En Chile, el té es más que una bebida; es una tradición que lidera el consumo en América Latina. Cada chileno, en promedio, toma alrededor de 427 tazas al año, según Euromonitor. Además, se espera que para 2025 el consumo mundial de té supere los 7.400 millones de kilogramos, de acuerdo con datos de Statista.
Pero, ¿qué es realmente el té? Según la Organización Internacional de Estandarización, el té auténtico proviene exclusivamente de los brotes tiernos de la planta Camellia Sinensis y se consume principalmente como bebida.
El verdadero té se prepara de manera tradicional y se caracteriza por su pureza, sin mezclas adicionales. Esto es esencial para preservar el terroir, o sabor característico de la región donde se cultiva. Además, el envasado en el lugar de origen es clave para mantener su frescura, sabor y calidad.
En cuanto a su producción, el té ortodoxo se diferencia del procesado por el método CTC (corte, trituración y curling), que aunque rápido, no permite desarrollar completamente los sabores y aromas debido al método mecánico que tritura las hojas.
Por el contrario, el método tradicional ofrece tés con una amplia variedad de tamaños de hoja, colores y sutilezas, lo que resulta en una experiencia sensorial más rica y completa.
¿Cómo distinguir un té de calidad?
En Chile, más del 90% de los hogares disfrutan del té, una bebida naturalmente lujosa. Para apreciar su calidad, aroma y sabor, y aprovechar sus antioxidantes, es esencial observar la apariencia, color y aroma, degustar su sabor y atender a las sensaciones que provoca.
– Apariencia: En el caso del té de hoja, es clave que el tamaño de las hojas sea uniforme. Deben estar enteras, no rotas y no incluir tallos o ramas. Para tés obtenidos con el método ortodoxo, el tamaño no está relacionado con la calidad, pero sí a la intensidad: a mayor tamaño de la hoja tenemos un té más delicado y menos astringente, mientras que las hojas más pequeñas entregan un sabor más potente. La infusión (el licor) de un té de alta calidad debe ser traslúcida. Si es turbia, es porque incluye troncos y hojas antiguas, lo que perjudica la calidad del producto.
– Aroma: Este debe ser fresco e intenso, incluso evocar ciertos aromas frutales. Si la fragancia se mantiene a través del tiempo, estamos frente a un té de buena calidad. Otra manera de identificar que un té es de calidad es comprobando si el aroma de la hoja seca es consistente con el aroma de las hojas infusionadas. Por su parte, uno de baja calidad tendrá un olor ahumado, ácido, áspero y un tanto amargo que se siente artificial.
Color: Cuando hablamos de un té de excelencia, el color debe mantenerse a través del tiempo, lo mismo que su homogeneidad y brillo. Si este se desvanece, estamos frente a hojas viejas y de baja calidad, que no fueron envasadas en origen. Una vez infusionado, su aspecto debe ser claro, brillante y fresco. Un té de baja calidad tiene colores más opacos, turbios y poco intensos.
– Sabor: Un té que se envía a granel para ser mezclado con otras variedades o no es envasado y protegido poco después de la cosecha, absorbe la humedad, lo que genera el desarrollo de toxinas que degradan el sabor. Un té de baja calidad, en general, tiene un sabor amargo que permanece en boca o que no es consistente con el aroma que tenía previo a la infusión. Cuando un té es de calidad y está bien preparado, no requiere que se le adicione azúcar.
– Sensación: Además de tener sabor, aroma y color, debe hacerte sentir bien y provocar diferentes sensaciones y estados de ánimo. Por ejemplo, si lo que buscas es relajarte y sentirte tranquilo, sin duda un té verde con jazmín te dará esa sensación y si quieres estar más activo, un té negro saborizado con menta y frutilla te dará las energías que necesitas.
Recomendaciones para disfrutar un té
De acuerdo con la marca de té Dilmah, los siguientes consejos te ayudarán a mantener las propiedades de este producto al momento de consumirlo:
1. Almacenamiento: Guardarlo en un lugar fresco, seco y sin olores, nunca a más de 30 ºC. Si es posible refrigerarlo. Para los Tés que no vienen con bolsita foil individual, almacenar dentro de un contenedor hermético. El té es higroscópico y absorbe humedad y olores del aire, bajando su calidad cuando es almacenado incorrectamente.
2. Agua y hervidor: Utilizar un hervidor que no tenga cal ni sedimentos y, ojalá, llenarlo con agua filtrada. Hervir el agua a 100°C, y jamás volver a hervirla.
3. Medidas y preparación: para un té normal, utilizar 2,5 gramos de té de hojas o una bolsita por 220 ml. de agua. En el caso de un té negro, infusionarlo por un mínimo de 3 minutos para obtener los beneficios de salud que aporta, y hasta 5 minutos para un té más intenso. Es importante revolver al inicio de la infusión y nuevamente al final.
4. Temperatura: La mejor temperatura varía de acuerdo con la variedad del Té, pero en promedio debe fluctuar entre 70° y 100°. En el caso de un té negro o de infusiones, se recomienda que luego de hervir el agua, esperar 1 a 2 minutos para que la temperatura baje a 95°-100°. En el caso de un té verde o blanco, esperar 3 minutos para llegar a una temperatura de 70°-80°.