En redes sociales hay una diversidad de contenidos, relacionada con llamar “tóxica” a la gente, cuya conducta es asociada a serios problemas emocionales.
De hecho, esta práctica, que es común en reels de redes sociales, es injusta, afirman algunos especialistas de salud mental, según indicó un artículo de El País.
De esta manera, el concepto es usado sin justificación, puesto que no tiene base científica, recalca Fabián Ortiz, psicoanalista del centro Vida Plena, ubicado en Barcelona, “estamos enfermos de etiquetas y esta es una más que lanzamos a partir de ciertas lecturas”, mencionó al diario español.
En general recogen los expertos, este apelativo se refiere a familiares, jefes, amistades, entre otras personas.
El origen de “gente tóxica”
Acuñado por primera vez en el libro Toxic people, por la escritora estadounidense Lillian Glass, este concepto ganó millones de adeptos a nivel mundial, que en 2024, es usado en forma recurrente.
“Vivimos una época de psicología pop que genera modas banales y muy peligrosas”, afirma de entrada, Oriol Lugo, psicólogo clínico, al diario El País.
En este sentido, Lugo expresa que el uso del apelativo de “tóxico” no corresponde a la realidad de un paciente. “Son etiquetas que funcionan muy bien como estrategia de marketing para vender libros”, recalca el profesional.
Asimismo hoy en día, diversas autoras, como Marian Rojas Estapé, ocupan esta definición en sus exposiciones. “Es porque alguien dice exactamente lo que sabes que te va a hacer sufrir, te juzga constantemente o no te valora”, subraya Estapé, en conversación con La Vanguardia.
Marian Rojas afirma, que una clave para afrontar la toxicidad de las personas, es que el proceso decantará en la paz mental del afectado o afectada. “Cuando consigas que las personas tóxicas no te hagan vulnerable habrás ganado la batalla y conseguirás la paz interior que deseas”, indica The Objetive.
Cómo lidiar con los problemas en nuestras relaciones
De acuerdo con Buenaventura del Charco, psicólogo, este popular concepto responde “a la lógica de la sociedad de consumo en las relaciones personales: ese aporta o aparta, el que te da cosas buenas y el que te da cosas malas, sin grises”.
En resumen, Del Charco considera que llamar a alguien de tóxico implica una autoridad moral que “inhibe la autocrítica”. Y añade al matutino español, “lanzar la culpa a los demás resulta muy cómodo”.
Al respecto, Fabián Ortiz explica que esta negación, finalmente, inhibe el aprendizaje: “Cuando algo no me gusta de alguien, quizá podría cuestionarme qué me pasa a mí con esa otra persona; el otro me interpela, me cuestiona, me inquieta”.
En este punto central, Ortiz aclara que, en ocasiones, el llamar tóxico a una persona se vuelve un comodín, para no lidiar con las propias emociones. “Para no ser proyectivo, para no empeñarme en que todo es culpa del otro, he de dejar el narcisismo de lado y hacer un trabajo personal, de hacerme cargo de mi malestar”, finaliza.