La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica que afecta el cerebro y la médula espinal de personas jóvenes, menores de 40 años, y entre ellos, es más frecuente en las mujeres. Se estima que en Chile la prevalencia es de 12 personas con EM por cada cien mil habitantes, siendo la ciudad de Punta Arenas la que registra la más alta prevalencia a nivel nacional.
Las neuronas en las personas que tienen EM pierden la cubierta grasa que protege el axón, por lo que la transmisión eléctrica entre ellas se dificulta afectando a todo el sistema nervioso central. A la fecha, no existe un tratamiento efectivo que pueda curar esta enfermedad. Pero entre los investigadores está generando expectativa una terapia experimental con células madre.
“Se trata de una estrategia terapéutica que está aún en desarrollo, ya que se están realizando las pruebas clínicas. Sin embargo, los resultados deberían de hacerse públicos durante este año o, a más tardar, el próximo. Sólo en ese momento tendremos una idea de la eficacia del tratamiento”, señala Francisco Rivera, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile e integrante del Núcleo Centro de Investigación de Estudios del Sistema Nervioso (CISNe) de esta misma institución.
Él junto a María Elena Silva, académica de la Facultad de Ciencias de la U. Austral, y también integrante de CISNe, han investigado esta enfermedad desde el año 2011 y recientemente descubrieron un aspecto clave que está relacionado directamente con la gran promesa de tratamiento de las células madre.
Precisamente, los estudios del Dr. Rivera y la Dra. Silva junto a su equipo de investigación y colaboradores internacionales han demostrado que, además de tener una capacidad de disminuir la reacción autoinmune, el trasplante con células madre mesenquimáticas promueve la generación de nuevos oligodendrocitos en respuesta al daño en la mielina. No obstante, el envejecimiento limita esto.
Es por todo lo anterior que “desde 2012 se están haciendo ensayos clínicos trasplantando células madre mesenquimáticas de médula ósea a pacientes con esclerosis múltiple. El proceso se realiza extrayéndose las células desde la médula ósea, las que son purificadas, expandidas y luego se le trasplantan de vuelta al mismo paciente. En este sentido es donde nuestra investigación cobra vital importancia, ya que hemos comprobado que la edad de los pacientes sí podría influir en el resultado del tratamiento”, sostuvo el Dr. Rivera.
De acuerdo a los cálculos realizados, la edad media o avanzada que puede representar un límite es alrededor de 50 años. “Eso es algo que nosotros discutimos en nuestro trabajo publicado. Ahora, los pacientes seleccionados para los estudios clínicos que se están realizando en el mundo, están entre los 18 y 50 años. Por lo tanto, una vez obtenidos los resultados de estos estudios en pacientes con esclerosis múltiple sería de gran interés verificar si la eficacia del tratamiento se correlaciona con los distintos grupos etarios”, añade.
Células madre
Según Rivera, muchas veces, cuando hablamos de células madre en el contexto terapéutico nos referimos a células capaces de especializarse y de generar otros tipos de células.
“Así una vez trasplantadas en un paciente que ha perdido parte de un tejido, estas células podrían ellas mismas regenerar el tejido dañado. Si bien es cierto las células madre mesenquimáticas tienen todas las características de una célula madre, también tienen otras propiedades que las hacen bien interesantes”, explica.
Y agrega: “De alguna manera, todas las células de nuestro organismo tienen la capacidad de comunicarse entre ellas… ‘se hablan’, ‘conversan’ y en ese aspecto la células madres mesenquimáticas son ‘muy conversadoras’. Ellas liberan señales que otras células vecinas (y algunas no tan vecinas) perciben reaccionando de acuerdo a las instrucciones que entregan esas señales. Así las células madre mesenquimáticas pueden ‘moldear’ un ambiente celular ‘enfermo’ y convertirlo en uno menos dañino para el organismo o incluso ‘regenerativo’”.
Es precisamente por esta propiedad que se busca su uso terapéutico en caso de esclerosis múltiple. “Las señales que liberan las células trasplantadas, son capaces, por un lado, de ‘apaciguar’ la destrucción de la mielina y, por otro lado, de ‘ayudar’ a que otras células hagan más fácilmente su trabajo, que es, regenerar la mielina. Aparentemente, es esta habilidad ‘señalizadora’ que se ve disminuida (como si la células madres perdieran la capacidad de ‘conversar’ con células vecinas) con el avance de la edad y por ende podría afectar su capacidad terapéutica”, explica.
Además de la edad, algunos estudios afirman que las células madres mesenquimáticas obtenidas de los pacientes con EM presentan deficiencias si se comparan con células obtenidas a partir de pacientes sanos. “Todo lo anterior sugiere que el trasplante autólogo tiene sus limitaciones y posiblemente habrá que considerar alternativas”, sugiere Rivera.