cuerpo. Luego, descartaron otro porque era muy viejo y otro porque estaba enfermo. “Mi familia estaba sufriendo mucho en el hospital”, señaló. En el cuarto intento, encontró un hígado que compatibilizó rápidamente con su cuerpo y la ayudó a recuperarse rápidamente. “Es increíble estar viva después de lo que me pasó”, expresó.
A un año de ese momento, que Ferrara cataloga como “milagroso”, la mujer cambió totalmente su forma de ver la vida: “No paso un día sin agradecerle a Dios por estar viva. Disfruto cada día con mi familia y amigos, como si fuera el último”.
No obstante, debe vivir ingiriendo decenas de medicamentos que ayudan al órgano a adaptarse al cuerpo de la mujer después del delicado procedimiento. “No ha sido fácil. Mi sistema inmunológico es prácticamente inexistente, de modo que cuando me enfermo… me enfermo muy fuerte, pero me recupero. Mis medicamentos tienen efectos secundarios que encontraré con los años pero soy una luchadora”, dijo.
Para la mujer, el transplate de hígado fue una nueva oportunidad de vida, motivo que la impulsa a promover esta noble práctica, sumándose a diversas campañas. “Salva a alguien como yo fui salvada. Me dieron una segunda oportunidad por una razón: salvar a otros también. Si sólo uno de ustedes se convierte en donante, ¡entonces sentiré que he hecho mi trabajo!”, expresó. “Dale una oportunidad a una persona para que vuelva a compartir con quienes ama…”, añadió.
Actualmente, Christina se dedica a compartir su nueva vida en redes sociales, mostrar rutinas de ejercicios y alimentación sana, y a inspirar a personas con su historia. En tanto, nunca supo con claridad que le provocó la enfermedad que casi le costó la vida.