Los “alimentos refugio” son golosinas o comida chatarra que adorábamos en la infancia, aquella con las que nos premiaban, las que estaban en las bolsitas de cumpleaños o para ocasiones especiales.
La comida, al igual que los aromas, pueden transportarnos a otra época y evocar recuerdos que a veces ni sabíamos que estaban archivados en nuestro cerebro.
“Las raíces más fuertes de nuestra infancia están hechas de olores y gustos que nacieron mucho antes de que fuésemos capaces de recordarlos”, señaló a El Clarín Luciano Lutereau, doctor en Filosofía y Psicología.
Lutereau explicó que los niños son pura percepción, es decir, inscripción de huellas psíquicas —principalmente sensoriales— “que solo se comenzarán a interpretar cuando se haya consolidado el tiempo y, por lo tanto, la capacidad de recordar”.
En esta línea Ramón de Cangas, dietista-nutricionista y doctor en Biología Molecular y Funcional, señaló a El País que “ya desde la infancia se empieza a conocer el mundo mediante las papilas gustativas, facilitando así la memorización sensorial basada en reconocer alimentos”.
Durante este proceso, indicó el profesional, se generan afinidades y rechazos. “Hay evidencia de que estas experiencias sensoriales quedan fijadas para siempre. Y, por tanto, siguen siendo placenteras”, añadió De Cangas.
Es así como, ya siendo adultos, los “alimentos refugio” no solo provocan felicidad por su sabor, sino que también generan un sentimiento de añoranza y nos pueden transportar “al refugio de la infancia”, detalló el nutricionista.
“Alimentos refugio” durante la pandemia
Como su nombre lo dice, estos alimentos resultan para muchos un refugio. Y en el último tiempo, durante la pandemia y el confinamiento, estos han tenido una alta demanda.
La “Encuesta de Consumo de Alimentos y Ansiedad durante la cuarentena por COVID-19 en Iberoamérica”, arrojó que el 44% de los chilenos aumentó de peso durante las primeras semanas de cuarentena.
De acuerdo a la encuesta, el principal factor de este fenómeno fue el alza del consumo de frituras, chocolates y pastelería casera, según consignó La Tercera.
Por último, en este escenario la comida puede transformarse en un confort durante estos tiempos tan inciertos, explicó De Cangas. “Dado que se come por placer, en momentos de estrés y angustia recurrimos con más frecuencia al consumo de alimentos que nos traen recuerdos felices, de protección, seguridad y familiaridad”, afirmó.