Hey, tienes dos padres maricones, simplemente eres gay”. Con esa frase, que ha escuchado varias veces, comenzó su relato el español de 18 años, Gabriel, que vive en una familia homoparental.

Nació en Rusia, pero sus padres David y Jesús, oriundos de la península ibérica, lo adoptaron y lo llevaron a territorio español cuando el pequeño tenía recién dos años.

“¿Cómo llegué a su vida? Sería más bien cómo yo llegué a sus vidas“, responde el adolescente en un video de Freeda que se viralizó en redes sociales. Después de un proceso de adopción hacia Rusia, consiguieron adoptarme (…) Me han educado para saber comportarme y respetar a la gente”, agrega.

Para Gabriel nunca ha sido un tema formar parte de esta familia. “Tengo la confianza para hablar de lo que sea, de preguntarle lo que sea, aunque tengo un poco de vergüenza a veces”, confiesa entre risas. Una situación no muy distinta a lo que ocurre en otros grupos.

A los comentarios del comienzo, su respuesta es clara: “Simplemente me río, y al reirme yo, y al normalizarlo tanto, la otra persona se queda avergonzada porque dice ‘joder, si yo lo decía en serio, por qué se está riendo"”.

Pero esa normalidad que él le brinda, no la dan todos. Por eso es que, asegura, ha tenido que responder preguntas como “¿qué se siente no tener mamá?”. “Lo que siempre digo es que se ven calzoncillos y no bragas”, aclara. Nada más.

“Es lo único”, insiste. El joven también habló de su sexualidad y de los mitos que hay en torno a las familias homoparentales. “Siempre he podido elegir si quería probar una cosa o vestir de cierta manera. Siempre he tenido las dudas personales de: ¿me gustará o no me gustará? Lo pruebas y te das cuenta”, dice.

Agrega que “si hubiese seguido más por ese camino, de seguir con chicos, hubiese dado igual”. Aunque da a entender que no fue así, dice que si hubiera pasado cumpliría con un estereotipo “pero de pura casualidad, vamos”.

Sus padres han sido activistas de la comunidad LBGTI+, creando la asociación de familias Galehi. Gabriel, que conoce de cerca el funcionamiento, también colabora y se autodefine como activista.

“Pienso que puedo influenciar más a las generaciones más cercanas a la mía, mientras que mis padres pueden influir en otras generaciones”, sostiene.

“Tú no sabes lo que mola (agrada) poder llegar a decirle a alguien ‘sí, tengo dos padres’. Encima, que te pregunten y de verdad sientan admiración o que de verdad les interese. Mola mucho”, cierra.